Un triunfo con fórceps para el Barcelona en Montjuïc
Los azulgrana abaten en su estreno en el Olímpico a un competitivo Cádiz con goles a última hora de Pedri y Ferran Torres
A última hora, desde el suelo, rebanada la pelota por Pedri y asegurado el arco con Ter Stegen, el Barça marcó por fin un gol y se liberó del negativismo de Getafe y de la presión del Cádiz. Los interiores resolvieron un partido que no tenía solución para los muchos delanteros dispuestos por Xavi. Abierto el marcador cayó incluso el 2-0 para disimular una victoria con fórceps ante un competitivo Cádiz. El resultado disimuló un partido farragoso del Barcelona. No acaba de prender la mecha del juego en el equipo, incómodo e impaciente, falto de creatividad y sorpresa, muy previsible en el arranque de Liga.
Xavi había montado una alineación muy atrevida para intentar combatir la desmovilización social que ha provocado el traslado a Montjuïc. No hay espectáculo que seduzca a la gent blaugrana fuera del Camp Nou. El único reclamo son los jugadores, y pocos parecen más llamativos ahora que Lamine Yamal, el delantero que iluminó el Gamper hasta evocar la figura de aquel pequeño diablo llamado Messi. La industria del fútbol va tan deprisa que convierte a los niños de 16 años en aspirantes al Balón de Oro.
Lamine Yamal es de momento una buena razón para justificar el peregrinaje de la hinchada culé y de los turistas de Barcelona al Estadio Olímpico, un campo que abrasa o congela, nada que ver con el Camp Nou, el escenario en el que la asociación equipo-afición fue decisiva para ganar la última Liga. El debut como titular del extremo de la Masia fue el mejor cartel para el estreno liguero en Montjuïc. A falta del sancionado Raphinha y una vez traspasado Dembélé, el desequilibrio quedó a pies de Lamine Yamal, hoy por delante de Ansu y Ferran.
El entrenador se la jugó con Lamine como extremo derecho, recuperó como interior a Gavi y situó a Gündogan en la base del juego junto a Oriol Romeu mientras De Jong oficiaba como central ante la ausencia de Araujo. Una formación muy ofensiva que obligaba a reparar de salida en la cancha en lugar de mirar en que sitio se sentaba el castigado Xavi. No será fácil que la hinchada barcelonista haga suyo el estadio como sabe una directiva que persevera en su tacticismo para descubrir la manera de llenar Montjuïc. Aún no alcanza con Lamine.
El equipo azulgrana se volcó hacia el costado del joven delantero para que encarara a la defensa del Cádiz. Los muchachos de Sergio González prestaron mucha atención al extremo y en cuanto podían apretaban con intención en cancha azulgrana, muy fuertes en los fueras de banda y los centros cruzados, un tormento para el Barça. Tampoco se estabilizaba el juego de ataque azulgrana porque las conducciones de De Jong no tenían continuidad, la línea de pase era tenue, faltaba profundidad y juego interior y tampoco había malicia en el camino hacia Ledesma. El partido quedó por momentos a expensas de los porteros, también por tanto de Ter Stegen, espléndido en un mano a mano con Roger después de un error de Balde. El pecho del alemán resultó tan decisivo como las manos del guardameta del Cádiz, soberbio ante un disparo con la zurda de Lamine Yamal y después en un remate de Koundé, habilitado por Pedri. La velocidad de balón de los azulgrana en cualquier caso era escasa, el ritmo de partido poco alto y al Cádiz le alcanzaba con una solidaria defensa y las faltas tácticas para reducir al Barça.
Al equipo de Xavi le falta gol desde el extravío de Lewandowski, lento y torpe en el tiro, fuera de juego desde que no tiene a dos extremos que le pongan la pelota, nada que ver con el Pichichi de la pasada Liga. No concedía espacios el Cádiz y no había desmarques en el Barça. Las estériles montoneras en el área de Ledesma contrastaban con las pérdidas de balón y las transiciones del equipo de Sergio González. Alcaraz y Cris Ramos perdonaron el 0-1 y en medio Gavi colocó el cuero en la cruceta del arco de Ledesma antes de que interviniera Xavi.
Los cambios de Abde y Ansu reforzaron la ofensiva y debilitaron al equipo, más diseminado y expuesto y al tiempo más imprevisible, como se demostró en un tiro del internacional marroquí rechazado por Ledesma y después en el gol fabricado por Gündogan y Pedri. La combinación de ambos acabó por descerrajar a un Cádiz que rozó el empate en una jugada de Machís antes de claudicar con un segundo gol a la contra de Ferrán.
Las ocasiones concedidas fueron casi tantas como las creadas en una cita áspera para el Barça. Aunque el 2-0 es un alivio, la sensación es que costará tanto jugar bien como llenar Montjuïc.
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