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Matej Mohoric gana la 19ª etapa tras imponerse al ‘sprint’

Vingegaard continúa líder de la general y mantiene su ventaja sobre Pogacar, con Yates en tercera posición

Matej Mohoric
Matej Mohoric y Kasper Asgreen al momento de cruzar la linea de meta de la 19ª etapa del Tour de Francia.STEPHANE MAHE (REUTERS)
Carlos Arribas

Si el Tour, como dice el Tour, permea toda Francia, no hay pueblo que no viva el Tour como una gran fiesta en julio, habrá que concluir que Besançon, relojes y quesos en el Franco Condado, tan al Este que hace frontera con Suiza, no forma de Francia, o por lo menos no el Casino pegado al hotel en el que a las 13.00 decenas de jubilados y jubiladas abandonan las máquinas tragaperras un rato y, sin perderlas de vista, comen rápido en el bistrot contiguo, una sala en la que en una gigantesca pantalla de televisión Jacky Durand, exganador de etapa del Tour y comentarista de Eurosport cuenta para nadie las claves de un sprint del día anterior. Besançon está lejos de Poligny, donde el Comté y el Moribier, qué quesos, pueblo del Jura y sus colinas en el que termina la etapa, pero el Casino, vecino al hotel sin restaurante, se llena de repente de auxiliares de equipos, Groupama, Astana, Lotto, mecánicos y masajistas que viven el Tour de hotel en hotel, cargando y descargando maletas, preparando habitaciones y camillas, comiendo hamburguesas que queman rápidamente con trabajo sin parar, y una copa de Chardonay. Estos sí que ven la tele, clavados los del Lotto a la pantalla que llena, inmenso, con sus acciones locas Victor Campenaerts, el protagonista de la fuga la víspera, el protagonista de la fuga, ya en acción en el kilómetro cero, de nuevo. Y a su espalda, cuando ha conseguido una ventaja de 5s, el pelotón se abre a todo el ancho de la carretera como si todos los ciclistas quisieran disfrutar del espectáculo de un rodador solitario, a la altura de los más grandes e inclasificable, decadente, que un día en Málaga, donde hacía tanto calor un prólogo de la Vuelta, se tiró al agua del puerto vestido para refrescarse.

La decadencia rima con Besançon, con los mecánicos grasientos y en ropa de trabajo en el Casino comiendo, con la vida de Jean de Gribaldy, noble de los lugares que organizaba equipos ciclistas, y para el Tour del 73, un millonario griego que quería promocionar a su mujer, una vedette de cabaret llamada Miriam De Kova, le dio dinero para poner el nombre de la artista en sus maillots. Tanto fracasó uno en la carretera como la otra en los escenarios, que no serían muy diferentes al del Casino de Besançon, tanta piedra antigua, y salones.

Con ciclistas en la fuga tan tremendos como el devora falsos llanos Pedersen o Campenaerts o Asgreen o Mohoric, y muchos más, la etapa se corrió a toda velocidad, a más de 49 por hora, un día fresco al menos, con el pelotón compuesto de grupos desperdigados, cada corredor agarrándose a sus oraciones y a su cansancio, y Mohoric a su fe, con la que batió en el último metro, por el ancho de una llanta según se vio en la fotofinish y gracias a que anticipó el lanzamiento de la bici, al glotón Asgreen. El esloveno que ganó la Milán-San Remo acogotando a su amigo Pogacar en el descenso del Poggio con una tija telescópica, le dio la tercera victoria a su Bahrain, ganó y lloró inconsolable, y lanzó un discurso cuyos destinatarios, seguramente, ya comidos y un poco reposados, nunca decadentes, no pudieron oír porque ya estaban laburando. “Ser ciclista profesional es duro y cruel. Sufres mucho en los preparativos, sacrificas tu vida, tu familia, y haces todo lo que puedes para llegar aquí preparado. Y después de un par de días te das cuenta de que todo el mundo es tan increíblemente fuerte que a veces es difícil seguir su rueda. El otro día en el Col de la Loze estaba completamente cansado y vacío. Y sabes que tienes que llegar hasta la cima y cruzar hasta la línea de meta y volver a hacerlo al día siguiente. Ves al personal que se levanta a las seis de la mañana y va una hora a correr y luego termina su trabajo a las 11 de la noche o a medianoche, porque tenemos que cambiar neumáticos, marchas, todo, todos los días, todo el día, y fisioterapia y masajes y todo. Y a veces sientes que no perteneces a este lugar porque todo el mundo es tan increíblemente fuerte que a veces te cuesta aguantar las ruedas. Y entonces al final casi te sientes como si les hubieras traicionado cuando no llegas a la meta”.

Cero sentimentales, los mejores solo hablaron de su deseo de ganar el sábado, en los Vosgos, la última gran etapa de montaña, Balón de Alsacia, Petit Balón, y Markstein. Pogacar dijo que allí corrió muy bien su novia en el Tour femenino y que le ha explicado muy bien el recorrido. Vingegaard, que no ha ganado ninguna etapa en línea este Tour, quiere dejar una foto con los brazos en alto y de amarillo. Carlos Rodríguez, él, espera, como siempre, dar lo mejor de sí mismo, y si le levanta el podio a Adam Yates (a 1m 16s), bien, si no, también. “Estoy preparado para dar el máximo”, dice el de Almuñécar, de 22 años, cuarto en su primer Tour. “No sé cómo irá, si irá mejor o si irá peor, pero se dará lo mejor que se tenga”.

Clasificación de la etapa:

PosiciónCorredorEquipoTiempo
1M. MohoricBahrain Victorious3:31:02
2K. AsgreenSoudal Quick-Step3:31:02
3B. O’ConnorAG2R Citroen Team+4s
4J. PhilipsenAlpecin-Deceuninck+39s
5M. PedersenLidl-Trek+39s

Clasificación general:

PosiciónCorredorEquipoTiempo
1J. VingegaardJumbo-Visma75:49:24
2T. PogacarUAE Team Emirates+7:35s
3A. YatesUAE Team Emirates+10:45s
4C. RodríguezIneos Grenadiers+12:01s
5S. YatesTeam Jayco Alula+12:19

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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