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El bienestar social no puede ser medido por el nivel de producción

ENVIADO ESPECIAL, El simposio sobre Calidad de Vida y Medio Ambiente celebrado en la Universidad bilbaína de Deusto, durante los pasados días del 21 al 24, fue clausurado con una polémica sesión en la que las posturas desarrollistas y las conservacionistas se vieron enfrentadas a través de las intervenciones de varios de los conferenciantes.

Por un lado, el economista británico, profesor Beckermann, enarboló sin ningún tipo de reparo la bandera de los que defienden el desarrollo industrial a toda costa, sin darle importancia a la destrucción del medio ambiente, a la contaminación o a la escasez de recursos; ridiculizó a los ecologistas, a los ornitólogos, tachó de extremistas a los que manifestaban en contra de la energía nuclear y llegó a negar los efectos nocivos del DDT.Su intervención -que fue ampliamente aplaudida por los numerosos empresarios que prácticamente llenaban la sala-, fue interrumpida enérgicamente por el científico holandés, doctor Hueting, quien sin poder contenerse interpeló al conferenciante desde su asiento, rompiendo de esta manera las normas de juego, que el moderador continuamente recordaba a los presentes, y que consistían en que las preguntas debían hacerse por escrito y recogidas por las azafatas uniformadas que vigilaban la sala. Tras un momento de confusión, el doctor Hueting fue autorizado a coger un micrófono en su calidad le conferenciante. Sus palabras coincidieron con las del profesor Barry Commoner, quien también se levantó de su asiento, y subió al estrado para rebatir punto por punto la conferencia de Beckermann.

Este incidente supuso una síntesis de los dos bloques de personas que asistieron al simposio de Deusto.

Con tal motivo, un grupo de doce asistentes al simposio escribieron una nota que entregaron a EL PAIS donde denuncian: «El carácter selectivo del simposio cuya cuota de inscripción era de 10.000 pesetas. La no presencia de ponencias alternativas del movimiento ecologista y ciudadano, así como de otros científicos y grupos de investigación con posiciones menos oficiales y más comprometidas con la calidad de vida de nuestra sociedad. Asimismo, denunciamos la falta de apoyo a grupos y científicos bilbaínos, así como de todo el Estado español, cuyas investigaciones se realizan sin ningún tipo de apoyo mientras se derrochan muchos millones en organizar simposios de este tipo. Denunciamos el interés evidente de la industria organizadora del simposio (Petronor) en la creación de una falsa conciencia ecologista que les lave las manos de la acción degradadora del entorno a la vez que mentaliza a la opinión pública para la necesidad de pagar la nueva factura que la industria anticontaminante nos prepara.»

Conclusiones del moderador

Finalizado el simposio, el moderador del mismo, José Miguel Azaola, leyó unas conclusiones finales y personales, pero que recogían con perfección lo que había sido el desarrollo de las jornadas. «En un orden general» dijo Azaola, «hemos oído sostener, con argumentos pertinentes, tesis dificilmente conciliables entre sí. En cambio, cuando se ha tratado de examinar los procedimientos que, en Londres o Pittsburgo, se han puesto en práctica para combatir con éxito lo que es especialmente significativo, la contaminación ambiental, o de los que se proponen combatirla en Bilbao, no hemos visto divergencias importantes, básicas, sino acaso simples diferencias de detalle, basadas mucho más en la diversidad de las circunstancias que en otra cosa».

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