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Reportaje:

LeMond desnuda a Floyd

El ganador de tres Tours desvela un intento de chantaje desde el entorno de Landis

Carlos Arribas

Floyd Landis quería pasar por ser un amante de la verdad, un justiciero que se sacrificaba generosamente para denunciar la ineficacia, corrupción e injusticia del sistema mundial de lucha contra el dopaje. En la vista que comenzó el lunes, en la que tres árbitros americanos juzgan su positivo por testosterona en el último Tour, todos los esfuerzos del equipo de abogados de Landis se centraban hasta ayer en apretar las tuercas a las técnicas del laboratorio de París para demostrar su incuria y falta de precisión.

Y tanto Landis, en su campaña de imagen, deportista puro maltratado por el sistema, como sus abogados, en el lado técnico, habían tenido cierto éxito. Hasta ayer. Subió al estrado como testigo a petición de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) Greg LeMond y fue como si una bomba estallara en la apacible facultad de Derecho de Peperdine, en Malibú, California. Habló LeMond y tanto la imagen ante el mundo como el orden de prioridades de Floyd Landis en la lucha por su absolución bruscamente se trastocaron. Y ante la opinión pública mundial apareció un Landis desnudado de su virtud, despiadado, capaz de todo para conseguir sus fines. Hasta de amenazar y chantajear a quienes no estén con él.

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Como LeMond, que denunció que el miércoles por la noche (hora de California, madrugada del jueves en España), la víspera de su declaración, un amigo y colaborador de Landis le telefoneó diciéndole que era su tío y que iba a estar al día siguiente en la vista, donde podrían hablar de cuando "jugaban al escondite con su salchichita", expresión habitual de pedófilos. "Creo que no querían que testificara aquí", explicó LeMond. "Y no sé por qué. Si uno no ha hecho nada malo no tendría que tener nada que temer".

La amenaza, obviamente, no surtió efecto. Menudo es LeMond, que también se las gastó buenas con Lance Armstrong, el siguiente norteamericano que ganó Tours (y llegó a siete). LeMond, ganador de tres Tours (1986, 1987 y 1990), habló y lo contó todo.

En agosto pasado, poco después de que se hiciera público el positivo por testosterona de Landis en el Tour que tan épicamente había dominado, LeMond, el patriarca del ciclismo de Estados Unidos solicitó públicamente que su colega confesara su culpa. Landis, enfadado, le telefoneó para echarle en cara su atrevimiento. "Y en la conversación intenté de nuevo convencerle de que confesara. 'Sería lo mejor para el ciclismo', le dije. Pero él me respondió: '¿Y de qué serviría? Haría mucho daño a mi familia y mis amigos, a la gente que ha confiado en mí". "Entonces", prosiguió LeMond en la vista, "le conté cómo, cuando tenía seis años, había sido víctima de abusos sexuales por parte de un pariente, y cómo me quemaba el secreto en la boca, cómo me di cuenta de que mantenerlo oculto me perseguiría toda la vida".

Rápido como el rayo, Landis captó el sentido del cuento moral de LeMond y ya en noviembre, en un foro en una página web, escribió: "Si vuelve a abrir la boca y decir la palabra Floyd, os diré a todos algunas cosas que desearíais no conocer y, desgraciadamente, entraré en la carrera hacia el fondo que se ha puesto en marcha".

Will Geoghegan, el amigo y colaborador del ciclista menonita, fue inmediatamente despedido. Después, emitió un comunicado disculpándose por la llamada que ha expuesto a todo el mundo la verdad desnuda de Floyd Landis.

Greg LeMond, durante su testimonio en el <i>caso Landis.</i>
Greg LeMond, durante su testimonio en el caso Landis.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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