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Revuelo en EE UU tras la decisión de la Administración sobre AT&T e IBM

Cuando la sección de lucha contra los monopolios, del Departamento de Justicia norteamericano, anunció el pasado viernes su veredicto sobre las investigaciones históricas que afectaban a la compañía de teléfonos AT&T y la de ordenadores IBM se produjo un verdadero revuelo en el mundo económico norteamericano.

La decisión representaba, ante todo, una nueva filosofía en la Administración estadounidense, bajo el mando del presidente Ronald Reagan y su equipo. Una decisión en la línea de un mayor liberalismo en la competencia de mercados, aun protegiendo, como obliga la ley Antimonopolios, al consumidor norteamericano o a las pequeñas compañías, que pueden ser víctimas de la potencia de las supergrandes firmas norteamericanas.Toda la Prensa dedicó páginas enteras a la información y calificó el hecho de histórico para el mundo de los negocios norteamericanos.

La resolución del Departamento de Justicia, anunciada por William Baxter, comunicó que, en virtud de la ley Antimonopolios, la compañía American Telephone and Telegraph (AT&T) debería renunciar, en el plazo de dieciocho meses, a las veintidós compañías subsidiarias que prácticamente controlan todo el mercado de comunicaciones telefónicas en Estados Unidos.

Casi simultáneamente, en Nueva York, los tribunales decretaban que no existían evidencias de que la compañía de ordenadores IBM hubiese logrado su preponderancia en el mercado norteamericano con prácticas monopolísticas, decidiendo abandonar el caso que durante trece años investigó las prácticas comerciales de IBM.

Las conclusiones de los legisladores de la ley Antimonopolios deben ser ratificadas por el Tribunal Supremo, y también se esperan debates en el Congreso Pero, en cualquier caso, remueven de manera espectacular el mundo de los negocios y la opinión pública norteamericana.

AT&T, con un volumen de negocios del orden de los 60.000 millónes de dólares anuales, más de un millón de empleados y 144 millones de clientes, debe desprenderse de un potencial de negocios del orden de los 80.000 millones de dólares que representan sus veintidós subsidiarias, en virtud de la decisión de la ley Antimonopolios. Pero AT&T, considerada como una empresa con excelente gestión y avanzada tecnología, recibirá en contrapartida la posibilidad de entrar en otros sectores económicos, lo que le impedía la investigación de la ley Antimonopolios desde hacía siete años.

Con un capital de 49.000 millones. de dólares, una vez desprendida de sus veintidós compañías subsidiarias, AT&T seguirá contando entre las grandes del mundo financiero estadounidense y como la primera empresa del mercado interno norteamericano en el sector de telecomunicaciones Su familiar símbolo de la campanita dentro de un círculo (bell system) se abrirá posiblemente camino en el terreno de la información hacia ordenadores domésticos, gracias a la posibilidad de seguir utilizando su impresionante red de líneas telefónicas, que cubren el 80% del territorio norteamericano.

AT&T podría entrar en la nueva era de lo que será la información en el siglo XXI, con periódicos a domicilio en la pantalla del televisor u ordenador casero. Eventualidad que inquieta a la Asociación Americana de Editores de Periódicos, que pide una intervención del Congreso para controlar las nuevas actividades de AT&T en el sector.

"La decisión representa un nuevo orden en la industria telefónica que estimulará la competencia", dijo el presidente de AT&T, Charles Brown, al comentar la nueva situación. Pero la competencia de AT&T no se atreve aún a pronosticar si la determinación de desmantelar el imperio de AT&T será beneficiosa o perjudicial para Estados Unidos. De entrada se especula con una subida del doble de las tarifas telefónicas locales en los próximos dos años, debido a la pérdida de ingresos por comunicaciones a larga distancia, orquestadas hasta ahora por AT&T, de dos de las veintidós compañías subsidiarias que reunía la familia de la bell system de AT&T.

El caso de AT&T costó a la compañía unos 360 millones de dólares durante los siete años que duró la investigación. Por el contrario, los directivos de International Business Machines Corporation (IBM) no revelaron lo que costaron a la compañía trece años de pleito, un expediente de 104.000 páginas y unos 66 millones de documentos consultados durante la investigación de la sección antimonopolios del Departamento de Justicia sobre la mayor empresa mundial de ordenadores.

Todo empezó para IBM el último día de la Administración Johnson, el 17 de enero de 1969, cuando comenzó la investigación que debía determinar si el control por IBM de casi el 75% del mercado de ordenadores norteamericano se había alcanzado con prácticas de carácter monopolístico.

El "gigante" IBM no actuó ilegalmente

La conclusión hoy de la Administración Reagan es que "la posición predominante de IBM no se ha alcanzado ilegalmente". También reconoce que las cosas han cambiado con la entrada en el mercado estadounidense de la enorme competencia japonesa y de otras empresas innovadoras que han estimulado a IBM a interesarse incluso por los sectores de ordenadores pequeños, destinados a la pequeña empresa o al uso familiar. Hoy, IBM sigue siendo la primera firma en el sector, controlando el 58% del mercado en EE UU.No todo el mundo parece estar de acuerdo con la decisión del Departamento de Justicia en el asunto de IBM, denunciándose en algunos casos que la Administración Reagan ha perdido la oportunidad de evitar la cartelización del mercado de ordenadores en EE UU al dejar las manos libres a IBM.

Curiosamente al paralelismo en el anuncio sobre los históricos affaires de AT&T e IBM, ambas compañías pueden encontrarse próximamente en competencia en el mercado de la informática y las telecomunicaciones ante las estratégicas globales hacia nuevos productos que, en materia de telecomunicaciones e informática, avanzan hoy a pasos agigantados en Estados Unidos y en el resto de países industrializados, en lo que se considera la revolución industrial de las próximas décadas.

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