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Cuestión de nervios

El escritor argentino Martín Caparrós y el mexicano Juan Villoro mantienen una correspondencia durante todo el torneo y constatan que el balón sabe también mucho de amistad

Juan Villoro
Guillermo Ochoa, portero de México, tras el partido con Polonia.
Guillermo Ochoa, portero de México, tras el partido con Polonia.Moises Castillo (AP)

Martín querido:

Devuelvo la pelota al primer toque: el gesto más importante del Mundial ha sido que los jugadores de Irán se negaran a cantar su himno. Dices, con razón, que eso les costará más que una tarjeta amarilla; ignoramos las consecuencias de su valentía; lo cierto es que disputaron el partido como condenados a muerte. La derrota de 6-2 ante Inglaterra llegó como el anticipo de suplicios peores. Previamente, en una rueda de prensa, el capitán iraní, Ehsan Hajsafi, habló de las víctimas de la represión y se solidarizó con ellas. Ese ejemplo de dignidad contrasta con la cobardía de las selecciones europeas que de último momento renunciaron al brazalete con el arco iris.

Paso a los partidos de nuestro grupo. El Argentina-Arabia Saudí se transmitió a las 4.00 de la mañana de México. Desperté a un mundo insólito donde Argentina había perdido. Entré a internet y comprobé que el video reitera imágenes sin explicar milagros.

Destacaste un asunto clave: Messi disputa su primer Mundial sin que Maradona oficie de testigo. No es necesario ponerse lacaniano para saber que eso puede tener un efecto liberador; sin embargo, el batacazo indica que la ausencia de Diego lo sumió en la orfandad. Aunque el 10 hizo lo suyo —casi anota en su primer toque, convirtió un penalti con señorío y estuvo a punto de sorprender con un cabezazo—, salió del campo sintiendo la soledad de Adán en Día de las Madres.

En 13 minutos el VAR castigó tres veces a Argentina. Este Mundial anuncia un mundo dominado por la inteligencia artificial. No hay modo de rebatir la supremacía de las máquinas. Sin embargo, desde mi falible entendimiento humano, al menos una de las tres jugadas anuladas me pareció discutible. Por favor, confiesa cómo sufriste esa cultura de la cancelación.

Cada partido tiene otro dentro. El de Arabia Saudí duró cinco minutos prodigiosos: Saleh Al-Sheri y Salem Al Dawasari anotaron goles deslumbrantes. El ranking de la FIFA, que todo lo confunde, ubicaba a esa selección por debajo de Qatar, algo absurdo si se juzgan esas jugadas de lumbre y las atajadas Mohammed Al-Owais.

Arabia Saudí confirmó lo que es el heroísmo en el futbol. En ningún momento pareció más fuerte que Argentina: ganó siendo más débil. El partido no era ajeno a una dimensión cabalística. Argentina llevaba 36 partidos invicto. Algo raro podía pasar en el 37. Sumados, esos dos números indican que el destino jugaba con el 10; como Diego, podía hacer lo que quisiera. Más allá de las explicaciones esotéricas (no hay otras para el fútbol), la caída demuestra el desconcertante poderío de un equipo menor en estado de gracia.

Perdón por abrir heridas, pero en Italia 90, cuando Argentina perdió con Camerún, hubo una pifia inolvidable: Neri Pumpido enfrentó el remate de Biyik con manos de mantequilla. En cambio, ahora Arabia Saudí ganó con méritos propios, dos riflazos y un sinfín de paradones.

La camiseta verde le sentó mal a Argentina, un estímulo para los mexicanos, que nos vestimos con el mismo veneno.

Por desgracia, nuestro debut ante Polonia no fue digno de los 30.000 aficionados que convirtieron el estadio en la Plaza de Garibaldi, bastión del jolgorio y el mariachi. Sé de gente que ha hipotecado su casa, vendido su coche y abandonado a su pareja para ir a Qatar. No se trata de personas ejemplares, pero merecen algún tipo de recompensa. ¿Habrá manera de que la selección del Tata entienda que se gana con goles? Ejercimos un dominio infructuoso, propio de un país donde la vida adulta consiste en hacer trámites, y los jugadores salieron conformes del campo, como si el empate fuera el nombre secreto del triunfo.

Una vez más, México escribió el interesante prólogo de un libro que no existe: prepara bien las jugadas que no concluye. El momento épico llegó con el portero. Paco Memo Ochoa apareció en su quinta Copa del Mundo deteniendo un penalti de Lewandowski, que se unió a la legión de Zico, Baggio y otros genios que han perdido la brújula en los doce pasos de la muerte.

Argentina está obligada a ganarle a México el sábado, y saldrá a la cancha sumida en la desesperación y la angustia.

Nuestros jugadores son peores, pero nuestros nervios son mejores.

Martín Caparrós responderá este miércoles 23 de noviembre.

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La correspondencia íntegra de Caparrós y Villoro durante el Mundial de Qatar

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