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Seis guardias civiles, asesinados por un comando terrorista en una emboscada en el País Vasco

De «intento desesperado por imposibilitar las elecciones al Parlamento Vasco» calificó Carlos Garaikoetxea el atentado que costó ayer la vida a seis guardias civiles, víctimas de una emboscada contra un convoy que transportaba material militar y en la que también murió uno de los miembros del comando agresor.

El atentado se produjo hacia las ocho y veinte de la mañana, en la carretera montañosa que, bordeando la costa, une las localidades vizcaínas de Ea e Ispáster. A esa hora circulaba por el lugar -distante unos siete kilómetros de Lequeitio- un convoy compuesto por dos vehículos de la fábrica de armas Esperanza y Compañía, de Marquina (Vizcaya), y dos Land Rover de la Guardia Civil que escoltaban la carga -tres morteros y su munición correspondiente transportada en uno de los vehículos citados en primer lugar. El orden de circulación era: primero, una camioneta de la empresa, con diverso material de señalización para las pruebas técnicas de homologación que iban a realizarse en la playa de Laga con los tres morteros. El vehículo que portaba dichas piezas, situado en tercera posición en el convoy. iba inmediatamente precedido y seguido por sendos Land Rover de la Guardia Civil, con tres números de dicho cuerpo en cada uno de ellos.Al llegar el convoy a una pequeña recta de unos cien metros, situada entre dos de las numerosas curvas de la carretera, el primero de los dos vehículos policiales era alcanzado por una explosión, al mismo tiempo que, desde la ladera opuesta, eran ametrallados los dos Land Rover de la Guardia Civil. El primero de estos vehículos, en el (que podía apreciarse el efecto de la primera explosión y decenas de impactos, fue a estrellarse contra un árbol, a la derecha de la carretera en el sentido de la marcha.

El segundo coche policial resultó también alcanzado por los disparos -realizados, al parecer, con fusiles Cetine y metralletas-, quedando igualmente varado en la cuneta de la parte derecha de la carretera. Al parecer, aunque este extremo no ha podido ser totalmente confirmado, uno de los miembros del comando se dirigió en ese momento al segundo Land Rover de la Guardia Civil, con el fin de lanzar en su interior una granada de mano. Dicha granada, o bien le explotó en las manos antes de ser lanzada, o bien, una vez lanzada, su onda expansiva le alcanzó de lleno. La primera hipótesis parece más verosímil, dado el efecto causado por la explosión en su cuerpo, una de cuyas manos fue hallada debajo del vehículo, quedando totalmente descarnada la otra.

"Soy de ETA. Traemos un herido"

Veinticinco minutos después del atentado, un joven se asomaba a la puerta del bar Uriarte, más conocido como taberna Zahar (taberna Vieja). en la plaza del barrio de Natxitua -a seis o siete kilómetros del lugar del atentado-, y dirigiéndose a la propietaria, Karmele Uriarte, le decía en euskera: «Soy de ETA. Traemos un herido. Avise al médico.» La señora Uriarte se introdujo en el interior de la vivienda, contigua al bar, donde su hija Concha se encontraba en ese momento vistiendo a dos nietas de la primera, de corta edad. Fue Concha quien inmediatamente llamó por teléfono al médico de la localidad. Al salir, acto seguido, del bar encontraron aparcado frente a la puerta un coche Simca 1200. de color blanco, matrícula de Bilbao 7249-L, en cuyo interior, tendido en el asiento trasero, se encontraba un joven de unos veintiocho años con el vientre reventado y mutilado de la mano izquierda. El cuerpo del joven tenía la mano derecha casi totalmente descarnada y presentaba también una profunda rasgadura en una pierna. En ese momento, las nueve menos cuarto de la mañana, el médico sólo pudo certificar el fallecimiento.

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Mientras tanto, varios vehículos de la Guardia Civil de los puestos próximos se dirigían al lugar donde se había producido el ametrallamiento, encontrando los cuerpos sin vida de sus seis compañeros. A las doce menos cuarto del mediodía, hora a la que comenzaron a llegar al lugar los informadores, los cadáveres de los tres guardias que viajaban en el Land-Rover que cerraba la marcha habían sido trasladados ya, en sendas ambulancias, al cuartel de La Salve, en Bilbao. El juez de Guernica ordenaba en ese momento el levantamiento de los otros tres cadáveres, que, totalmente acribillados, se encontraban todavía en el primer vehículo policial. Este presentaba en su parte delantera derecha lo que parecían efectos de una explosión producida bajo el chasis y numerosos impactos de bala. Un habitante de un caserío cercano comentó haber oído una explosión y, «por lo menos, doscientos disparos en ráfaga». En las proximidades quedaban todavía algunos casquillos de bala marca SF, calibre 9 Parabellum.

Los terroristas abandonaron el material bélico capturado

Para entonces, la Guardia Civil había encontrado abandonado a un kilómetro del lugar del atentado el vehículo de Esperanza y Compañía que transportaba el material bélico que los técnicos se disponían a probar en la cercana playa de Laga. En su interior, según una nota facilitada horas después por la comandancia de la Guardia Civil, se encontraba todo el material robado: dos morteros de 81 milímetros, un mortero de sesenta milímetros y una treintena de granadas lastradas que iban a ser utilizadas como munición en las pruebas previstas. La misma nota de la Guardia Civil añade que, al parecer, otro miembro del comando agresor se encuentra herido.

El cadáver del joven abandonado, identificado después como Gregorio Olabarría Bengoa, natural de Durango, presunto miembro liberado de la rama militar de ETA y buscado por varios delitos, iba vestido con unos pantalones vaqueros y una zamarra de color verde, similar a la del uniforme de la Guardia Civil. Sus botas de monte, aunque húmedas, apenas tenían restos de barro. En el momento en que, a la una del mediodía, el juez de Guernica ordenaba el levantamiento del cadáver, el joven llevaba todavía puesto un chaleco antibalas, con una inscripción en inglés. También llevaba una sobaquera para pistola, aunque no el arma.

Los seis guardias civiles muertos

Los seis guardias civiles muertos, pertenecientes al destacamento con base en Lequeltio, son los guardias segundos Antonio María Gamero; José Pérez Castillo, José Gómez Martiriano, Victorino Villamor González y Alfredo Díaz Marcos, y el conductor José Gómez Trillo. Su misión era dar escolta a los materiales producidos en la fábrica de armas Esperanza y Compañía, de Marquina, que periódicamente son probados, para su homologación, en la playa de Laga, situada en la desembocadura de la ría de Guernica.

lnmediatamente después de conocerse la noticia, el ministro del Interior, señor Ibáñez Freire, y el director de la Seguridad del Estado, Salazar Simpson, se desplazaron, a bordo de un avión Mystere de la fuerza aérea espanola, a Bilbao, en cuyo aeropuerto fueron recibidos por el gobernador civil de Vizcaya, señor Jiménez López. Las tres personalidades, junto con otras autoridades civiles y militares, permanecieron durante toda la tarde en la sede del Gobierno Civil, donde, a primera hora de la noche, se entrevistaron con el presidente del Consejo General Vasco, Carlos Garaikoetxea.

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