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Agonizan las marismas del Guadalquivir

Los defensores del Parque Nacional de Doñana -que con sus 39.225 hectáreas supone casi la mitad del territorio dedicado en nuestro país a este tipo de zonas protegidas exigen como primer paso para detener la progresiva destrucción de esta reserva natural:- La paralización de las obras de desecación de las marismas de la zona de Almonte, al norte del parque nacional, peligro máximo que amenaza a Doñana, ya que al bajar el nivel de las aguas se secarían las marismas y lagunas.

-La revisión del Plan de Ordenación Territorial de la zona de Almonte, que permite urbanizar gran parte de la costa del parque.

-La adquisición por el Estado de todo el territorio que integra el parque nacional, ahora en manos privadas, excepto una pequeña parte, la Reserva Biológica, propiedad del CSIC.

El valor de esta zona húmeda

El área de Doñana está reconocida internacionalmente como una de las mayores reservas biológicas de Europa. Su aislamiento le ha permitido conservar hasta nuestros días especies muy raras o prácticamente extinguidas en Europa, como el águila imperial, el lince mediterráneo o el meloncillo. Su situación geográfica le convierte en el Último refugio invernal de Europa de cientos de miles de ánsares y anátidas, así como otras muchas aves. En Doñana crían los flamencos y las espátulas. Pero sus valores no se limitan a la fauna. La variedad de ecosistemas que se concentran en este territorio lo transforman en un laboratorio único para los; investigadores. Así, el cordón litoral de dunas móviles, con sus corrales de pino piñonero, la zona de arenas estabilizadas, la marisma propiamente dicha y la zona de transición entre la zona arenosa y la marisma. Todas estas características, al margen de los valores estéticos, fueron las que indujeron a la Administración española a declarar el Parque Nacional de Doñana en el año 1969.La utilización tradicional del área de Doñana ha sido la caza. Esa explotación sólo coexistió con el pastoreo y ligeras extracciones forestales. Durante varios siglos Doñana perteneció a la casa de Medina Sidonia. En 1912 la finca fue vendida, pasando posteriormente al duque de Tarifa; luego, por herencia, al marqués de Borguetto, y por distintas herencias, a la situación actual.

Precisamente el que un parque nacional sea propiedad privada es uno de los factores que amenazan la supervivencia de Doñana. Sus dueños actuales (ver gráfico) han dejado de considerar esta propiedad como un lugar para divertirse cazando y centran su interés en sacarle dinero, aun a costa de la destrucción del paraje. Los propietarios de la Punta de las Marismillas, que inexplicablemente lograron quedar fuera de los límites del parque nacional, pretendían construir una urbanización en su propiedad, de ahí que ellos fueran los máximos defensores de la proyectada carretera litoral que uniría Cádiz con Huelva por la línea más recta, y menos poblada, que se puede trazar entre ambas ciudades. La prensa local realizó tal campaña que hasta los pueblos de la zona norte del parque, por los que ahora pasará la carretera, opinaban que debería pasar por las dunas. Estos propietarios, en su finca de las Marismillas, dentro del parque nacional, organizan periódicamente cacerías de ánsares, y el pasado verano realizaron una tala de pinos que, según los expertos, fue cinco veces superior a las posibilidades, de producción del bosque afectado. Tanto las talas como la caza están prohibidas dentro de los parques nacionales, pero consultado el ICONA sobre estas irregularidades, el menciona do organismo argumenta que en caso de aplicar la ley habría que indemnizar, y no tiene presupuesto para ello.

El cerco de las urbanizaciones

La urgencia de una gestión pública de esta zona queda bien pa tente en la continua expansión de la ya existente urbanización de Matalascañas. En el momento de la constitución del parque nacional, en 1969, se excluyó expresa mente una banda costera de un kilómetro de ancho, que ocupa la fachada litoral y separa al parque del mar. Esta exclusión obedecía a una política de urbanización que pretende repetir en Doñana los errores de hormigonado lineal de otras zonas turísticas. Actualmente los siete kilómetros iniciales, contados desde Torre de la Higuera, son propiedad del complejo turístico Playa de Matalascañas, SA, donde unos cuatro kilómetros ya han sido construidos y el resto proyectados. Hace escasos días la sociedad GECOVISA anunciaba, mediante unos folletos, la «promoción de un pueblecito andaluz en primera línea de playa en Matalascañas». Según el folleto, «la primera fase del proyecto la componen 198 casitas andaluzas unifamiliares ( ... ). La construcción está en avanzado estado, previéndose que para el verano podamos disfrutarla plenamente». «La segunda fase está compuesta por dos edificaciones en altura, que albergarán un total de noventa apartamentos con superficies de hasta 125 metros cuadrados.» La publicidad terminaba diciendo: «En consecuencia, pensamos que, con independencia del disfrute que pueda suponer unos apartamentos situados en el mismísimo coto de Doñana ... »

La realidad es que el coto de Doñana, es decir, el parque nacional, dejará de existir tras ser urbanizado, y, por tanto, nadie podrá disfrutar esa naturaleza que las inmobiliarias intentan vender a los amantes de la misma. Las marismas del Guadalquivir contaban con una superficie inicial de 136.000 hectáreas. En 1936 las circunstancias de esta zona, hasta entonces virgen, cambiaron totalmente. Al quedar el área clásica del cultivo de arroz, Valencia, en zona republicana, la necesidad de abastecimiento de la zona nacional inició la implantación de dicho cultivo en este área. En 1940 el Gobierno declaró de interés nacional los trabajos que se realizaban para la incorporación de las marismas a terrenos de cultivo normal, y encargó estas obras al Instituto Nacional de Colonización.

Actualmente están en cultivo o en vías de transformación 59.534 hectáreas, que representan el 43% del área; se cultivarán de secano 24.900 hectáreas, que representan el 18,28%, y quedan en estado natural 51.808 hectáreas, de las que 38.000 hectáreas han sido declaradas parque nacional, y está previsto llegar a las 40.100 hectáreas.

La gran preocupación de los defensores de Doñana es precisamente las 30.000 últimas hectáreas, que el IRYDA piensa poner en producción en 1978. Estas obras, en las últimas marismas colindantes con el parque nacional, supondrían, en caso de regarse con aguas del acuífero intermedio, la desecación del parque y con ello su muerte. En estos momentos ya ha sido cortado el aporte de aguas al parque desde el río Guadiamar, sin que quepa reponer tal aporte desde el Guadalquivir por su contaminación.

«Los proyectos de riego del IRYDA para la zona Almonte-Marismas», afirma el ecólogo, Fernando González Bernáldez, «deben estudiarse desde el punto de vista de sus repercusiones ecológicas y modificarse en consecuencia». No se contemplan soluciones para la llegada a la marisma de sustancias peligrosas tales como aguas conteniendo sustancias eutrofizantes y biocidas. Se sabe que estas últimas son muy peligrosas para las aves acuáticas, sobre todo en regiones de agua salada. «Así, en 1973, con motivo de una sequía, hizo su aparición el botulismo, que causó un gran desastre ecológico, con la muerte de miles de aves.

Urge una política de ordenación del territorio

«La situación actual del Parque Nacional de Doñana, afirmaba José A. Fernández Ordóñez, presidente del Colegio de Ingenieros Caminos, en el informe que es organismo realizó sobre Doñan es un ejemplo de la carencia de una política de ordenación del territorio y de la falta de coordinación las actuaciones sectoriales. Desgraciadamente, no es un ejemplo aislado, aunque sí es de los más graves.»Esperanzadoramente, parece ser que la actual Administración realiza esfuerzos tendentes a solución los diversos problemas de Doñana y de ordenación del territorio nacional en general. Según declaraciones efectuadas hace escasos días por el subsecretario de Obras Públicas y Medio Ambiente, Eduardo Merigó, la Comisión Interministerial del Medio Ambiente (CIMA) está trabajando ya en la preparación de un amplio informe que abarcará todas las implicación importantes del tema de Doñana. El señor Merigó, también comunicó la firme decisión de que la carretera Cádiz-Huelva no se construirá por la zona costera. No es, sin embargo, la carretera mayor peligro que atenaza Doñana, sino las urbanizaciones que se construirían a su lado y, de seguir así las cosas, éstas irán avanzando metro a metro, con o sin carretera general.

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