Jorge Martín se corona campeón del mundo de MotoGP
El piloto madrileño de 26 años cumple el sueño de su vida en el GP Solidario de Barcelona y se convierte en el quinto español en subir al trono de la categoría reina
Jorge Martín Almoguera (San Sebastián de los Reyes, Madrid, 26 años) es por fin campeón del mundo de MotoGP. Sin pasar grandes apuros, con una tercera plaza en el GP Solidario de Barcelona este domingo, el piloto español remató la faena y culminó su mejor temporada y mucho más que eso: el sueño de toda una vida dedicada a las dos ruedas. El suyo y el de toda una familia. Allí estaban sus padres, Ángel y Susana, en primera línea, emocionados ante la consecución del título que justifica todo el sufrimiento, tanto el económico como el físico. También su hermano, Javier, y su pareja, María, inseparables dentro y fuera de los circuitos. Hasta la abuela Julia, todos juntos celebrando por todo lo alto.
Martín solventó con entereza la carrera más tensa de su vida, cruzando a más de tres segundos de su gran rival por el título y ganador de la prueba. El español salió fuerte y decidido, colocándose a la estela de Bagnaia en la primera curva después de partir cuarto. Marc Márquez se vio más fuerte todavía y le metió la moto en la segunda vuelta, a final de recta. El madrileño le dejó pasar sin meterse en líos innecesarios. De allí en adelante, pudo rodar solo y sin sentir la presión acuciante de otros rivales. Su amigo Aleix Espargaró, en su despedida, luchó a cuchillo con Enea Bastianini y Álex Márquez por la cuarta plaza y ejerció de guardaespaldas del flamante campeón hasta la bandera a cuadros.
MARC NO SE CORTA 🔥🔥
— DAZN España (@DAZN_ES) November 17, 2024
Adelantamiento de @marcmarquez93 a @88jorgemartin
¿Se pondrá en modo persecución a Pecco?#SolidarityGP #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/WyGQb30v8N
Martín es el quinto español que levanta la corona de la categoría reina en 75 años de historia del Mundial de motociclismo, semanas después de haberse cumplido el cuarto de siglo del alirón pionero de Àlex Crivillé en 1999. El madrileño se une así a un exclusivo club que incluye también a Jorge Lorenzo, Marc Márquez y Joan Mir, cosechando el undécimo título hispano en las últimas 15 campañas, una auténtica barbaridad en un terreno yermo no hace tanto, cuando él apenas había nacido. De hecho, el pequeño Jorge llegó al mundo nueve meses después de un triunfo del noi de Seva en Jerez, donde sus padres asistieron con una Ducati 748 recién estrenada en 1997. Un guion de película, como el guiño a Schwarzenegger y el Terminator hoollywoodense que inspiró su mote, Martinator. “Hasta la vista baby”, rezaba la pancarta de la celebración especial del nuevo número uno.
“Esto es increíble, no sé qué decir. Estoy en shock. Se lo dedico a mi familia y a todos quienes me han apoyado, sin duda, este título es para ellos”, comentó el flamante campeón del mundo, sus primeras palabras después del mar de abrazos con todos los suyos en el parque cerrado. “En las últimas vueltas casi no podía pilotar, se me caían las lágrimas dentro del casco. Ha sido un camino muy, muy largo hasta llegar aquí”, agregó. Once títulos le esperaban para congratularle en el podio, los que suman Márquez y Bagnaia. “Nos conocemos muy bien y se lo merece como el que más. ¡Claro que me alegro por él! Estás toda la vida intentando llegar aquí, y es bonito ver a alguien tan cercano conseguir algo así”, convino el campeón destronado, que se quedó a aplaudirle en el podio en un gesto de deportividad encomiable.
El cetro del piloto español tiene doble mérito, incluso triple. Aunque ha contado con el respaldo absoluto de la fábrica oficial de Ducati, ha ganado con un equipo satélite, el Pramac Racing, lo nunca visto en la era MotoGP, estrenada en 2002. Lo ha hecho, además, superando a la mejor versión del defensor de la corona, un Pecco Bagnaia capaz de cosechar once triunfos este curso, perjudicado por las caídas y el magnífico despliegue de regularidad del flamante campeón. Por si todo eso fuera poco, Martín ha ganado sabiéndose el descarte de la marca que domina la categoría, que en junio eligió a Marc Márquez por delante del tipo que ha liderado la tabla casi todo el año y ahora recoge los frutos de su incansable trabajo.
Despechado, pero jamás hundido, Martín supo reponerse del mazazo tras las calabazas, incumplida la eterna promesa de los jefes de Ducati, que hasta tres veces le dijeron que terminaría vestido de rojo. Aunque no lo hará, el español se muestra agradecido con la marca que le ha convertido en el piloto más rápido y, como confirma este título, también en el más constante de la parrilla. “Gigi Dall’Igna [máximo responsable de la fábrica] siempre creyó en mí, aunque las circunstancias separaron nuestros caminos. Quizás el equipo oficial no era mi sitio, y estoy contento que todo haya salido así y haber podido ganar con esta gran familia que es el Pramac, se lo merecen como nadie”, reflexionó. Se despide, pues, subrayando lo que ya había demostrado de sobra con o sin título: merecía como nadie el número uno, también lucirlo para la marca de Bolonia. Los ducatistas verán ahora cómo la vecina Aprilia, en Noale, se lleva al número uno a su garaje.
Aunque no con los colores que imaginó desde su desembarco en la categoría reina en 2021, cuando firmó la pole en su segunda carrera y ganó la séptima después de recuperarse de un accidente tan duro que hasta le hizo plantearse la retirada, en 2025 el madrileño será por fin piloto oficial. Otro sueño cumplido, y un honor reservado a unos pocos elegidos. Como campeón, sus méritos resultan más que obvios a estas alturas: 8 victorias, 32 podios y 20 poles en 74 carreras.
Sin renunciar a sus principales características, sobre todo su velocidad y explosividad sin parangón en la actual parrilla, el gran mérito de Martín ha sido saber pulir y trabajar todos sus puntos débiles. El campeón ha limado incansablemente su perfil, con una capacidad memorable para caer y aprender de los errores hasta llegar a ser el corredor completo que es ahora. El año pasado aprendió a frenar tan bien como Bagnaia, y este curso ha subido su apuesta en el paso por curva. El cambio más importante, sin embargo, no está en sus manos, sino en su cabeza. Con la ayuda de un psicólogo, ha bajado una marcha en agresividad y subido varias en templanza. “He pasado de correr con miedo a correr con la ilusión de ganar”, dice. Ha aprendido a mantener la calma ante cualquier tormenta y a no dejarse llevar por opiniones injustas o interesadas. A su manera, a su bola, se ha centrado en mejorar sin poner excusas e intentando lograr el mejor resultado posible en cada prueba, encontrando mejor que nadie los límites de la portentosa Ducati sin excederse y terminar en el suelo.
32 podios de 39 posibles esta campaña constatan que ha sido el piloto más regular, a pesar de haber cosechado tan solo tres victorias el domingo. Aunque Bagnaia subió su apuesta los sábados, Martín ha seguido dominando un formato sprint hecho a su medida. La clave del título reside, probablemente, en las caídas: solo ha sumado tres ceros en todo el curso, por los ocho roscos del rival, más falible que nunca. La presión a la que le ha sometido Martinator habrá influido lo suyo.
Con el software actualizado, Martín ha culminado con serenidad un 2024 que recordará para toda la vida. No solo se ha transformado para ser la mejor versión de sí mismo dentro de la pista, sino que fuera de la misma ha desplegado una madurez inusitada y la personalidad afable que todos conocían de puertas adentro. Más risueño y relajado a nivel público, alejado de aquel sufridor que veía fantasmas y enemigos por todo el paddock, Jorge ha dejado atrás el estereotipo de modelo arrogante donde le encasillaban muchos. “Después del año pasado, este mes de enero tuve muchísimas dudas”, se sinceraba. ¿Podré ganar realmente? Se lo preguntó honestamente a sí mismo. “Haber trabajado con psicólogo me ha dado mucho. He podido entenderme mejor como persona y comprender que todos somos humanos y cometemos errores. Lo importante es sacar siempre lo positivo al levantarse, y mi mentalidad ha sido dar mi 100% en cada carrera”.
En Barcelona, Martín ha alcanzado por fin la recompensa que todo piloto anhela. Después de dedicarle la infancia, la adolescencia y la vida entera al motociclismo, es campeón del mundo de MotoGP. Le costará asimilarlo, sí, pero ya nadie le podrá quitar la corona que tantos merecen y que, sin embargo, tan pocos consiguen. En la lucha por la tercera plaza del certamen, Márquez se llevó el gato al agua gracias a su segunda plaza y el desfondamiento de Bastianini.
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