_
_
_
_

El recorrido del Tour de Francia de 2025, una alfombra roja para Tadej Pogacar

Una cronoescalada en Peyragudes, el Mont Ventoux y una superetapa alpina con el col de la Loze, puntos fuertes de un mapa que complace la aspiración del esloveno de ganar el próximo julio su cuarta ‘grande boucle’

Pogacar Tour de Francia
Pogacar, de amarillo, en los Alpes en el Tour pasado.Stephane Mahe (REUTERS)
Carlos Arribas

El Tour es siempre un viaje en la memoria del dedo infantil que en un atlas las tardes de julio sudorosas recorre lugares ignotos en el mapa de Francia siguiendo el perfil de una etapa, intenta recrearlos en su imaginación desbordada, y los graba para siempre asociados a los nombres de sus campeones, el bretón Hinault, el normando Anquetil, o Robic cabeza de cuero en la cuesta de Bonsecours, Tour del 47, y Louison Bobet, y en 2025, en un mapa presentado este mediodía, Tadej Pogacar volverá a recorrer los lugares de los mitos viejos, una alfombra roja para sus pedaladas etéreas, e intentará incrementar el número de los suyos propios y a ellos fijar para siempre su nombre, el de un esloveno en el Gotha, como lo ha hecho ya a la Planche des Belles Filles (2020), el Grand Bornand (2021) o Plateau de Beille (2023).

Podrá marcar como propio quizás el altiplano de Peyragudes, al final de una cronoescalada de 11 kilómetros durísimos (tres en falso llano, ocho al 8% con un tramo al 16%, 28 minutos full vatios, la medida ideal de Pogacar en la 13ª etapa), o quizás los últimos cuatro kilómetros del col de la Loze, inéditos por un carril bici por encima de Courchevel, donde además, el tigre esloveno se enfrentará a la posibilidad de borrar el que fue quizás su peor día en sus Tours, el hundimiento definitivo en 2023 ante Jonas Vingegaard, y lo que se creyó la gran confirmación de que las subidas largas, larguísimas, eran el jardín del danés y el infierno del esloveno. Será la 18ª etapa, la etapa reina, 5.500 metros de desnivel en 170 kilómetros, con los 22 kilómetros del Glandon (1.924m de altitud), los 19 de la Madeleine (2.000m) y los 26 finales hasta el altipuerto de los millonarios que esquían en Courchevel (2.304m, la cima más alta del Tour 25) o quizás al Mont Ventoux, otra montaña de recuerdo fastidioso en su memoria.

El director del Tour, Christian Prudhomme, que se resiste a dejar de ser aquel niño, habla del Tour del próximo julio (de 5, sábado, a 27, domingo; de Lille, allá en el norte, a París, los Campos Elíseos reconquistados tras los Juegos) y habla de que Bernard Hinault fue el último francés que ganó el Tour, hará ya 40 años el próximo julio, su quinto Tour personal, y por eso, en Bretaña, se pasará por su pueblo, por las tierras por las que el Tejón a veces pasa el tractor en los campos de heno, por Yffiniac, y como solo los grandes pueden sufrir grandes derrotas, y también se les recuerda en su caída, y la traición del orgullo del bretón que se niega a plegarse al pacto con LeMond y le lleva a atacar en el descenso del Tourmalet hacia Sainte Marie de Campan y su fragua, llegar a su apoteosis en la cima del Aspin por Payolle, desfallecer en el Peyresourde y morir en la ascensión final hacia Superbagnères en el Tour del 86.

No ganó su sexto Tour. Su compañero de equipo LeMond, La Vie Claire, ganó el primero de sus tres, y 39 años más tarde, la 14ª etapa del Tour de 2025, calca sus 183 kilómetros desde Pau por los mismos caminos y montañas. Y porque Louison Bobet, el otro gran bretón del ciclismo, justo hace 70 años que ganó su tercer Tour, el primer ciclista que ganaba tres Tours seguidos, la siguiente etapa saldrá de su pueblo, Saint Méen le Grand, pasando por su panadería hacia campos invadidos por granjas porcinas y olor a purines. Antes el Tour había pasado por Rouen, en Normandía, donde el Sena encuentra el Atlántico y Anquetil, que habría cumplido 91 años el próximo 8 de enero, plantaba fresas antes dedicarse a ganar Tours, y ganó cinco, los que quizás gane Pogacar, o más, y el del 2025 podrá ser el cuarto del crack esloveno, que, a los 26 años, reina en el ciclismo como solo Eddy Merckx reinó antes, absoluto.

Después de tres años de salidas en el extranjero, Copenhague, Bilbao, Florencia, el Tour del 25 sale en Francia y en ningún momento cruza sus fronteras, que bordea, y su costa, en sentido contrario al de las agujas del reloj, Pirineos, en el cogollo de la segunda semana, antes que Alpes, la tercera, y, entre medias, el Mont Ventoux. No habrá pavés pese a pasar por las minas de Valenciennes, junto al Roubaix de Charles Crupelandt y Jean Stablinski, y Dunkerque, y sus abanicos, Normandía y Bretaña, serán el patio de juegos, el ring para la batalla de los puncheurs, Van Aert, Van der Poel, Biniam Girmay, Thibau Nys y, si se pica, como siempre, Pogacar, en los repechos finales de Boulogne sur Mer, Vire, Rouen y en el Mûr de Bretaña. La quinta etapa será, sin embargo, muy seria, 33 kilómetros de contrarreloj llanísima alrededor de Caen, el terreno más favorable, ideal, para comprobar si el Vingegaard del 25, el año siguiente a su terrible caída del 24, será capaz de mantener el tipo ante Pogacar. Se pasa por Clermont Ferrand el 14 de julio, pero se eluden los fuegos artificiales en el Puy de Dôme, sustituido, al final de la etapa de los volcanes, por el pequeño Mont Dore, a la sombra del Puy de Sancy, antes de llegar a los Pirineos y sus tres grandes días, Hautacam, Peyragudes y Superbagnères.

En el paisaje lunar del Mont Ventoux, Vingegaard descubrió en 2021 la debilidad de Pogacar y su propia fortaleza, pero entonces fue subida de paso, dos veces, y épica inesperada de Van Aert. En la cima, junto al observatorio, se espera terminar por primera vez desde 2013, cuando Chris Froome aniquiló el vuelo del pajarito Nairo Quintana, angelito exangüe en las alturas de Provenza, ya que la siguiente vez en que fue programado el gigante calvo, en 2016, obligó a improvisar la meta en el Chalet Reynard, a la salida del bosque, y allí se escenificó la charlotada heroica de Froome, que, después de romperse su bicicleta, ascendió los últimos metros corriendo a pie, inestable sobre sus zapatillas de ciclista.

Después de los Alpes, Courchevel y La Plagne del gran Indurain del 95, y de los campos de artemisa absenta, y destilerías, en el Jura de Pontarlier, y alcanzados los poco más de 50.000 metros de desnivel (dureza inferior a los últimos años), la grande boucle acabará un domingo en el corazón de París, en los Campos Elíseos que fueron final de Tour por primera vez hace 50 años, en el 1975 en el que Eddy Merckx no pudo ganar su sexto Tour.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_