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TENIS | WIMBLEDON
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El superhéroe Alcaraz

El murciano es un fenómeno único. Un compendio del ‘Big Three’. El talento extraordinario de Federer, el despliegue táctico y físico de Djokovic, y la fortaleza mental de Nadal para sobreponerse a cualquier reto

Carlos Alcaraz durante la final de Wimbledon ante Novak Djokovic, este domingo. Foto: ADRIAN DENNIS (AFP) | Vídeo: Reuters
Alex Martínez Roig

Carlos Alcaraz es un superhéroe de carne y hueso. Lo que ha conseguido este domingo es enorme, tremendo, único. Ha acabado con una leyenda en plena forma en una final épica en la que ha vivido (y vivimos con él) una montaña rusa de emociones, alegrías, nervios y, finalmente, incredulidad. ¿Cómo un chico de 20 años es capaz de resistir la inhumana presión de ganar con su saque a un genio como Novak Djokovic? ¿Y cómo lo puede conseguir en el jardín de su casa, en esa pista central donde el serbio llevaba 10 años seguidos sin conocer la derrota? ¿Y cómo no sólo no le ha temblado el pulso, sino que nos ha dejado con el corazón encogido, ganando esos puntos históricos con un globo o con una dejadita? ¿Una dejadita en tu primera final de Wimbledon? ¿Pero qué locura es esta?

Los españoles (y en esto, tenemos que recordarlo, somos unos privilegiados) estamos mutando de piel. De la épica sufrida, agotadoramente peleada, de Rafael Nadal, a la osadía desinhibida de Carlos Alcaraz. Está siendo una transición acelerada, porque Nadal sigue ahí, aún quiere pelear, pero el talento tan descomunal de Alcaraz no entiende de plazos ni de relevos. Toca hoy, toca ahora, y no le asusta la tarea. Es un tipo sin freno, el abanderado de esa generación sin miedo que va a tomar el relevo.

Rafael Nadal y Roger Federer ganaron su primer Wimbledon con 22 años; Novak Djokovic, con 24. Carlos Alcaraz lo ha conseguido con 20 años (y es su segundo Grand Slam), en la primera final, y ante un genio que ha hecho un despliegue de sabiduría tenística. Djokovic utilizó todo su talento: salida agresiva, alargando teatralmente la pausa en los saques para dejarle claro a Alcaraz que jugaban en su jardín; sus mejores trucos psicológicos (y son muchos); y un tenis extraordinario para colocar las bolas en las esquinas, en esas líneas donde sólo habitan los más grandes.

El momento clave fue la muerte súbita del segundo set. Djokovic no había perdido ningún tie break en todo el año. Ninguno. Ahí lo vimos flojear por primera vez (envió dos bolas a la mitad de la red) y nos quedamos boquiabiertos al ver cómo Alcaraz lo ganaba con un resto paralelo ejecutado sin esfuerzo aparente. Fue un visto y no visto que cambió el partido.

El tenis entre humanos (esto aún no es replicable ni en videojuegos ni en inteligencia artificial) es la cumbre del drama. Y hoy hemos vivido durante casi cinco horas varios puntos de giro. Pasamos de un Alcaraz desbordado a un Djokovic rendido en el tercer set, para volver a encontrarnos con el serbio corriendo por cada bola y llevándose el cuarto.

El quinto set ya parecía una tarea imposible para un chico de 20 años. ¿Cuántas veces hemos visto cómo el peso de la historia le daba el empujón que necesitaba a Djokovic para doblegar a generaciones de aspirantes?

Pues este domingo no sucedió. Lo extraordinario es que Carlos Alcaraz era consciente de lo que estaba haciendo. A su despliegue de extraordinarios golpes diversos, a su energía inacabable, a su dinamismo en la pista, se une una inteligencia emocional muy especial. La lección la recibió Alcaraz en París, cuando colapsó por los nervios ante Djokovic y los calambres lo dominaron. Lección aprendida. Otra más. Hoy no sólo no colapsó, sino que se creció y disfrutó en el territorio en el que Djokovic y los más grandes no tienen piedad.

Su entrenador, Juan Carlos Ferrero, el que lo conoce mejor, le dijo con 5-4 y antes de sacar para ganar: “¡Piensa!”. ¿Pensar? ¿Qué enorme confianza existe cuando en una situación así le dices a tu jugador que piense y sabes que va a pensar en cómo va a sacar y no se va a enredar pensando en la gamberrada histórica que está a punto de protagonizar en el escenario más sagrado del tenis?

Ya no hay duda posible. Carlos Alcaraz es un fenómeno único. Es un compendio del Big Three. Del talento extraordinario de Federer y del despliegue táctico y físico de Djokovic, pero también, y desde este domingo queda clarísimo, de la fortaleza mental de Nadal para sobreponerse a cualquier reto. Es un superhéroe.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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