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Fuego en La Catedral entre Djokovic y Kyrgios

Enemigos irreconciliables hasta enero, protagonizan una final imprevisible en Londres, donde Nole aspira a igualar a Sampras y el australiano a su primer grande

Kyrgios y Djokovic
Kyrgios y Djokovic, durante sus respectivos partidos de cuartos y semifinales en Wimbledon.GLYN KIRK SEBASTIEN BOZON (AFP)
Alejandro Ciriza

— Te ha costado decir algo bonito sobre mí... [risas]

— ¡Pero te defendí cuando verdaderamente hacía falta!

— Lo hiciste y lo aprecio.

El periodista serbio Sasa Ozmo, que sigue de manera milimétrica los pasos de Novak Djokovic durante los últimos años, en uno y otro rincón del mundo, es testigo de un cruce que en otros momentos se hubiera resuelto entre miradas desafiantes y quién sabe si algún que otro improperio. Chispas garantizadas. Pero el día antes de la gran final de Wimbledon (15.00, #Vamos), al paso de Nole reacciona Nick Kyrgios con un guiño amistoso, algo impensable porque hasta enero de este año el balcánico era objeto constante de los ataques del australiano, que lo calificaba de “inútil”, decía no tenerle “ningún respeto” y que el ex número uno “tiene una obsesión enfermiza por ser amado”.

Sin embargo, todo cambió el día que Kyrgios se desmarcó de la gran mayoría de los jugadores y se pronunció en favor de Djokovic, detenido y deportado en Australia a raíz del sonado episodio de principios de año. “Parece como si fuera un arma de destrucción masiva. El maltrato de la gente de Melbourne estos dos años ha sido atroz”, expuso el de Canberra, polémico como ninguno en estos tiempos modernos y que parece haber enterrado definitivamente el hacha de guerra, pese a que ambos se midan hoy en una final de altísimos vuelos, muy celebrada por el aficionado porque garantiza calidad y espectáculo.

”Ahora tenemos una especie de bromance [algo así como una relación cercana entre dos hombres, pero sin sexo], lo cual es un poco raro”, explica Kyrgios; “creo que todos sabemos que durante un tiempo no había ningún tipo de amor entre nosotros, pero fui prácticamente el único jugador que le defendió cuando sucedió lo del Open de Australia, y ahí es cuando uno se gana el respeto; eso no se consigue en la pista, sino cuando vives una crisis de verdad y ves que alguien te defiende. Ahora nos mandamos mensajes por Instagram y todo es raro”.

Todo es raro, y también pasajero. En el instante en el que uno y otro pongan el primer pie en La Catedral, no habrá red social que impida el fuego. Se avecinan fuegos artificiales en la resolución masculina del grande británico, que en principio ofrece un cartel muy desequilibrado en el preámbulo: son los 20 grandes, el sinfín de récords y toda la mística de Djokovic frente al tenista más inestable, que además debuta en una gran final y que no ha ganado un solo trofeo en tres años. Solo teoría. Ahora mismo, pocos pondrían la mano para garantizar un triunfo del serbio, vencido las dos veces que se enfrentaron previamente (Acapulco e Indian Wells, ambas en 2017) y que tampoco ha ofrecido su nivel más brillante en el trazado hacia este último episodio. En contraposición, Londres anima al mejor Kyrgios.

Oleaje y estilos

“En los Grand Slams tienes que surfear olas y parar los golpes”, dice el oceánico, de 27 años y 40º del mundo; según reflejan los números, el jugador que más victorias ha registrado en la gira sobre césped, con 12 triunfos y solo dos derrotas. “Hay momentos en los que odio este deporte, pero soy competitivo”, agrega el aspirante, consciente de que puede convertirse en sucesor del célebre y fiero Lleyton Hewitt, último compatriota que alzó un major. Lo hizo hace 20 años, precisamente en el All England, donde también puede convertirse en el tenista con el ranking más bajo que gana desde Goran Ivanisevic, técnico del serbio, en 2001, como el 125º.

No lo tendrá fácil, a buen seguro. Empezó torcido —un escupitajo a un espectador, un show compartido con Stefanos Tsitsipas, una denuncia por malos tratos de su expareja y el desafío al código de vestimenta con sus gorras de colores, sus camisetas de los Celtics y sus Air Jordan—, pero decidió ponerse serio y su juego prevalece. Encontró además un capotazo inesperado en la despedida forzada de Rafael Nadal y, por tanto, llega fresco. No obstante, a Djokovic le respalda la historia, sus 32 grandes finales (récord, una por delante de Roger Federer) y su onírico currículo en Londres, donde ha levantado el título seis veces; si vuelve a hacerlo hoy, igualará a William Renshaw y, sobre todo, la referencia más cercana de Pete Sampras.

De estilos profundamente divergentes, el tenis cartesiano de uno y el maravilloso caos del otro, ahora hacen buenas migas y el aficionado se frota las manos. “No sé si lo llamaría bromance, pero desde luego estamos mejor. Me defendió y me apoyó cuando nadie lo hacía, y lo aprecio. Le respeto”, cierra Nole antes del pirotécnico desenlace de esta tarde.

120 ‘ACES’ VS. 27 TRIUNFOS SEGUIDOS

A. C. | Londres

Además de la jerarquía, Djokovic propone de antemano una extraordinaria racha de victorias en Londres. El serbio no pierde un partido desde el 12 de julio de 2017, cuando tuvo que retirarse en los cuartos de final del torneo por lesión. A partir de ahí, tres cumbres y 27 tiunfos consecutivos. Esta edición ha derrotado a Soon-Woo Kwon, Thanasi Kokkinakis, Miomir Kecmanovic, Tim van Rijthoven, Jannik Sinner y Cameron Norrie. En el trazado se ha dejado cinco sets.

Analista y estratega consumado, advierte del peligro del otro finalista. “Su servicio es fluido y potente. Es difícil leerlo”, describe; “puede abrir ángulos y ser agresivo o bien mantenerse en el fondo, pero siempre un metro por delante de la línea. La experiencia a este nivel puede ir ligeramente a mi favor. Soy muy consciente de qué está en juego, pero no hay ninguna garantía porque en una final pueden ocurrir muchas cosas”.

Kyrgios, por su parte, contará con el favor de la grada y se presenta con una intimidatoria estadística al servicio. Hasta ahora ha firmado 120 aces; es decir, un promedio de 24 por partido. En este sentido, encabeza el apartado por delante de John Isner (116) y Taylor Fritz (77). Su pico de velocidad ha sido de 220 kilómetros por hora. “Hay una cosa que es segura: gane o pierda, me iré feliz. Nunca pensé que podría estar aquí, pero ahora tengo una posibilidad”, subraya.

El último debutante en una gran final que se proclamó campeón fue Marin Cilic. El croata batió al japonés Kei Nishikori y se adjudicó el US Open de 2014 con 25 años.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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