La Fiscalía noruega acusa al padre de Jakob Ingebrigtsen de agredir físicamente a uno de sus siete hijos
El campeón olímpico de 1.500m rompió sus relaciones con Gjert, también su entrenador, a quien denunció públicamente: “Crecimos con un padre agresivo, controlador y violento”
Mariano Haro y Jakob Ingebrigtsen comparten en su biografía una infancia a la carrera. El palentino, desde muy niño, corriendo a pie todos los días kilómetros y kilómetros por los páramos de Tierra de Campos, cazando conejos con su perro, desafiando al tren a Palencia, que como el de Santa Marta, pita más que anda, llevando la comida a su padre, otro corredor, que construía ladrillo tras ladrillo tinas para el vino en las bodegas de los pueblos de los alrededores de Becerril de Campos. La vida de un niño en la Castilla dura de los años 40 y 50. El noruego, desde los tres años, corriendo tras sus hermanos mayores en la nieve y alrededor del lago de Stavanger, pequeña burguesía acomodada, siglo XXI, y su padre, patrón y entrenador, con un silbato, metódico, dirigiendo y entrenando, y exigiendo.
Su infancia, los kilómetros corriendo, la carga de trabajo a la que sometieron a sus organismos, les hizo campeones, y ambos, cuando cuentan su vida lo destacan siempre. A Haro, que se quedó siempre a las puertas de la victoria internacional –cuarto en los Juegos Olímpicos de Múnich 72, cuatro veces segundo en los Mundiales de cross— también le hizo sentirse libre, feliz dueño de su destino; a Ingebrigtsen le hizo esclavo amargo. Los éxitos deportivos —dos veces campeón mundial, campeón olímpico en Tokio 2020— le exigen un precio vital que quizás nunca pueda pagar, ni tampoco su padre, Gjert, que convirtió su vida y la de sus siete hijos en un reality show que durante cinco años congregaba a un millón de telespectadores una vez a la semana, y a quien la Fiscalía de su país acaba de acusar de malos tratos físicos a uno de sus hijos, un hermano menor de Filip (31 años), Henrik (33) y Jakob (23), los tres que triunfaron en el atletismo.
Según publica el diario noruego VG (Verdens Gang, El curso del mundo) Gjert Ingebrigtsen golpeó en la mejilla con una toalla mojada a uno de sus siete hijos. La policía cree que le ha sometido a amenazas, coacción y violencia durante cuatro años. “El escrito de acusación, de dos páginas”, explica el periódico, “describe amenazas, coacciones, violencia, restricción de la libertad de movimiento y otras formas de delito. Un hecho clave en la investigación fue un incidente con una toalla a principios de enero de 2022. En ese momento, Gjert Ingebrigtsen y el niño agredido habrían tenido una discusión. Según la acusación, Ingebrigtsen gritó a la víctima, le acercó un dedo a la cara y le golpeó con una toalla mojada, dejándole una marca roja en la mejilla”.
Según el código penal noruego, el caso de violencia familiar puede ser castigado con hasta seis años de prisión.
La abogada Mette Yvonne Larsen, que representa a cinco de los hermanos, explicó en el medio noruego que el caso de la toalla es el único de los seis episodios de violencia denunciados por los hijos de Gjert admitidos por la fiscalía, pero que piensa recurrir el archivo de uno de los demás. “Los cargos que se han presentado son graves y afectan a uno de mis clientes que se encuentra en una situación vulnerable. Ahora se cree a la persona en cuestión”, afirma Larsen en VG. “Todos me han relatado una infancia dura. Siempre han querido sacar a Gjert de sus vidas”.
El abogado del padre señala que su cliente se declara inocente. “No está de acuerdo con la presentación de los hechos en los que se basa la acusación”, dice. Gracias al éxito de sus hijos, Gjert Ingebrigtsen, que siempre se ha proclamado autodidacta, se hizo famoso en todo el mundo. Fue nombrado entrenador del año en Noruega en 2019. Escribió libros sobre el arte de entrenar y la nutrición. Su método de entrenar hizo furor y se puso de moda en todo el mundo.
“Se trata de una situación familiar privada. No desean hacer comentarios al respecto”, señaló en un comunicado un representante de los hermanos. “Piden paz y tranquilidad y quieren centrarse por completo en sus actividades deportivas. Agradecen que la prensa haya respetado este deseo”.
Pocos días después de la agresión con la toalla, Henrik, Filip y Jakob anunciaron que rompían totalmente su relación profesional y personal con su padre, y que a partir de entonces se entrenarían entre ellos. Comenzaron a circular rumores de un violento conflicto familiar, que se confirmaron un año después cuando los tres publicaron una carta en el VG en el que hablaban de una infancia caracterizada por la violencia física y psicológica, así como por los gritos y el comportamiento controlador de su propio padre. “Hemos experimentado el miedo a crecer con un padre agresivo, controlador y violento. Cuando éramos más pequeños, formábamos un gran grupo de hermanos que lo afrontábamos juntos. Ahora la situación es insoportable”, escribieron los tres hijos de Ingebrigtsen. Su padre respondió: “Las afirmaciones que hacen son infundadas. Nunca he ejercido la violencia contra mis hijos. El hecho de que haya tenido debilidades como padre, y de que he sido entrenador en exceso, es una constatación a la que también he llegado yo mismo, aunque demasiado tarde”.
El padre empezó entonces a entrenar a Narve Gilje Nordås, mediofondista de 1.500m y 5.000m, las distancias de Jakob, de quien se ha convertido en el mayor rival. Justamente, el martes 30, Nordås, medallista de bronce en Budapest, y Per Svela, otro pupilo de Gjert, compite en los 5.000m del mitin Iberoamericano de Huelva, competición en la que también estará, pero en el 1.500m, Filip Ingebrigtsen. No se espera en la ciudad andaluza a su padre, a quien su federación le ha negado la acreditación para los próximos Europeos de Roma, y a quien el Comité Olímpico Noruego no quiere acreditar para los Juegos de París. En ellos, Jakob, que, medio lesionado, aún no ha competido este año, buscará revalidar su oro en los 1.500m y triunfar por fin olímpicamente en los 5.000m.
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