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Más de 12.000 jóvenes delincuentes son detenidos cada año

«La delincuencia juvenil no es más que una consecuencia de las condiciones sociales. Habría que realizar profundos cambios en la sociedad para eliminar sus causas y buscar otras estructuras para resolverla. Cuando se trata de delincuencia juvenil sería interesante sustituir el término delincuente por el de inadaptado.» El presidente de Cáritas Española, José María de Prada, expresó estas consideraciones en una rueda de prensa que se celebró ayer para presentar el simposio sobre «Inadaptación y delincuencia juvenil», organizado por esta institución, que tendrá lugar entre los próximos días 14 y 17 en el Instituto Nacional de Psicología Aplicada.

En la rueda, a la que asistieron varios de los ponentes que participarán en el simposio, se trataron, en líneas generales, algunos de los temas que se desarrollarán más ampliamente en el transcurso del mismo: rasgos y dimensión de la delincuencia juvenil, causas sociológicas y psicológicas, consecuencias personales y sociales, su prevención y tratamiento en España y en otros países, y experiencias concretas en reeducación e integración social de jóvenes delincuentes.Las cifras que reflejan el incremento de la delincuencia juvenil hablan por sí mismas: en el período 1966-75 la población reclusa menor de veintiún años aumentó un 43,3%, mientras que la población adulta experimentó un incremento medio anual del 14.8%. En total fueron detenidos 12.660 jóvenes, el 50% de ellos con menos de dieciséis años.

Causas de la delincuencia

¿Cuáles son los motivos que llevan a los jóvenes a delinquir? Aunque sus motivaciones son muy complejas y dependen de cada tipo de delito, como hicieron notar los expertos sobre el tema, se pueden distinguir tres grupos fundamentales de causas. En primer lugar, un ambiente social y económicamente adverso: el 65% de los delincuentes juveniles viven en suburbios y el 88% son hijos de trabajadores manuales de condición muy humilde. Los problemas familiares son otro de los principales focos de inadaptación y delincuencia: el desamparo afectivo en la infancia, la incomunicación entre padres e hijos, los hogares rotos, etcétera. En el tercer grupo de causas se encuentran las múltiples motivaciones que proporciona una sociedad altamente consumista, competitiva y materialista en la que la búsqueda de la felicidad es exclusiva norma de conducta.La influencia de los medios de comunicación en el crecimiento de la delincuencia juvenil fue uno de los temas concretos que se abordaron en el transcurso de la rueda de prensa.

«En Estados Unidos se han hecho varios importantes estudios sobre esta cuestión, pero ninguno de ellos llega a una conclusión definitiva», señaló el doctor Rof Carballo. «Se ha observado una influencia negativa, pero también unos efectos positivos, como de catarsis o liberación de la agresividad, que se contraponen a los efectos de imitación.»

El profesor Díaz Villasante apuntó que uno de los motivos de delincuencia es la confusión sexual que moviliza las cargas homosexuales de la sociedad. «Las películas de sexo -dijo- están destruyendo la figura de la mujer como madre, como apoyo y protección.»

Por otra parte, Francisca Julio, investigadora que se dedica a estudiar la reeducación de jóvenes inadaptados, afirmó que cada vez son más los jóvenes que reaccionan de forma positiva ante las constantes invitaciones a la droga a los excesos de agresividad, alcohol, sexo, etcétera.

«Lo que se busca es tener un grupo social sobre el que descargar los sentimientos de culpabilidad colectiva», dijo. «Habría que revisar el concepto de cultura social en el que estamos inmersos, porque es un hecho que a los jóvenes que se rebelan contra él sólo se les ofrece dos alternativas: ser integrados en el sistema o etiquetados como delincuentes», señaló el sociólogo Rafael Canales.

La responsabilidad del juez

En cuanto a la actuación de los jueces, a quienes se ha responsabilizado en ocasiones de no enfrentar con eficacia el problema de la delincuencia juvenil, el juez Miguel López-Muñiz dijo: «Las leyes no son sólo buenas o malas en sí mismas. Para que una ley sea buena es necesario que el juez cuente a la hora de aplicarla con los medios necesarios en un contexto social adecuado.

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