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Entrevista:

"La economía mundial no aguanta nuevas alzas del petróleo"

Suele decir siempre lo mismo: «Que la economía occidental no aguanta más alzas petrolíferas, que si la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidiese nuevos aumentos provocaría un auténtico colapso de la economía mundial y que es necesario recurrir a la energía nuclear para asegurar nuestro desarrollo económico.» Pero lo dice con convicción, casi con fe, y, sobre todo, con datos que apuntalan sus afirmaciones. Guido Brunner, comisario europeo responsable de cuestiones energéticas, pronunció el jueves una conferencia en la Universidad de Oviedo. A su paso por Madrid dialogó con .

PREGUNTA. ¿Cómo se podría caracterizar la actual coyuntura energética en los países industrializados?RESPUESTA. Mal. En los seis primeros meses de este año el consumo petrolífero de la Comunidad Económica Europea (CEE) superó en un 7,5% el consumo durante el mismo período de 1978. Esto significa que, al importar quince millones más de toneladas de las previstas, estamos lejos de cumplir el objetivo de un 5% de ahorro que nos habíamos fijado y que tendremos, en la segunda parte de este año, que intensificar nuestros esfuerzos para economizar energía y estabilizar nuestras importaciones hasta 1985 en 470 millones de toneladas anuales, como nos comprometimos en Estrasburgo y Tokio.

P. Sin embargo, ¿ahora no hay penuria?

R. No; a pesar del incremento de las importaciones europeas, debido, en gran parte, al reabastecimiento de los stocks antes del invierno, no nos encontramos en una situación de penuria. El déficit de la producción iraní, estimado en nos tres millones de barriles diarios, está siendo principalmente compensado por el incremento de la producción saudí y, aunque en menor medida, por México y Venezuela.

P. ¿Permite esta relativa «relajación» del mercado ser optimista de cara a las próximas conferencias de la OPEP?

R. La economía mundial no aguantará más subidas de los precios petrolíferos. En menos de un año, desde el otoño de 1978 a julio de 1979, el precio del crudo aumentó tanto como en el período que se extiende de 1973 a mediados de 1978, concretamente unos ocho dólares por barril. Este año los países de la OPEP obtendrán unos ingresos petrolíferos de más de 120.000 millones de dólares, cantidad con la que podrían comprar todas las acciones de todas las empresas de Alemania Federal. Jamás en la historia de la humanidad se ha redistribuido sin violencia tanta riqueza en tan poco tiempo. Por eso, y para que no se llegue a un auténtico colapso de la economía mundial en el que todos tendríamos que perder, incluso los países productores de petróleo, es necesario instaurar un clima de confianza recíproca entre productores y consumidores e intercambiar datos sobre la marcha de nuestras economías.

P. A este propósito, usted inició un diálogo a finales de junio, después de la última conferencia de la OPEP, con los países productores de petróleo. ¿Qué ha sido de él?

R. No me atrevería a hablar de diálogo, sino más bien de meros contactos a nivel de expertos, cuya continuación estamos preparando, pero no creo que se puedan poner en práctica antes de diciembre.

P. De todas formas, el precio del petróleo no está sólo determinado por criterios económicos, sino también políticos. En este sentido, el jeque Yamani, ministro saudí del petróleo, y más recientemente el jefe de Estado libio, coronel Gadafi, han hecho serias advertencias vinculando el abastecimiento energético con el problema palestino.

R. No soy amigo de politizar las cuestiones energéticas. En Oriente Próximo se registran pequeños progresos en cuanto a los cauces que permitan aplanar las divergencias. También el hecho de que tanto en la CEE, en EEUU y en la misma región del conflicto las posturas se aproximen, constituye un dato positivo.

P. Sin embargo, ¿no teme usted que la politización del petróleo podría tener otro origen: el bloque socialista? Algunos informes de la CIA, hechos públicos en Estados Unidos, aseguran que la URSS y el bloque socialista padecerán, en breve, cierta escasez energética.

R. Sí, y en este sentido las declaraciones oficiales del primer ministro checoslovaco sobre la incapacidad de la URSS de satisfacer la demanda energética del Comecon a partir de 1981 son reveladoras. Es probable que los países del Este, que dependen en un 90% para su abastecimiento energético de su «gran vecino», e incluso la propia URSS, ante la incapacidad de explotar sus recursos naturales -sobre todo en Siberia- con la rapidez necesaria a su desarrollo económico, adquieran cada vez más petróleo fuera de su órbita. Estas compras repercutirán negativamente sobre el abastecimiento petrolífero y, por consiguiente, incidirán negativamente sobre los precios e incrementarán la rivalidad política en las zonas petrolíferas.

P. La culpa de las alzas petrolíferas ha sido generalmente achacada al cartel de la OPEP y, en concreto, a los países árabes productores; pero ¿no cree usted que EEUU tiene también una enorme responsabilidad al haber duplicado sus importaciones petrolíferas en sólo diez años, propiciando casi una situación de penuria?

R. Desde que falló el intento de Nixon de reducir la dependencia energética de Norteamérica el consumo se ha disparado, situándose per capita, en EEUU, en un 200% por encima de Europa. Queda ahora por esperar que EEUU movilice su enorme máquina industrial para utilizar sus propios recursos energéticos, empezando por los de Alaska, y para desarrollar energías alternativas. Por de pronto, se han realizado recientemente grandes progresos en el abaratamiento de las células solares. Creo que dentro de poco nos quedaremos en definitiva sorprendidos por la rapidez de reacción de la economía estadounidense para reconvertirse y reducir su dependencia.

P. Sin embargo, para llevar a cabo esta reconversión energética, EEUU no parece, en contra de lo que usted preconiza en Europa, tener intención de recurrir masivamente a la energía nuclear. Prueba de ello, el famoso discurso energético de Jimmy Carter de julio pasado, en el que no mencionó la solución nuclear.

R. Le recordar que pocos días después de ese discurso el presidente Carter abogó -aunque con prudencia-, en una alocución pronunciada en Kansas City, por el desarrollo de la energía nuclear en su país. Además, Europa no es EEUU, porque carece de recursos naturales. La opción nuclear es, en el «viejo continente», imprescindible, con tanta mayor razón, que en la CEE se crearán en estos próximos años 120.000 empleos nuevos gracias exclusivamente a la energía nuclear y 270.000 gracias a inversiones conexas. Por si fuera poco, le recordaré que desde la puesta en funcionamiento de la primera central nuclear en Europa no hemos tenido que lamentar ni un solo muerto. Insisto: en Europa no podemos renunciar a la energía nuclear. Negarlo sería ingenuo o deshonesto.

P. Volviendo al origen de las subidas de los precios petrolíferos, una pjegunta anterior responsabilizaba parcialmente a EEUU, pero, ¿no cree usted que la CEE, al permitir el funcionamiento de dos mercados libres del petróleo en Génva y, sobre todo, en Rotterdam, donde el petróleo se cotiza a precios superiores a los fijados por la OPEP y que sirven de «termómetro» alcista para muchos países productores, tiene también algo de culpa?

R. Desde hace algún tiempo se registra una situación de estabilidad en los mercados libres de ambas ciudades. Por otra parte, las transacciones de estos mercados representan apenas un 5% del consumo global de Europa y estos mercados cumplen una función al permitir la adquisición de crudos para suplir un déficit o vender excedentes. En definitiva, facilitan la regulación del mercado.

En cambio, sí me parece necesario que no sirvan de «termómetros», es decir, que sus precios no inciten a los países productores a subir sus propios precios para que se aproximen a los de Rotterdam o incluso a vender directamente en el mercado libre -con tal de obtener mayores beneficios- crudos en un principio destinados a otros mercados. La transparencia de las transacciones propuesta por la comisión, y cuyo principio fue adoptado en Luxemburgo en junio debería permitir el saneamiento de estos mercados.

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