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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El 40%, una nueva cotizacion en los medicamentos para los asegurados

En términos generales se puede decir que cuando se lleva a cabo una acción puede ser: determinante y determinada. En el primer caso, sería aquel tipo de actuación que, bien sea a corto, medio o largo plazo, va a determinar unas consecuencias, en mayor o menor medida, ligadas a esa acción concreta. Por el contrario, las acciones determinadas serían esas consecuencias externas que pueden ser evaluadas de muy diversas maneras. Este tipo de acciones pueden encadenarse en niveles dialécticos y se tornan fundamentales cuando se intenta construir algo, sobre todo si se sigue una norma impositiva.En esta situación preconstructiva se encuentra, en el momento actual, la sanidad española: se dictan normas, luego una ley prerreforma en líneas generales, y se continúan dictando normas.

Para analizar la repercusión social de estas normas hay que convenir que hay tres niveles dialécticos para concebir la salud, y entre ellos se enlazan con unos eslabones de transición:

El primer nivel es el más rudimentario: asimila salud a falta de enfermedad. Por esta concepción reduccionista es por lo que toda desviación de la normalidad es un síntoma, pero éste queda reducido a una concepción semiológica, es decir: síntoma es una desviación de la normalidad, pero con una connotación patológica. De esta forma se le adscribe a un síndrome y/o enfermedad, y hay que tratarlo para «recuperar» la salud. Este nivel simplista obliga a un intervencionismo médico constante vía la actuación medicamentosa, y la sociedad piensa que no recuperará la salud si no se obtiene el «tratamiento adecuado». Así se concibe el endiosamiento y posterior caída de la figura del médico, el aumento del gasto medicamentoso, el nuevo ídolo/ medicamento, la perpetuación-mutación del síntoma, el tecnicismo creciente, la falta de participación popular, etcétera.

El segundo nivel se sitúa en la potenciación de dos actividades, no por necesarias menos parciales: la medicina preventiva (tal y como se concibe hoy) y la educación sanitaria. Si el nivel primero era tecnicísta y reduccionista, este segundo sería tecnocrático y paternalista. Es decir, se basaría en el conocimiento de las enfermedades, nos da unas vías de actuación «previas» (?) según el mecanismo de acción (?) ¿le la noxa que ocasiona la enfermedad. Si esta situación es enseñada (?) y difundida (?) por el personal «adecuado», entonces ocurrirá un «ahorro». Es la situación de: «No te preocupes, hijo, que aquí está tu padre (que tiene experiencia) y te pondrá en la pista de la vida de una forma adecuada y con el debido respeto a tus mayores». En el anterior nivel, el prestigio del médico se iba deteriorando; en el presente, se pretende ganar el terreno perdido.

Por fin, el último nivel se sitúa en el cual la salud se liga a algo por conseguir, a una mejora objetiva de las condiciones de vida, a una actitud de replanteamiento diario de la unión entre el bienestar físico, psíquico, social, cultural y económico, político y participativo, etcétera. En este nivel, el síntoma ya es concebido en un sentido semiótico, es decir, desviación de la norma sin ninguna otra connotación. El síntoma, la enfermedad, no es algo individualizado e individualista, sino una actitud social, y como tal hay que analizarlo y solucionarlo. La sociedad participa y defiende sus intereses porque es de todos y ellos lo han conseguido, a diferencia del segundo nivel, en que ha sido donado. El medicamento es un medio paliativo, no un fin, como en el primer nivel. El médico es el técnico, pero uno más del equipo interdisciplinario y mixto que actúa en la salud.

En España nos encontramos en el primer nivel, e intentan desde el ministerio pasarnos (vía decreto) al segundo nivel y, a ser posible, que nos estabilicemos en él.

Ciñéndonos a las repercusiones de la subida al 40% en la parte a abonar por los asegurados en los medicamentos, quisiera ponerlo en relación con todo lo anteriormente expuesto, para que así se comprenda la acción determinada y determinante que comporta esté tipo de decreto, que entra en vigor de forma altamente «democrática».

Esta acción del Gobierno es, en primer lugar, una acción determinada, pues es la consecuencia de la concepción ideológica que subyace en su concepto de asistencia sanitaria, dentro del actual equipo gubernamental. Es decir: continuar con acciones equívocas y a la par contundentes, claras e inequívocas (valga la paradoja).

Se nos dice que el paro aumenta a grandes pasos y desborda el presupuesto que se había calculado para el desempleo. Por ello se toman unas medidas de «saneamiento», entre ellas (no, no crean que potenciar el pleno empleo), para paliar el déficit, el aumento del 33,33% en el pago de las medicinas por parte del asegurado (digo 33,33%, porque del 30% anterior al 40% actual va un 10%, que representa 1/3 -33,33%- con relación al pago real anterior). Eso significa que el trabajador es el culpable del paro porque es «malo», entonces se convierte en ente potencialmente patógeno, el cual hace que los patrones (que siempre son «buenos») se arruinen, con lo cual no cotizan (pobrecitos) a la Segpridad Social y haya menores ingresos, a la par que un aumento de gastos por el pago del seguro de desempleo, así que se culpabiliza a la clase trabajadora y se la obliga a pagar sus «malas» acciones. Además lo hacen donde más «duele» (con perdón): uniendo, para aumentar más el confusionismo, seguridad social al medicamento, y éste, a la asistencia médica, que a su vez se convierte en culpable de todos los males del paro, de la crisis económica, de la quiebra de empresas, etcétera. Como ven, la jugada es siempre la misma: el Gobierno culpa a la clase trabajadora de los males y del paro, luego ésta tiene que pagar esos males sea como sea y a costa de lo que sea.

Pero tenemos en la jugada, al menos, otras dos variables: sobre pasa ya la mitad de año y la elevación de las tasas no repercute en los índices del coste de la vida para la revisión salarial, pero además estos precios dudo se incluyan en ese índice, puesto que el «precio medicamento » es el mismo, y lo que sube es el aporte del asegurado, con lo cual se convierte en un nuevo impuesto/ cotización o como mil rayos se quiera llamar. Es más, este aumento hará engordar unas arcas de una forma muy curiosa: no se controlará por el Parlamento, pues sus gastoslingresos se incluirán en la partida de gastos de medica mentos y no en ingresos extraordinarios. Todo es una falacia que hay que desenmascarar para que salgan a la luz las razones ideológicas que subyacen bajo esa actuación.

Pero, además, esta actuación es determin ante, pues su impopulari dad hará que el sufrido asegurado se vuelva más reticente y desconfiado y, por ello, haga valer su creciente descontento sobre actuaciones meramente coyunturales y nunca sobre acciones de base. Este descontento lo hará extensivo a la sanidad pública (que nada o muy poco tiene que ver) para que así el ministerio y el equipo gubernamental logren imponer su definitiva ley: la privatización de la asistencia sanitaria y sus prestaciones de forma creciente, a paso lento pero seguro.

Así determinará que la clase trabajadora se fije en la acción concreta y el bosque te impida ver los árboles; es decir, continuar con el tránsito del primero al segundo nivel. Con ello seguimos siendo el sexto país del mundo en consumo de medicamentos, tanto en números absolutos como en relativos per cápita. Con ello seguirán aumentando las 18.000 especialidades farmacéuticas registradas (Reino Unido: 3.000, Francia y Alemania: 5.000, y la OMS dice que con 250 basta y sobra). Con ello se aleja la posibilidad de la participación popular en el control de la salud. Con ello se (i)«legitimiza» un tipo de acción: la medicina (pretendidamente) curativa, todo lo más, paliativa.

Pero hay que decirlo a los trabajadores y a la población para que ellos ayuden a ese desenmascaramiento de ideología subyacente; hay que decir que la propia OMS dice que la consecución de la salud no sólo depende del sector sanitario; hay que decir que la OMS dice que serán las industrias farmacéuticas las que se opondrán a un empleo racional de los medios, hay que decir que la OMS avisa que los sectores profesionales y políticos se opondrán a este tipo de acciones integrales e integradas; hay que decir que la OMS insta a salir a los medios de comunicación de masas a entablar estos debates.

Mientras el ministerio de UCD sigue con el decreto ley, en verano, aumenta la cotización que determinará su fin último: privatizar (una cosa más).

José Luis Pedreira Massa es pediatra de zona de la Seguridad Social.

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