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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Hacia una facultad iberoamericana de Medicina

Una misión científica de la Fundación Jiménez Díaz desarrolló, entre septiembre y octubre, las Jornadas Médicas Españolas en Panamá, Santo Domingo y Puerto Rico. Esta es la séptima de las misiones enviadas por la Fundación a Latinoamérica durante los últimos años. Con ella se cierra un ciclo de Jornadas Médicas Españolas que abarca a todas las naciones de nuestra comunidad cultural.Las Jornadas Médicas Españolas tienen su origen en un propósito de actualización de la vocación latinoamericana de don Carlos Jiménez Díaz, de la que dio pruebas fehacientes a lo largo de toda su vida. Consideraba don Carlos que a la cultura hispánica correspondía una identidad en todos los ámbitos de la misma, incluidas las ciencias médicas. Los comportamientos humanos son, en todas sus manifestaciones, expresión de la clave cultural en que se inserta. También ante la enfermedad, con independencia de que existan enfermedades características de unas determinadas áreas geográficas, formas de sociedad y tipos de vida. El hombre interesa a la Medicina en su totalidad, o sea, en su misteriosa comunión de cuerpos y espíritus. Es posible que en algunas áreas culturales se propenda a ver al hombre-enfermo como individuo. En la cultura latinoamericana, el hombre-enfermo reclama ser entendido como persona. Podrá parecer esta distinción alambicada o abstrusa. Pero, sin entrar en mayores pormenores, los cuales no son del caso, admitamos la evidencia de que la civilización occidental es individualista, en tanto que la cultura española gira en torno a la exaltación ce la persona como fundamento de su peculiar sistema de convivencia. Un hecho tan fundamental y decisorio impregna necesariamente a la Medicina.

Una de las fundamentales confirmaciones ceducidas por las misiones científicas de la Fundación Jiménez Díaz, en el curso de las Jornadas Médicas Españolas en Iberoamérica, ha sido la existencia de un común entendimiento de la Medicina, la cual se manifiesta de manera ostensible en la Medicina hospitalaria. El hombre-enfermo y el hombre- sanitario (los médicos y quienes con ellos colaboran) son protagonistas de un tipo de relación, y por tanto de mutuas exigencias, diverso del que se da, por ejemplo, en el área cultural anglosajona. Y esa relación personalizada es tanto o más esencial que la disposición de técnicas puestas al día, las cuales sí son intercambiables.

Las Jornadas Médicas Españolas, celebradas con la ayuda inestimable del Instituto de Cooperación Iberoamericana, tuvieron por escenario los centros hospitalarios más caracterizados de las distintas naciones, por lo general vinculados a sus respectivas universidades, y contaron con el respaldo de los ministerios correspondientes. En casi todas partes, las misiones científicas encontraron en dichos centros hospitalarios y en la administración sanitaria relevantes personalidades médicas que se habían formado en la Fundación Jiménez Díaz y en facultades de Medicina españolas. La tarea científica emprendida contó, por consiguiente, no sólo con un lenguaje cultural común, sino también con una identidad conceptual de la Medicina.

A partir de la inauguración, en 1955, de sus actuales instalaciones, la Fundación Jiménez Díaz dio nuevo impulso a la formación de posgraduados. Poco más tarde fue instaurado el sistema de médicos residentes. La dimensión docente de la Fundación se completó luego mediante la integración de la enseñanza de los últimos cursos de la facultad de Medicina de la Universidad Autónoma. Se lograba así la lógica amplitud de una avanzada política de docencia en el ámbito hospitalario, integrada funcionalmente en las otras dos dimensiones de la moderna Medicina hospitalaria: la asistencia y la investigación.

El propósito de las Jornadas Médicas Españolas era el de exponer a los colegas de las naciones de nuestra común cultura las experiencias obtenidas por la Fundación Jiménez Díaz desde la creación, en 1955, de la Clínica de Nuestra Señora de la Concepción, en los espacios asistencial, docente y de investigación. Y, al propio tiempo, contrastarlas con las deducidas de las obtenidas en esos tres frentes por los respectivos centros hospitalarios latinoamericanos.

Los resultados de este debate científico son muy positivos y han permitido definir un cuadro extraordinariamente sugestivo de identidades, así como la necesidad de dar forma institucional a unos sitemas comunes y a unos cauces estables de comunicación en los ya mencionados aspectos de la asistencia, la docencia y la investigación.

Un especial interés se dedicó al problema de la formación de posgraduados y a los sitemas de selección de éstos través de sus misiones científicas, la Fundación Jiménez Díaz ha colaborado en la realización de la Prueba Internacional para la Preselección de Residentes Iberoamericanos en los hospitales docentes. La experiencia aportada por nuestras misiones científicas ha permitido anticipar en aquellas naciones los mecanismos idóneos para paliar un grave problema al que hacen frente en este momento los hospitales docentes españoles, el cual, aunque a más largo plazo, diverso según las naciones, se planteará en toda la comunidad. Se trata de la limitada capacidad de absorción de especialistas en las varias ramas clínicas y quirúrgicas. La fuerte reducción de salidas dignas para los especialistas formados en los hospitales docentes y los inquietantes fenómenos de plétora ya aparecidos en España aconsejan una revisión del sistema formativo. Parece lógico suponer, en efecto, que los centros hospitalarios docentes no deban formar más especialistas de los necesarios para su propia renovación o posible crecimiento, y aquellos otros que puedan resultar de una valoración objetiva de las necesidades nacionales o de derivadas de convenios de libre circulación de personal sanitario entre las naciones de nuestra comunidad. Todo ello, naturalmente, sin perder de vista la conveniencia de mantener en todo momento unos márgenes racionales de competitividad y de capacidad docente.

Por una medicina autóctona

El estudio conjunto de todas estas cuestiones ha permilido diseñar un primer catálogo de necesidades comunes y concretar en términos muy positivos la realidad preexistente, aunque no suficientemente definida, de una Medicina iberoamericana. Para los componentes de las misiones científicas de la Fundación Jiménez Díaz resultó muy satisfactorio que nuestros colegas latinoamericanos avanzaran una propuesta que confirmaba la validez de una idea que don Carlos acarició durante muchos años: la creación de una escuela de Medicina Iberoamericana.

Los miembros de los centros hospitalarios más caracterizados de cada nación abogaron por la creación de una facultad Iberoainericana de Medicina en la que, a partir de un común lenguaje cultural, puedan los profesionales de nuestros pueblos mantener un diálogo sincero, profundo y fructífero, a partir de un permanente intercambio de saberes, métodos y prácticas. La Fundación Jiménez Díaz ha acogido la idea con el lógico entusiasmo y, pese a las dificultades que en la actualidad afectan a los centros hospitalarios, ha asumido el compromiso de intentar una primera y válida respuesta a esta importante iniciativa.

El doctor J. López Varela es jefe de docencia de la Fundación Jiménez Díaz.

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