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Asier Martínez logra la medalla de bronce en los 110m vallas del Mundial de Atletismo de Oregón

El primer metal para el combinado español llega en una final accidentada, en la que el navarro ha parado el crono en 13,17s, marca personal

Europeos de Atletismo 2022
Asier Martínez, en el momento en que llega tercero en la final de los 110m vallas.John G. Mabanglo (EFE)
Álvaro Sánchez

Pasan las siete y media de la tarde en Eugene (Oregón), y el 110 metros vallas ya ha dado un vuelco antes de empezar la carrera. El jamaicano Hansle Parchment, 13,09s este año, campeón olímpico en Tokio, se lesiona en el calentamiento. Es un movimiento rutinario, un paso de valla sin misterio, para coger sensaciones, pero se engancha y tiene que retirarse dolorido sin siquiera competir, meses de trabajo tirados por la borda.

Pasado el incidente, hay siete en liza. Entre ellos está el navarro Asier Martínez, (Zizur Mayor, 22 años), debutante en un Mundial, que tiene la segunda peor marca de la temporada entre los finalistas. Mira desconcertado cómo Parchment abandona, sin entender qué ha pasado, y vuelve a lo suyo, a concentrarse en su lugar, la calle 8. Pero la salida de tacos no va más allá de unos metros. Y trae una nueva sorpresa. Hay un nulo, y el expulsado es el estadounidense Devon Allen, el gran favorito (12,84s este año). Deja la pista entre los abucheos contra la decisión de Hayward Field, un estadio ansioso de himnos y gloria en el primer Mundial en suelo patrio.

Se esfuma así la posibilidad, tan jugosa, tan mediática, de un nuevo triplete norteamericano en casa tras la brutal arremetida de los velocistas locales en los 100m, Y se abre un nuevo horizonte para Martínez, que apenas es capaz de asimilar el caos que se monta a su alrededor, un triángulo de las Bermudas que parece ir engullendo uno a uno a sus mayores rivales sin una gota de sudor de por medio.

El panorama se simplifica. Hay seis hombres y son tres medallas. Mirando los números, fríos, pura matemática, el reto sigue siendo mayúsculo, pero menos. Hay poco tiempo para pensar antes de volver a salir, pero un reflejo asalta su mente. “En un momento puntual he sacado cálculos y he dicho: se puede y hay que pelearlo”, cuenta el protagonista.

Enfrente tiene cuatro hombres que este año han corrido más rápido que él. Ignoran las cifras, sin embargo, la personalidad, la resistencia a la presión, la capacidad competitiva, la evolución del joven en progresión cuya mejor marca está por venir. Y Asier Martínez, que ya avisó el año pasado de lo que es capaz con un sexto puesto en los Juegos Olímpicos de Tokio, donde también era un recién llegado. El chico nuevo de la clase. Ve abrirse ante sí la oportunidad de su vida.

Finalmente, pueden echar a correr sin más contratiempos. Sale cuarto en la reacción (0,126s) y llevándose por delante la primera valla, pero con fuerza. “Una salida típica en mí”, explicará luego. A partir de ahí, remonta con limpieza y corre en 13,17s, medalla de bronce, marca personal y récord de España sub 23. Inmerso en la batalla, peleando cada milésima, Martínez, que antes de venir a Estados Unidos, consciente del nivel de sus competidores, se conformaba con clasificarse para la final, no se da cuenta del puesto hasta que cruza la meta y gira la cabeza. Cuarto es el polaco Damian Czyker, que entra 15 centésimas después. Un mundo a esas velocidades.

Por delante, solo dos estadounidenses: Trey Cunningham (plata con 13,08s), y Grant Holloway (oro y 13,03s), que con el doblete hacen olvidar parcialmente al público el mal trago de la descalificación de su compatriota. Y otra eliminación en el camino, la de Shaine Brathwaite, de Barbados, que primero tira una valla y luego, trastabillado, la toalla, aunque sin consecuencias: la tercera víctima de la accidentada final es el único atleta que antes de empezar tenía peor marca que el español, y no llega a inquietarle.

“No sé cómo describir este momento, no me lo creo”, dice Martínez feliz, medalla al cuello tras un acelerón en el que ha ido prácticamente a ciegas. “No tenía referencias. Sí que veía que Holloway estaba bastante adelantado y que iba a ser difícil pillarlo. Ha sido cuando he entrado a meta cuando he girado un poco la cabeza y he visto que he entrado tercero”, explica el joven, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad del País Vasco, todo adrenalina en meta. “Ha sido una descarga de ira. He gritado”, añade sobre su reacción al saber la noticia.

Ya más calmado, tras pasar por el podio, Martínez reconoce la importancia de los factores externos. “Sé que esta medalla se ha dado por ciertas condiciones ajenas a mí. No hay que negar que había grandes favoritos que por un motivo u otro han fallado”, admite con humildad.

La primera medalla de la delegación española borra de un plumazo el amargo sabor de boca del comienzo de Mundial, cuando los marchadores del 20 kilómetros, la principal baza, se fueron de vacío. Como mínimo, España igualará el resultado de Doha 2019. Allí, entre el sofocante calor del desierto, fue otro vallista, Orlando Ortega —baja en Oregón por lesión—, el que subió al tercer cajón del podio para evitar el vacío. En un país que hasta hace no tanto presumía sobre todo de ser cantera de mediofondistas y maratonianos, la era de los vallistas, teniendo en cuenta al consagrado Ortega y los 22 años de Martínez y su techo todavía por tocar, parece garantizada.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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