España afronta un reto cuesta arriba

No está Rafael Nadal, el mejor de los abrigos. Tampoco Carlos Alcaraz, en el taller de reparación desde el día 5 debido a una rotura abdominal. La pista del Martín Carpena, dice el capitán Sergi Bruguera, no le beneficia a su equipo porque es demasiado rápida y favorece a los grandes sacadores. Y, de entrada, al otro lado de la red asoma la rocosa Croacia, cuya nómina presenta a un consumado hombre Davis –63 partidos a las espaldas de Marin Cilic–, dos gregarios con mucho empaque (Borna Coric y el sorprendente Borna Gojo) y a la mejor pareja de doblistas del mundo, el dúo Pavic-Mektic. Por si fuera poco, el despegue de España en el Mundial de fútbol se solapa con el estreno de este miércoles (16.00, Movistar) en esta fase final de la Copa Davis, ante el que todo el mundo coincide: este es un reto cuesta arriba.

Después de ganarse un hueco en el último episodio de la competición, la repentina baja de Alcaraz –seis semanas, según el parte– cayó como un gigantesco jarro de agua fría en el seno del anfitrión. Con Nadal voluntariamente a un lado desde hace tiempo para poder dilatar su carrera, la presencia del actual número uno encarnaba en gran medida las ilusiones con una séptima Ensaladera, pero su ausencia de última hora –al igual que el curso pasado, entonces por el covid– resta filo y punch intimidatorio al equipo de Bruguera, agarrado ahora a la guardia pretoriana conformada por Pablo Carreño y Roberto Bautista. En ambos confía el capitán para poder adelante y adelante los dos turnos individuales, y evitar así tener que jugarse el pase a las semifinales contra el quimérico dobles de los croatas.

“Es verdad que Rafa y Carlitos no están, pero tenemos un buen equipo”, reivindicaba el lunes Carreño, ahora líder circunstancial; “es bonito este papel, pero preferiría que estuvieran ellos y ser el tres [del equipo], porque seríamos más fuertes. De todas formas, me siento listo. Tanto Roberto como yo hemos jugado ya muchas eliminatorias. Los partidos pueden caer hacia cualquier lado”.

El asturiano, número 13 del mundo, encabeza el reparto español, aunque desde el vestuario remiten por completo a la coralidad. “Cuando no puedes contar con el uno y el dos del mundo pierdes fuerza, pero tenemos a otros jugadores que pueden dar la talla”, le respalda el seleccionador, que valora la experiencia del gijonés (8 series disputadas) y la todavía más dilatada de Bautista (14), y que para el dobles ha apostado por el contrastado Marcel Granollers junto a Pedro Martínez. El primero viene de competir la semana pasada en la Copa de Maestros, junto a Horacio Zeballos, aunque chocaron contra la pared: tres derrotas en otros tantos compromisos. Tampoco llegaron al puerto deseado Mektic y Pavic, batidos en la final de Turín por Rajeev Ram y Joe Salisbury; aun así, son el coco.

Oficio, orgullo y pronóstico abierto

“Tenemos calidad suficiente para competir contra cualquiera e intentar ganar”, apunta el catalán, de 36 años. “Creo que contra Croacia [finalista en 2021] va a ser muy difícil”, prevé Bautista (34), fundamental en la fase de grupos celebrada hace dos meses en La Fontenta de Valencia. Allí, el castellonense encadenó tres triunfos ante Serbia, Canadá y Corea. “Sobre todo porque su mejor superficie probablemente sea rápida-indoor [bajo techo, consolidado el formato desde la renovación de la Davis por parte del Grupo Kosmos]. Nos obligará jugar a un muy buen nivel, yo me he preparado a conciencia. Va a ser complicado, pero tenemos nuestras opciones”, amplía.

Pese a las ausencias y al relieve del rival, a España no le falta altura competitiva. Tras el progresivo paso a un lado de ilustres como Verdasco, Ferrer, Feliciano o Nadal, obligado este último ya a vigilar cada zancada, se ha asentado sobre el oficio de los treintañeros, a los que hoy se encomienda. “Veremos si tenemos o no posibilidades”, comentaba hace unos días el de Manacor, que representó por última vez al equipo español en el broche de 2019, cuando derrotó en la Caja Mágica a Denis Shapovalov. “Tenemos a Pablo y a Bautista, que son jugadores top. A muchos países les encantaría tenerlos en su equipo. Tienen la capacidad de ganar contra todos”, advirtió.

A pesar de no haber podido contar con él, España es una de las ocho afortunadas que han llegado a la recta final de esta edición, condicionada por el veto a Rusia –campeona el año pasado en Madrid, apartada por la guerra– y que de antemano se presenta muy abierta. También aspiran al cetro Italia, Croacia, Alemania, Australia, Canadá, Países Bajos y Estados Unidos, sin que ninguna de ellas sobresalga con claridad; la primera se proyectaba con fuerza, pero con la ausencia de Yannik Sinner y Matteo Berrettini, sus dos ases, pierde fuerza.

También se echará en falta a Novak Djokovic (por la eliminación de Serbia) o a Alexander Zverev (lesionado desde junio), además de otras raquetas de peso. Solo asisten dos top-10 –el canadiense Felix Auger-Aliassime y el estadounidense Taylor Fritz, por los cuatro del año pasado– a un torneo en el que todo apunta a que prevalecerán los bloques sobre los solistas.

“La pista es muy rápida y no nos beneficia. Si los grandes sacadores están bien, tienen una gran ventaja que puede ser clave”, subraya Bruguera, mientras desde la organización se confía en un buen papel de su equipo para llenar el pabellón –9.800 personas de aforo– y ganar repercusión mediática, sabedores de que el Mundial de Catar lo absorbe casi todo. Tras los dos primeros ensayos –en Madrid el primero, y multisede el segundo; Innsbruck y Turín de la mano de la capital española–, el revolucionario golpe de tuerca de Gerard Piqué se prueba esta vez en la Costa del Sol, donde el capitán y los suyos se agarran a un lema: a falta de Nadal y Alcaraz, el acicate del orgullo.

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