Por fin, Sabalenka se lo cree
La bielorrusa, el brazo más demoledor, vence en una emocionante final a Swiatek (6-3, 3-6 y 6-3), estrecha el cerco sobre la número uno y triunfa otra vez en Madrid
Madrid, tierra del pim, pam, pum, el territorio en el que la bola vuela de lo lindo, corona por segunda vez a Aryna Sabalenka y redobla así la amenaza de la bielorrusa sobre la número uno, Iga Swiatek. La derrota de la polaca (6-3, 3-6 y 6-3, tras 2h 25m) depara un bonito escenario de cara a las próximas semanas, abriendo la posibilidad de un relevo en el trono, y sobre todo refuerza la convicción de la campeona, a la que faltaba una dosis de fe. “Antes de Australia, aprendí a estar más tranquila en la pista, y a partir de ahí todo empezó a ser un poco diferente. Mi relación con el tenis, también. Ahora confío más en mi”, afirma la de Minsk, ganadora después de un espléndido epílogo en el que prevaleció su ambición. Así es, aquí está ella.
Sabalenka, de 25 años, prevaleció en un duelo de alternativas en el que protagonizó el giro definitivo, contundente en el tercer parcial y certera a la hora de cerrar el triunfo para lograr su segundo trofeo en la Caja Mágica tras el conquistado hace dos años, cuando batió a la australiana Ashleigh Barty. Otra vez, Madrid premia la velocidad; de nuevo, celebra la mejor pistolera del circuito, después de que el curso pasado encontrara recompensa el tenis virtuoso de Ons Jabeur. No acostumbra a florituras la vencedora, sino que empuja y empuja hasta expulsar a la adversaria del cuadrilátero. Tiene un aire pugilístico su juego, uno-dos, uno-dos, a trallazo limpio hasta lograr el ko.
Irrumpió en su momento Sabalenka sobre el escenario e impresionó, pero el exceso de ímpetu penalizaba a esa tenista por hacer hasta que poco a poco ha ido descubriendo la pausa. No afloja, pero no se castiga. Y, por encima de todo, lee mejor. Reconciliada consigo mismo, se ha destapado como una competidora feroz, por momentos arrolladora; pega como siempre, pero se contiene cuando debe y su confianza se ha disparado. A la espectacularidad le ha añadido el plus del control y, lograda esta versión, para el resto se hace muy difícil contrarrestarle. Potencia, calma y seguridad, la fórmula del éxito.
“He ganado gracias a lo bueno que estaba el pastel…”, dijo antes de alzar el trofeo, medio en broma, medio en serio. Dardo a la organización. El día anterior, 5 de mayo, fecha de su cumpleaños y también el de Carlos Alcaraz, el español había posado delante de un pastel gigante, mientras que ella había recibido uno de tamaño estándar. Ahora sí, Sabalenka se lo cree. Por fin. No es menos que nadie. Risueña y a la vez de fuerte carácter, este año es la principal protagonista. Logró en Melbourne su primer grande y ahora lanza un órdago a Swiatek, felizmente instalada en la cima hasta que la bielorrusa ha dado el paso definitivo hacia adelante, le aprieta y va a por todas. Se esfumaron las dudas, ha encontrado paz.
Carisma frente a indecisión
No hay jugadora que sume más victorias (29) que ella esta temporada y, sobre todo, que mayor apetito haya demostrado en los últimos tiempos. A ello le suma una magnífica evolución, especialmente técnica. Posee además carisma, tan necesitado el circuito de representantes que enganchen tras la salida del gran icono, Serena Williams, y se postula para liderar mientras entre las demás predomina la indecisión.
Firme a lo largo del recorrido hacia el partido definitivo –tan solo cedió un set, contra Mayar Sherif en los cuartos–, Sabalenka impuso su pegada en esta última confrontación con Swiatek, a la que le faltó un punto de atrevimiento en los instantes más delicados y que sucumbió a los incesantes cañonazos de su adversaria. Campeona de Adelaida y del Open de Australia, la de Minsk sumó su 13º título de la WTA, el tercero sobre tierra batida, y se consolida como la gran rival de la polaca en la lucha por el trono mundial.
Ahora mismo manda Swiatek, pero en las próximas semanas la polaca deberá defender la ingente cantidad de puntos lograda hace un año en Roma y Roland Garros, donde triunfó. Se presenta, pues, una oportunidad de lujo para Sabalenka, una jugadora ambiciosa que ha sabido pulirse y corregir la tara del servicio –contrató a un biomecánico para acabar con el mal de las dobles faltas– para convertirse en una tenista cada vez más dominante. Finalista este año también en Indian Wells (para Elena Rybakina) y Stuttgart (Swiatek), fue superior en un encuentro vibrante que siguió un curso equilibrado hasta el tercer set, en el que empezó a imponerse el desorden. A partir de ahí, roturas y lío. Pesó más el brazo de la bielorrusa.
Con dos títulos en Madrid, se une a Petra Kvitova (2011 y 2015), Serena (2012 y 2013) y Simona Halep (2016 y 2017). Es decir, Sabalenka empieza a redimensionarse. Aquí está ella.
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