Jakob Ingebrigtsen: “Mi infancia se caracterizó por el miedo”

Cuando hace media docena de años Antonio Peñalver testificó en Tenerife en el juicio por abusos sexuales a su entrenador, Miguel Ángel Millán, el subcampeón olímpico de decatlón afirmó que lo que más lamentaba era que Millán, el mismo que le había convertido en el dios español del atletismo, le había robado su infancia y su juventud, que nunca viviría. Ecos del testimonio del atleta de Alhama de Murcia se escucharon el martes, en cierta manera, en el tribunal de Sandnes, en Noruega, cuando Jakob Ingebrigtsen, el mejor mediofondista de la historia, con permiso de Herb Elliott, quizás, testificó en el juicio que se sigue contra Gjert Ingebrigtsen, de 59 años, su padre y el de sus seis hermanos, y entrenador muchos años, al que la fiscalía acusa de “violencia física y psicológica” hacia sus dos hijos menores, Jakob e Ingrid. También denunciaron haber sufrido violencia varios hermanos mayores, pero los hechos han prescrito.

“Mi infancia se caracterizó por el miedo a mi padre”, declaró Ingebrigtsen, según el diario Verdens Gang (VG). “Todo estaba controlado y decidido por él. Una enorme cantidad de manipulación. Cuando era más joven, entre los cinco y los once años, lo describiría como nervioso, neurótico e inseguro. Extremadamente controlador. Tenía mucho miedo e inseguridad, que se convertían en ira y agresividad hacia quienes le rodeaban”.

El doble campeón olímpico y poseedor de varios récords mundiales de la media distancia y de 20 títulos más en competiciones europeas y mundiales, explicó en particular cómo, de escolar, no podía ir a fiestas con los demás niños y cómo, de adolescente, le obligaban a entrenar dos o tres veces al día. Afirmó ser incapaz de citar un solo buen recuerdo de su infancia con su familia, y relató varios episodios de violencia física, incluidas bofetadas y patadas en el estómago cuando tenía menos de ocho años.

El testimonio de Ingebrigtsen en un juicio a puerta abierta, la manera en la que debió desnudar su intimidad al escrutinio público, refleja vivamente la doble vida que se ha visto obligado a llevar para vivir. Hace dos semanas, su único objetivo era ganar los 1.500m y los 3.000m del campeonato de Europa en Apeldoorn, lo que consiguió. El pasado fin de semana repitió las mismas victorias, totalmente concentrado en su faena, insensible a su dolor interno, en los Mundiales de Nankín, y solo terminado el 1.500m se despojó de su coraza de atleta invencible y superior para celebrar de una manera insólitamente infantil en él, haciendo la moto junto al español Mariano García, su victoria en los 1.500m. Después tomó un avión para Noruega. Llegó el lunes a Oslo. Este martes declaró en Sandnes, la ciudad costera en la que vivió hasta 2022. Cuando rompió con su padre, empezó a entrenar dirigido por sus hermanos mayores, se casó y fue padre. Tiene 24 años.

La denuncia contra Ingebrigtsen padre no partió ni de Jakob ni de ninguno de sus hermanos. Fue la fiscalía quien le acusó directamente después de leer publicada en la prensa una carta en la que Jakob y sus otros hermanos atletas internacionales, Henrik y Filip, relataron cómo su padre utilizaba la “violencia física” y las “amenazas” como parte de su educación.

La defensa del padre, que se enfrenta a una pena de seis años de prisión, utiliza los mismos argumentos que la del entrenador de Peñalver, que cumple una condena de 15 años, el de que eso es lo que costaba llegar a campeón, que no se queje. A ello le añaden imágenes del reality Team Ingebrigtsen, que registró durante cinco años la vida cotidiana de la familia y fue emitido con gran éxito en la televisión noruega. Argumentaron que la serie muestra a una familia en la que deportistas de alto nivel comparten su vida diaria con su entrenador y, aunque muestra un entorno exigente, no es equivalente a la violencia doméstica. “Hemos oído decir a la defensa que no entendemos lo que hace falta para convertirse en campeón del mundo”, respondió el martes Mette Yvonne Larsen, abogada que representa a los demandantes. “Pero estos niños, por encima de todo, querían ser niños”.

Gjert niega todas las acusaciones, afirmando que su estilo de entrenamiento era estricto pero no abusivo.

El miércoles le tocará declarar a Ingrid, la pequeña de la familia, 19 años hoy. Según la acusación, fue insultada, amenazada y golpeada en la cara. Vivió varios años en hogares de acogida debido al conflicto con su padre.

Se llamará a declarar a más de 30 testigos. El veredicto se espera para principios de junio, cuando Jakob ya estará afinando sus entrenamientos en Sierra Nevada o en la playa con vistas a la temporada de verano y a los Mundiales de Tokio, en septiembre.