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Crisis en la Seguridad Social británica

Hay aspectos del Servicio Nacional de Sanidad británico que tienen en creciente descontento a los médicos. Un grupo de estudio dice que son los peor pagados de los nueve países de la CEE.De un tiempo a esta parte, los médicos de este país -encuadrados en su mayoría en el Servicio Nacional de Sanidad- se han venido quejando, cada vez más de disminución de la excelencia de los servicios en un sistema de cuidado del enfermo que siempre fue, desde su comienzo en 1948, la envidia del mundo.

El grupo de estudio, que se formó con el objeto de analizar los problemas éticos que tal «decadencia» plantea al facultativo, indica en su informe que son principalmente dos los motivos del descontento de los médicos con el Estado: la cuestión del sueldo y el empeoramiento de sus condiciones de trabajo. Estas últimas redundan en perjuicio del enfermo, dice el informe.

Más de una vez pensaron los médicos en recurrir a la huelga. Sus relaciones con el Estado se han hecho muy tensas en los tres últimos años. En noviembre de 1975, los 19.000 internos que prestaban sus servicios en hospitales llegaron a estar en huelga por espacio de diez días para apoyar su demanda de aumentos de salario. Otro procedimiento ha sido el de la huelga de celo, es decir, limitarse a cumplir exclusivamente la letra del contrato con el Estado, lo cual es particularmente desagradable en el caso de la profesión médica. Esto causó mucha controversia entre los 56.000 médicos encuadrados en el servicio estatal y el resto de la comunidad.

Los médicos dicen encontrarse en un conflicto de tipo ético, cuando por un lado tienen que hacer frente a sus responsabilidades hacia el enfermo y por otro, si quieren hacerlo bien, se ven obligados a protestar contra lo que consideran como una actitud de falta de interés por parte de las autoridades. Lo que hace falta -dice el informe- es que también el Gobierno reconozca su propia parte de responsabilidad hacia el enfermo.

Dicen también los facultativos que la política del Gobierno de ir aboliendo paulatinamente las 4.500 camas «de pago», que se reservaban en los hospitales gratuitos del servicio estatal para los enfermos particulares de los médicos que ejercen privadamente, redunda en perjuicio de la libertad de la profesión para ejercer a su gusto. Ha habido también quejas de que perjudicara a los hospitales puesto que las camas «de pago» suponían para ellos una fuente de ingresos adicional.

El grupo de estudio aboga por la instauración de algún mecanismo administrativo que elimine el conflicto entre la profesión médica y el Estado.

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