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Dos cuartos puestos en 49er

Tamara Echegoyen-Paula Barceló y Diego Botín-Iago López Marra rozan el podio

Tamara Echegoyen y Paula Barceló compiten en la final.
Tamara Echegoyen y Paula Barceló compiten en la final.Lavandeira Jr (EFE)
Eleonora Giovio

La vela española, la disciplina que más medallas ha dado a España en unos Juegos Olímpicos, ha estado a punto de lograr el primer metal en Tokio. Tamara Echegoyen y Paula Barceló han sido cuartas en la categoría de 49erFX, después de las embarcaciones de Brasil, Alemania en Holanda. Y en categoría masculina, poco después, Diego Botín y Iago López Marra han repetido el mismo resultado en 49er, por detrás de Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Alemania.

Tamara Echegoyen es la más veterana del equipo olímpico español de vela. Tiene 37 años, un oro olímpico en Londres 2012 y una vuelta al mundo (en vela oceánica) a sus espaldas. Fue la primera mujer española en hacer la Volvo Ocean Race. Puede que después de este cuarto puesto de este martes junto a Paula Barceló en el 49erFX diga adiós a la disciplina olímpica. Porque lo que le apetece es hacer otras cosas, entre ellas otra vuelta al mundo y eso que acabó destrozada físicamente después de la primera. Es un “culo inquieto”, como se define ella misma y cuanto mayor es el reto, más lo persigue. En Londres fue oro en la clase Elliott 6m junto a Sofía Toro y Ángela Pumariega. En Río 2016 navegó otra modalidad, el 49erFX con Berta Betanzos. Fueron cuartas. A Tokio ha llegado con otra compañera de barco, Paula Barceló, 25 años y estudiante de medicina, de las que sacan sobresalientes. El ciclo olímpico que han tenido ha sido como subir al Everest: por las lesiones, las complicaciones y porque han trabajado a contrarreloj para hacerse la una a la otra. Y de nuevo al borde del podio.

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“Para ser regatista tienes que tener habilidades técnicas y físicas; para navegar en 49er [su barco] tienes que ser trapecista, acróbata y encima luego tener la serenidad para saber de dónde viene el viento y cómo va a cambiar. Y si eres capaz de sonreír al mismo tiempo… lo tienes todo ganado”, cuenta siempre Echegoyen al mismo tiempo que reconoce que las sonrisas, al principio de esta aventura, fueron menos de las que empezaron a sumar a lo largo del camino.

A finales de junio de 2018, nada más terminar la última etapa de la vuelta al mundo de vela (nueve meses compartiendo 20 metros de barco con otros ocho tripulantes con los que recorrió 45.750 millas náuticas, casi 85.000 kilómetros, sin dormir más de tres horas seguidas porque había que turnarse para hacer las guardias), se subió a otra embarcación, la del 49erFX, para competir en el Mundial de Aarhus y empezar a preparar los Juegos de Tokio. En ese Mundial terminaron en el puesto 22. No habían navegado juntas antes. Mientras Echegoyen daba la vuelta al mundo, Barceló se entrenaba con dos sparrings para ir familiarizándose con el nuevo barco (hasta 2017 competía en 470). Ganó un proceso de selección organizado por la Federación en el que no sólo se midieron aspectos técnicos y físicos, sino también psicológicos. La modalidad del 49erFX requiere tal coordinación que las dos regatistas tienen que navegar como si fueran una. Llevarse bien y compenetrarse es imprescindible.

Así lo cuenta Echegoyen. “Había que mejorar los puntos débiles. El nuestro era un equipo muy joven, no llevábamos ni unos meses juntas. La verdad es que tengo un don para elegir este tipo de proyectos que siempre van a contrarreloj, no sé si la vida me pone en esa situación o soy yo la que va buscando caminos complicados… son proyectos muy exigentes pero al final emocionantes por el reto”. ¿Cuáles eran los puntos débiles? “Cuando un equipo empieza desde cero hay muchos puntos en los que hay que trabajar antes de tener un nivel que te permita navegar. Táctica, estratégica e incluso técnicamente. Paula y yo teníamos que crecer primero como equipo y luego adaptarnos a la competición. Por eso los resultados no llegaban al principio”.

La adaptación no dio tregua. “Lo hicimos en un tiempo exprés, fue mucho más rápido de lo que me hubiera imaginado. Paula ha ido muy rápido y nuestros caracteres congeniaron muy bien para hacer el trabajo diario y arduo porque no había descanso”. En esa tarea de sembrar para el futuro, Echegoyen tiró de experiencia para gestionar los meses sin resultados. No es fácil trabajar sin descanso y no ver mejoras hasta después de meses y meses. Así es la vela. “La experiencia ayuda, también ayuda ser una persona trabajadora y constante. No hay una formula milagrosa salvo el trabajo diario”. Las piedras que se encontraron fueron muchas. En el Mundial de diciembre de 2019, clasificatorio para los Juegos, Barceló se rompió la base del quinto metatarsiano de un pie y la doctora la tuvo que parar. Pasó por quirófano y regresó en 2020. Unos meses antes Echegoyen se partió la nariz en el Europeo y estuvo cuatro semanas fuera. En 2020, al fin, se proclamaron campeonas del mundo.

Fue el mejor chute de energía para estos Juegos. El campo de regatas de Enoshima está a hora y media de Tokio, lejos de la Villa, lejos de todas las sedes. El equipo se aloja en un hotel desde el que ven el mar. El lunes, cuando amaneció sin viento, ni sospechaban que su Medal Race se aplazara a este martes. “Vemos el mar desde la habitación, pero las condiciones nunca son las mismas hasta que llegas al campo de regatas”. Sí sopló el viento este martes que les permitió tomar la salida. Empezaban la carrera por las medallas en el cuarto puesto, a siete puntos del oro y a cuatro del bronce. En ese cuarto puesto final acabaron pese al intento de remontada.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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