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Mikel Landa, un ciclista de los de antes

El líder del equipo Bahrain, cuarto en esta Volta, reconoce que le cuesta engancharse a la nueva forma de correr, tan científica y tecnológica

Jordi Quixano
Mikel Landa
Mikel Landa, corredor de Bahrain.ROBERTO BETTINI (EFE)

Los ciclistas no pierden de vista los vatios que gastan en la carretera y a los equipos no les queda otra que jugar a la táctica del desgaste para jugársela casi siempre en la última subida, en los kilómetros postreros o, con fortuna, dejar descolgado al rival de turno porque no pueden seguir el ritmo que destila su motor. Es el nuevo ciclismo, el de los jóvenes sobradamente preparados, científicos y deportistas, el que por ejemplo están exhibiendo Evenepoel y Roglic en la Volta, casi anudados hasta que se vislumbra la línea de meta. Pogaçar, animal como ninguno, juega a otra cosa porque las piernas le dan para todo. Pero es un verso libre. Y de esos quedan pocos. Aunque ninguno como Mikel Landa (Murguía, Álava; 33 años), que, sin quererlo, ha creado el Landismo, un movimiento extendido entre el aficionado porque es un ciclista a contracorriente, que prefiere la épica a los laureles, que mira hacia arriba y no al potenciómetro, que no está encorsetado a las tácticas sino que escucha a su cuerpo. Lo intentó en Lo Port, pero se encasquilló ante Roglic y Evenepoel, también Almeida y Soler.

Él, que paladea cualquier conversación de bar en las que se escuchan batallitas del ciclismo, como que Hinault pasó un día por allí y se hizo una foto con Pepito, no comulga con lo que llega al mundo de las dos ruedas y manillar. Para Landa el imán estaba en esas historias, en la épica. “Yo me considero un corredor más, pero esto está cambiando mucho y quizá sea de los de antes, de la vieja escuela, de los que intentan sorprender desde lejos y de los que se fijan en la historia. Los que llegan ahora lo han perdido un poco”, acepta; “no me gusta el nuevo ciclismo. Me cuesta engancharme. Son carreras espectaculares, pero lo que hay detrás es muy técnico, hay mucha ciencia detrás, y a mí me cuesta. Prefería lo de antes, un piñón arriba o uno abajo y: ‘Venga échale huevos”. Pero el ciclismo se ha profesionalizado mucho y todo está cortado por el mismo patrón, donde los jóvenes dan bocados de gazuza irremediable. “Les ha llegado información que a nosotros nos llegaba cuando alcanzábamos la élite. Llegan súper preparados y explotan su juventud. Y juntas talento con profesionalización y ahí están los resultados”, admite. Pero le fastidia. “Cuesta un poco. He estado mucho tiempo a la sombra de Purito, Valverde, Contador… Y ahora que no están me tocaba asomar a mí. Pero los jóvenes han llegado para comerse el mundo y para ganarlo todo porque prácticamente disputan todo el calendario. Cuesta un poco buscar el sitio y tener que estar desde la primera carrera estar preparado para, ya no ganar sino estar cerca de ellos”, añade.

De momento lo persigue y en ocasiones consigue, tercero en el último Giro -también lo fue en 2015- y cuarto por dos veces en el Tour (2017 y 2020), que será la gran carrera que tiene para este año porque, entre otras cosas, empieza en Bilbao y eso es algo que él, romántico de la bici, no se quiere perder. Tampoco quería dejar de plantar batalla en Lo Port. “Era la mejor de todas las subidas para mi forma de correr porque soy más fondista que explosivo. Quería dinamitar la carrera”, esgrime. No pudo. “Es una Volta difícil con la participación que hay y porque las bonificaciones siempre me penalizan”, sentencia.

Le quedan las ascensiones a Montjuïc para, al menos, meterse en el podio, ahora a 48 segundos de Almeida (UAE). Pero pase lo que pase, Landa no cambiará su forma de correr ni de ser. “Me gustaría que me recordaran como un chico de Murguía, uno de pueblo, que estuvo en las mejores carreras y alguna vez se pegó con Roglic, Pogaçar o Evenepoel”, explica para dar vuelo al Landismo. “Yo no he buscado el movimiento, pero supongo que a la gente le ha gustado mi forma de correr o ha empatizado conmigo por las caídas o la mala suerte que he tenido en alguna ocasión. También la he tenido buena, claro. No sé, a veces me sorprende y abruma la pasión o la idea que la gente tiene de mí”.

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