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Carlos Rodríguez puede con Ayuso en los Alpes y se viste de amarillo en el Tour de Romandía

El granadino puede coronarse este domingo como el tercer ciclista español que gana la carrera suiza tras imponerse en la etapa reina en el duelo con su compañero generacional

Tour de Romandie Carlos Rodríguez
Carlos Rodríguez llega a la meta de Leysin, tercero en la etapa.JEAN-CHRISTOPHE BOTT (EFE)
Carlos Arribas

Subiendo a Leysin, pueblecito de postal alpina al norte de Montreux, luce el sol que buscaban siempre los enfermos de tuberculosis que pasaban las tardes recostados en las galerías hasta el ocaso respirando aire puro de las montañas, secando sus bronquios enfermos, y por la carretera que se empina y se retuerce asciende ágil, casi feliz, Egan Bernal, de pie sobre los pedales, como quien baila la cumbia la tarde primaveral, 18 grados a 1.300 metros, pulmones plenos, y a su rueda silba Carlos Rodríguez, de 23 años, frío, pálido, casi sereno, concentrado, analítico y fiero, la mirada siempre fija en la carretera. Detrás, Juan Ayuso, de 21, resopla. Le pide por el pinganillo, pero podría hacerlo no a gritos alarmados, con solo susurros, tan cerca lo tiene, a su compañero Pawel Sivakov que baje el ritmo, que no puede seguirle, que le espere. Quedan menos de cinco kilómetros para la cima. La carrera está decidida. Rodríguez acelera a rueda de Egan, un ganador de Tour a su servicio; Sivakov se abre y también Ayuso. Enric Mas, a rueda siempre, a su ritmo, espera, observa a los chavales que le quitan el sitio, se queda entre medias. Gana la etapa el ecuatoriano Richard Carapaz, hábil y rápido, que se aprovecha de que no cuenta para la general y acelera fuerte a dos kilómetros de la meta. El campeón olímpico conoce la subida. Sabe que es el sitio más duro, y que la carretera se aplana ya en el pueblo, a 500 metros de la línea final, y aunque el sorprendente joven alemán Florian Lipowitz –”ni yo sabía que podía estar con los mejores escaladores del mundo”, dijo luego—se le acerca, y casi puede oír su respiración acelerada, aún tiene tiempo de levantar los brazos.

El gran duelo por la victoria final en el Tour de Romandía entre los fenómenos jóvenes españoles se decide a favor del escalador granadino, de Almuñécar, que el domingo, después de una última etapa para saltimbanquis (150 kilómetros, cuatro vueltas a un circuito subibaja en los alrededores de Vernier, las afueras de Ginebra), cuenta con todo a favor para convertirse en el tercer ciclista español que gana la carrera de una semana que recorre la Suiza francófona. El primero fue el vitoriano Paco Galdos, en 1976, un año después de perder el Giro de Italia en el Stelvio nevado ante Fausto Bertoglio; 20 años después, en 1996, lo ganaba Abraham Olano, con el maillot arcoíris de campeón del mundo. Rodríguez aventaja en la general en 7s a Alexander Vlasov y en 9s a Lipowitz, compañeros en el Bora y rivales en la carretera, en 21s al belga Ilan van Wilder, que siempre va al límite, en 27s y en 38s a Mas. Los tres primeros de la etapa reciben bonificaciones de 10s, 6s y 4s, primero, segundo y tercero, respectivamente.

Como si el destino les hubiera condenado (hay peores condenas, claro) a verse siempre uno al lado del otro, como si el progreso de cada uno se tuviera siempre que producir a costa del otro, Carlos Rodríguez y Juan Ayuso se disputan el liderazgo del ciclismo español, tan necesitado, desde juveniles, aunque uno sea de 2001 y otro de 2002. Más chisposo, más impulsivo, más explosivo, el ciclista nacido en Barcelona y criado en Xàbia; más paciente, más tradicional, más escalador, el granadino, ambos tomaron el poder en la Itzulia (Rodríguez ganó la última etapa tras ayudar a Ayuso a desesperar a Mattias Skjelmose camino de Éibar y ganar la general) y ambos volverán a encontrarse en julio en el Tour, donde Ayuso debutará, ambicioso a la sombra de Tadej Pogacar, donde Rodríguez, ganador en 2023 de la etapa del Joux Plane en Morzine, continuará progresando al frente de un Ineos que le adora y que dispone para él de una operación estratégica, casi quirúrgica, en la subida a Leysin, con Castroviejo marcando el tren, Arensman provocando una primera ola de pánico y Bernal, finalmente, acabando con la resistencia del UAE, tan ufano la víspera con su exhibición en la contrarreloj (victoria de McNulty, tercer puesto de Grossschartner, desaparecidos en Leysin). Y en la meta, Mauro Gianetti, el jefe del UAE, habla con los periodistas en un corro. “Ya sabéis, ¿no?, Juan Ayuso lleva unos días enfermo”, les dice. “Y ya sabíamos que hoy no iba a resistir. Desde el principio de la etapa ya se sentía mal”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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