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Tragedia en el ciclismo: Davide Rebellin muere atropellado por un camión

El corredor italiano, de 51 años, se había retirado hace mes y medio y fue el primero que se impuso en el mismo año, en un plazo de ocho días, en el tríptico de las Ardenas: Amstel, Flecha y Lieja

Carlos Arribas
Davide Rebellin, en 2016, cuando corría en el CCC polaco.
Davide Rebellin, en 2016, cuando corría en el CCC polaco.ERIC FEFERBERG (AFP)

Davide Rebellini vivió sobre una bicicleta la mayor parte de su vida y sobre una bicicleta murió, atropellado muy cerca de Vicenza (noreste de Italia), muy cerca de su casa, por un camión que se dio a la fuga, el mediodía del miércoles. Tenía 51 años. Se había retirado de la competición el 16 de octubre pasado, tras disputar la Véneto Classic, después de haber batido récords de longevidad y persistencia en el ciclismo profesional, como si no supiera hacer más cosas en la vida, o como sin ciclismo la vida no fuera vida. O, como él resumía: “Mi ciclismo es pura pasión”.

Estado en que quedó la bicicleta de Rebellin en el lugar del accidente.
Estado en que quedó la bicicleta de Rebellin en el lugar del accidente.Tommaso Quaggio (EFE)

El suceso, que recuerda al que mató a Michele Scarponi, otro campeón ciclista italiano, hace cinco años, ocurrió en la carretera regional número 11, una ruta habitual de los ciclistas de la región, a la altura del bar-restaurante La Padana, en Montebello, cuando el camión, que salía de la rotonda del restaurante, arrolló al ciclista. El camión siguió su marcha y, según la policía de carreteras, que investiga el accidente, no está claro si el conductor del monstruo de acero se había dado cuenta siquiera de que se había llevado por delante a un ciclista.

Rebellin, corredor de clase y talento, y cierta frialdad en la forma de competir, buen escalador, participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, en los que partía como favorito junto al fenómeno estadounidense Lance Armstrong, nacido en 1971 como él. La prueba, en la que se impuso otro italiano, Fabio Casartelli, trágicamente muerto tras sufrir una caída en el Tour de 1995, fue la última prueba amateur de ambos, de Rebellin y Armstrong, dos que marcaron su época.

Rebellin, que vivía en Lonigo, una ciudad distinguida también por los palacios de Andrea Palladio y por las nubes de mosquitos, llegó al profesionalismo antes de cumplir los 21 años en la época de esplendor de Bugno, Chiappucci y Cipollini, aureolado, y cargado, con la etiqueta de gran esperanza de renovación. Obligado por las expectativas, intentó disputar la clasificación general de las grandes vueltas, Giro y Tour, y necesitó que pasaran algunos años, y triunfos en la Tirreno, la Clásica de San Sebastián, el GP de Zúrich y otras semiclásicas y pruebas de pocos días, para liberarse de la obligación y convertirse en un especialista de pruebas de corta duración. Solo años más tarde, en 2004, se convirtió en el primer ciclista que ganaba el mismo año la Amstel Gold Race, la Flecha Valona y la Lieja-Bastoña-Lieja, las tres grandes clásicas de las Ardenas que se disputan en un plazo de ocho días, domingo, miércoles, domingo. Ese mismo año, enfadado porque pese a sus victorias, el seleccionador italiano no contaba con él para el Mundial, decidió rebuscar entre sus ancestros para descubrir sangre argentina en su familia. Se hizo argentino para correr el Mundial, pero finalmente hubo problemas con los papeles y no pudo participar en la carrera de Verona, en la que Óscar Freire consiguió su tercer arcoíris. En 2008 ganó la París-Niza y, pocos meses después, alcanzó en los Juegos de Pekín uno de los mejores éxitos de su carrera, la medalla de plata olímpica de una carrera disputada junto a la Gran Muralla china en la que la medalla de oro fue para el asturiano Samuel Sánchez.

Pocos días después estalló el escándalo de su equipo, el Gerolsteiner alemán. Varios de sus ciclistas dieron positivo, también Rebellin, cuya orina recogida tras la carrera de los Juegos contenía restos de CERA, la llamada entonces EPO de segunda generación. El Gerolsteiner desapareció y Rebellin perdió la medalla olímpica y sufrió una sanción de dos años. Tenía 37 años entonces, pero la suspensión no significó la retirada. Regresó en 2011. Corrió 11 más en equipos de segunda y tercera división, en carreras exóticas de cuarto nivel, en las que siempre se entregaba. Se retiró, pero no colgó la bicicleta. Seguía saliendo todos los días, haciendo honor a su proclama de que él debía entrenarse solo porque cuando se juntaba con otros estos no hacían más que pararse en los cafés y no se entregaban al máximo.

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Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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