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El juego infinito
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cristiano es único en términos absolutos

Hay un solo enemigo que no admite rival y es el tiempo. Nos derrumba a todos por lo menos una vez. A los futbolistas dos

Jorge Valdano
Jorge Valdano

Un “único” en apuros. Cristiano Ronaldo se ve único. Pero hoy solo lo es en Arabia Saudí. Para una personalidad como la suya, ese dolor no se mitiga con dinero. Aunque te tapen con billetes. El ego, que bombeaba adrenalina a su espíritu de superación, fue el motor de su extraordinaria carrera. El que nos permitía decir: “Si el genio nace, Messi; si el genio sobreviene, Cristiano”. Todo lo que un jugador puede mejorar en el camino, lo consiguió de un modo ejemplar. La técnica, que mejora en la repetición; el físico, que se fortalece en la exigencia; el gol, instinto al que la ambición aviva. Pero el ego, que tanto ayudó, le está eligiendo mal la puerta de salida. A sus casi 38 años ese cuerpo que nos parecía inmortal sigue impecable, pero no para ser el líder de un gran equipo, de una gran selección, de un gran duelo como el que protagonizó con Messi.

El tiempo, qué les voy a contar… Es natural que Cristiano se rebele contra esa evidencia. Viene desafiando obstáculos desde su adolescencia, sin importarle el tamaño y erigiéndose siempre como ganador. Pero hay un solo enemigo que no admite rival y es el tiempo. Nos derrumba a todos por lo menos una vez. A los futbolistas dos, y una prematuramente. Si no lo aceptamos, la realidad se pone insoportable. La Juve se lo dijo sutilmente, el Manchester se lo gritó a la cara y hasta su Selección olvidó los servicios prestados para abandonarlo en pleno Mundial. Como la suerte no suele ser una compañera leal en la desgracia, la percepción dejó una evidencia dolorosa: Messi lo adelantó de un modo humillante en la última curva de la carrera. Lo hizo desde un físico más cascado que el de Cristiano, pero exprimiendo hasta la última gota de su talento. Quedó claro qué tipo de armas usaron cada uno en el extraordinario duelo que protagonizaron.

La desmemoria de hoy. En el fútbol, lo último puede con todo lo anterior. Aunque lo anterior sea glorioso, como es el caso de Cristiano: un grande de todos los tiempos. Por ello, nada me produjo más dolor que esa especie de traición popular que vimos en Qatar. Según encuestas publicadas por diarios de prestigio, el 70% de los portugueses deseaban su suplencia. Desconozco el nivel de credibilidad del dato, pero que lo leyéramos con indiferencia, como si se tratara de algo normal, me pareció el signo más doloroso de esa decadencia que empezó en cámara lenta hasta precipitarse. La evidencia de que al derrotado solo lo quiere el olvido. Pero como ocurre con frecuencia últimamente, el dinero vino al rescate de la tristeza. No importa de dónde provenga: el dinero, cuando es grande, no se hace preguntas. Como Messi también ganó la batalla del cariño popular, Cristiano será más aclamado por agradecimiento que por admiración.

La memoria de mañana. El agradecimiento de Arabia Saudí se entiende por su pasión futbolera y porque la llegada de un ídolo mundial fortalece la identidad de un país. El fútbol mueve corrientes profundas de emoción desde su aparente informalidad. Espero que Cristiano lo sepa disfrutar. En cuanto al tiempo, ahora enemigo, sabrá hacerle justicia. Porque quien está saliendo del fútbol por una puerta equivocada es un monumento a este juego que tanto amamos. Un hombre que marcó a fuego el fútbol de este siglo y que fue capaz de desafiar a un genio como Messi mirándolo a los ojos en cada “Balón de oro”, como fue capaz de desafiar a un prócer como Alfredo Di Stéfano en el club más glorioso del mundo. Hoy es “único” solo en Arabia Saudí, pero para la historia es y será un “único” en términos absolutos.

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