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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Rubens

Me llamó Joaquín Soler Serrano para hablar de las gordas de Rubens por la tele. Las jais de Rubens, como él dice que diría yo. Rosa Mateo, que es una gran profesional, me da consejos al respecto:-En Televisión lo mejor es no destacar por nada, no desentonar, no triunfar demasiado. Quedar simplemente bien. Es la manera de durar.

-Lo que pasa es que yo soy un exhibicionista, un narcisista y un lanzado, según los delicados chicos de Clímax, y siempre tengo que dar el cante. Pero las palabras inteligentes de Rosa me han recordado las no menos inteligentes de Celia Gámez:

-En España hay que hacer un tipo de espectáculo que no moleste a las señoras.

A las señoras gordas, claro. A las gordas de Rubens. Porque seguimos siendo un matriarcado. Un matriarcado donde a la mujer se la explota y discrimina como en ningún otro país del mundo, salvo alguna tribu centroafricana. En Teleansón Española te ponen muchos controles, etiquetas y cosas, pero luego nadie sabe dónde está la redacción del programa correspondiente. El ujier y yo llegamos a tener una amistad íntima a base de recorrer pasillos kafkianos y cibernéticos. Yo ya me sentía un poco Anthony Perkins, y el Ujier se iba transformando en Orson Welles. Pablo Irazazábal sustituye gentilmente al ujier y trata de hacerme recorrer los mismos pasillos, pero en dirección contraria. Pero las señoras gordas y desnudas de Rubens no aparecen por parte alguna.

Yo sugiero recatadamente mi proyecto de vida particular:

-Y qué tal si nos diésemos una vuelta por el bar.

Y en el barestaba todo el mundo, claro, tomando pinchos de tortilla. Uno se conoce bien, no sólo el país, sino incluso Prado del Rey. Uno sabe que, en España, cuando no se encuentra alguien o algo, lo más directo es ir al bar. Cuando falla la oficina de información, el departamento de documentación, el registro de control y el Ministerio de ex Reguera, cuerpo, el último recurso es el bar. Por eso yo voy siempre a los bares directamente.

Esto no quiere ser un artículo contra la burocracia española, a lo Mariano José de Larra, que yo no soy Mariano José de Larra, que Larra hoy no se firma Fígaro, sino Cándido, y, por otra parte, la burocracia española -madrileña, concretamente- está en justa huelga contra la reforma administrativa, que les puede dejar en la mismísima rue.

Pero es que creo que nuestra sempiterna y abrumadora burocracia tiene mucho que ver con las gordas de Rubens, porque este es un país sedente donde la gente engorda en el escalafón, acunada de quinquenios. Las funcionarias hacen punto, los funcionarios hacen quinielas y los ujieres hacen de novela de Kafka, llevándole a uno por pasillos inexplicables y creándole a uno sicosis de Proceso. Al final del pasillo no aparecieron las gordas de Rubens, pero apareció una germana esbelta, Elke, que es buena amiga mía y que pone un poco de precisión europea en el laberinto novecentista-cibernético de TVE.

Por hablar de Rubens, por improvisar sobre, Rubens y sus gordas no me aforaron un duro claro, que la Teleansón es el sitio donde te pagan en abrazos al portador. Pero hay que pasearse de vez en cuando por los pasillos de aquella casa, querido y admirado Juan Cueto, para comprender mejor, aunque tú lo comprendes muy bien, porqué nuestra televisión es tan mala y tan caótica. Mientras el centro neurálgico del gran complejo informativo del país sea el bar nuestra tele seguirá teniendo una masa encefálica de tortilla de patata.

Las gordas de Rubens las tenía que haber pintado un español, porque son todas como la viuda en carnes de un funcionario español de segunda, que engordan con la felicidad de la viudez, pese a lo menguado de las pensiones Catherine Bassetti, norteamericana del estado de Washington, baila en una sala de la Gran Vía para pagarse la licenciatura de español, filma una película sobre España y nos traduce al inglés. Esas son las que no engordan, claro. En televisión me maquillaron y no he vuelto a quitarme el maquillaje. Voy a ir ya siempre maquillado, como Baudelaire. Que no se me note, como a otros, el viejo franquista que va debajo.

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