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Hoy por hoy, a Nadal no le alcanza

El español cede también contra Aliassime (6-3 y 6-4) y queda apeado del torneo maestro por quinta vez en la fase de grupos. Alcaraz cerrará 2022 como número 1

Nadal se seca durante el partido contra Aliassime en el Pala Alpitour de Turín.
Nadal se seca durante el partido contra Aliassime en el Pala Alpitour de Turín.MARCO BERTORELLO (AFP)
Alejandro Ciriza

Ya sea en Shanghái, Londres o Turín, la suerte maestra se le resiste a Rafael Nadal, que replica como puede, con lo que tiene, pero en cualquier caso con una propuesta insuficiente. Hoy por hoy, es lo que hay. Demasiadas dificultades en los últimos tiempos. Felix Auger-Aliassime redondea estupendamente, subraya su feliz momento (6-3 y 6-4, en 1h 57m) y sitúa al español ante el precipicio, a falta de un último empujón que lo ejecuta por la noche Casper Ruud. El noruego, primer semifinalista, se impone a Taylor Fritz (6-3, 4-6 y 7-6(6) y confirma otro adiós prematuro. Por quinta vez, el mallorquín se despide de la Copa de Maestros en la fase de grupos, como ya sucediera en 2009, 2011, 2017 y 2019. Es decir, su enemistad con el torneo continúa.

“He hecho un juego terrible en el 4-3. Luché hasta el final, pero cuando las cosas van por ese camino, es difícil cambiar la dinámica y el resultado, especialmente en estas circunstancias. Nada de qué quejarse, solo aceptarlo. Bien por él”, expone triste el de Manacor, en medio este 2022 dividido en dos mundos: del éxtasis australiano y la proeza en Roland Garros, 21 triunfos consecutivos hasta la final de Indian Wells y dos grandes más a la vitrina, al declive a partir de julio; a partir de la renuncia a las semifinales de Londres, el abdominal (doble rotura) y problemas varios; demasiada y forzada desconexión, de ahí que el reenganche final sea fallido en términos competitivos. Mental y físicamente, llega tarde. Aún así, Nadal promete (se promete) volver a la carga. ¿Será suficiente?

“Al menos, lo vamos a intentar. No creo que haya olvidado cómo jugar al tenis, cómo ser lo suficientemente fuerte mentalmente. Solo necesito recuperar la confianza para estar al nivel que quiero estar. No sé si voy a llegar a ese nivel otra vez, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que voy a morir por ello. Hay dos opciones: podemos abandonar, o bien trabajar de la manera adecuada”, anticipa con resignación el español, mientras procesa todavía la derrota contra Aliassime. Es la cuarta seguida desde que cediera contra Frances Tiafoe en Nueva York y luego ante Tommy Paul en París-Bercy, sumadas ambas a estas dos de Turín, de Fritz al canadiense. No le sucedía algo así desde 2009. Ante el joven de Montreal ha ofrecido mayor resistencia, mejor oposición, pero el destino es idéntico al de dos días atrás.

Transcurre la acción entre finísimos equilibrios, en un desarrollo muy parejo que se desequilibra cuando Nadal pierde una pizca de lucidez y resbala. Es al séptimo juego, cuando con 40-0 a su favor, comete dos dobles faltas y dibuja una derecha larga; hasta ahí, su propuesta prevalece por un dedo sobre la de Aliassime, obligado a apagar un par de fuegos, dos 15-40 en contra; sin embargo, el canadiense (22 años y sexto mejor del mundo hoy día) corretea como una gacela, pega duro y sabe aprovechar el lapsus del rival para firmar el break y, en consecuencia, el primer demarraje. De nuevo, cuesta arriba. Lo observa el tío Toni desde el box, sin apenas pestañear.

Sin fondo en la última recta

La punzada marca un evidente punto de giro y escuece al español, que hasta ese instante venía haciendo las cosas bien, corregido y mejorado respecto al feo desenlace del estreno contra Fritz. Pero igualmente se rehace el canadiense, un tenista que gana poso y se asienta poco a poco entre los más fuertes, cada vez más sustancioso y menos quebradizo. Espléndido al servicio y consistente en los intercambios. No cede ante la doble arremetida de Nadal y contragolpea con arrestos, pues lo mismo fabrica un ace solo dos segundos de recibir un warning por la demora, que no tiembla a la hora de cerrar el set. Brazo firme.

Cuando alza la bola para servir, la megafonía dispara el musicón y le obliga a detener la maniobra. A pesar del desliz técnico, inoportuno a más no poder, el norteamericano sigue entero y repite el gesto para anotarse la primera manga con aplomo. Rema Aliassime sin temor y sí con mucha decisión, mientras Nadal maquina sin parar en busca de una solución que no termina de llegar. No encuentra la llave, pero al menos no se deja llevar, como le sucediera en Bercy hace dos semanas ni el domingo contra Fritz. Se resiste, pelea, se rebela. Pero no le alcanza. Definitivamente, el mallorquín ha llegado sin fondo a esta última recta. La segunda rotura resuelve en su contra.

Navegar en la intranquilidad

“Han sido meses súper difíciles en todos los sentidos. Al final, tengo una edad y los problemas han sido recurrentes”, indica ante medio centenar de periodistas. “Pero si estoy aquí es porque estoy motivado. El año que viene la motivación y la ilusión estarán ahí. Mañana empieza otro día. Al menos, a nivel personal una cosa [el complicado embarazo de su mujer, que dio a luz el 8 de octubre] se ha apartado y estoy más tranquilo. Pero esto es deporte y hay que saber navegar dentro de la intranquilidad; esto se trata de confianza, de momentos, de calidad tenística. Y estos dos partidos no han sido un desastre. Lo que tengo que hacer ahora es volver, trabajar duro y mantenerme positivo todos los días; aceptar el desafío y sufrir un poco más de lo que toca”, cierra en el análisis.

Nadal golpea la pelota durante el partido.
Nadal golpea la pelota durante el partido.MARCO BERTORELLO (AFP)

Sin ritmo de competición y trastabillado durante los últimos meses, con el abdominal a vueltas y la paternidad en la mente, el campeón de 22 grandes acusa la falta de continuidad y sigue empantanado en el terreno del Masters. Ha sido un curso de extremos, a dos velocidades. Sin términos medios. Hasta que declinó competir contra Nick Kyrgios sobre la hierba de Londres registró 36 victorias, solo cuatro derrotas y añadió al historial cuatro trofeos (Melbourne, Australia, Acapulco y Roland Garros); tras la renuncia, el recorrido refleja tres triunfos y cinco tropiezos. Este último en Turín finiquita la posibilidad de arrebatar el número uno al murciano Carlos Alcaraz, presente este miércoles en la ciudad para recibir el premio.

En total, esta temporada Nadal solo ha podido disputar 12 torneos; siete de ellos antes del capítulo inglés, cinco posteriormente. Fue a Madrid, Roma y París entre algodones, entre incógnitas, y abordó de la misma forma Cincinnati y el US Open. Por el camino, además, varias escalas descartadas (Miami, Montecarlo, Barcelona, Canadá...) y un litigio interior por el azote del pie izquierdo. Demasiado para él. Para cualquiera.

Sintentiza él mismo, su mejor doctor: “Es lo que hay, no estoy preparado”. El veredicto es claro: hoy por hoy, no le alcanza.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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