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Rafa Nadal como escuela

El periodista de EL PAÍS Alejandro Ciriza ofrece en ‘¡Vamos, Rafa!’ una visión del tenista mallorquín que va mucho más allá de lo deportivo

Pedro Zuazua
¡Vamos, Rafa!
Portada del libro ‘¡Vamos, Rafa!’, de Alejandro Ciriza.

Cada vez que Rafa Nadal se ha encontrado ante una situación deportiva complicada –de esas en las que el espectador pensaba que, esta vez sí, era realmente imposible que la sacara adelante– entraban en juego gran cantidad de detalles. Algunos inherentes al juego. Otros, a priori, podrían parecer ajenos. Ni mucho menos. Porque cada vez que alguien pone al límite al tenista de Manacor aparecen las reminiscencias de tres décadas y media de preparación física, mental y, en el sentido más amplio de la palabra, personal. En esos momentos brota la figura del abuelo Rafael –pianista y compositor– que ejerció de patriarca reuniendo a la familia en un mismo edificio. Resurgen los tres valores con los que su tío y entrenador Toni Nadal comenzó a cincelar al deportista: esfuerzo, educación y sacrificio. Regresan tantas y tantas horas de entrenamiento en las que no hubo ni una mala cara ni una queja. Tantos segundos y minutos de escuchar. Y, también la lección de que, aun haciéndolo todo bien, puede ser que las cosas terminen saliendo mal.

Todos esos componentes, llegados desde muy atrás en el tiempo, impregnados ya en la esencia del deportista, convergen en las situaciones límite y le dan a Nadal la posibilidad de levantar, una vez más, un partido que parecía perdido. Una fórmula ancestral y única que pone en pie a miles y miles de personas que siguen sus partidos con una pequeña reserva para la esperanza de que el milagro volverá a suceder.

¡Vamos, Rafa! (Conecta) es el título del libro en el que el periodista Alejandro Ciriza –desde 2015 al frente de la información sobre tenis en EL PAÍS– retrata la trayectoria de Nadal. Con prólogo de Toni Nadal y epílogo de Juan Carlos Unzué, Ciriza ofrece al lector una visión que va mucho más allá de lo deportivo. Es un manual de gestión para manejar el talento extraordinario y hacerlo desde una perspectiva pegada a la tierra. Un elogio del término medio, de la educación, del respeto, de la contención, de enfrentarse a uno mismo, de gestionar las dudas y la autoexigencia, de confiar cuando todos los indicadores predicen el desastre, de entenderse con la soledad cuando se está ahí abajo en la pista. Nadal como escuela de deporte y de vida. Con los éxitos y la fragilidad siempre presentes. Con las manías como una forma de ordenarse. Con la alegría de saberse inspiración para los retos cotidianos de mucha gente.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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