_
_
_
_
_

El misterio de los niños que roban la bola de Jon Rahm en el US Open

El vasco comienza con -1 su defensa del título en una jornada con final rocambolesco en el que rozó el drama en los dos últimos hoyos

US Open Golf
Jon Rahm, en el sexto hoyo de The Country Club, este jueves.Jared C. Tilton (AFP)
Juan Morenilla

La anécdota podrá contarla Jon Rahm a sus hijos: “Una vez a papá le robaron la bola unos niños jugando el US Open...”. ¿Cómo? Así fue...

Hoyo 18, primera jornada del Abierto americano en el que Rahm defiende el título que levantó el año pasado, su primer grande, único español que ha ganado este torneo. El vasco saca de la bolsa el driver, el palo más potente, y su bola vuela hasta perderse de vista. Nadie ve dónde ha caído con exactitud, hasta que aparece misteriosamente junto a una carpa, en una zona vallada, al lado de un generador. En efecto, es la suya, marca Callaway. Alguien la ha encontrado ahí siguiendo los pasos de dos niños que salen corriendo de la escena con cara de haber cometido una travesura: supuestamente, quedarse con la bola de Rahm y luego deshacerse de ella como si fuera el arma de un crimen. El suceso en sí es confuso, y casi requiere una investigación policial por el misterio que rodea un episodio tan rocambolesco. Ni el mismo Rahm sabe con certeza qué pasó.

En la práctica, el escondite, en una zona artificial, supone que el campeón puede dropar sin penalidad. Su segundo golpe en este par cuatro viaja a green, y con un putt largo firma el birdie y una tarjeta de -1, en los puestos de cabeza (el primer líder es el canadiense Adam Hadwin, con -4, seguido con -3 por McIlroy, Tarren, Lingmerth, Dahmen y Daffue).

Los pequeños ladrones protagonizan el final de una película de suspense. Justo en el hoyo anterior, el 17, Rahm había rozado el drama. Sus aspiraciones de revalidar la corona estuvieron muy cerca de esfumarse. La bola de salida de Rahm visita el rough de la izquierda y desde el tee al número dos le llevan los demonios: “¡Está jodidamente fuera de límites!”. Creyendo que la había perdido, lanza una nueva, una bola provisional, pero esta va todavía peor y se pierde entre los árboles y una profunda vegetación. Mientras acude a la zona de aterrizaje, un grito le despierta del mal sueño. Es su padre, Edorta, que desde detrás de las cuerdas le dice que su primera bola está localizada, y encima apenas hundida y con un buen ángulo para buscar el green. Rahm incluso se da una opción de birdie que acaba en par.

En esos dos hoyos a Rahm casi le da un ataque al corazón. “Parece que ha bajado Seve y ha jugado por mí”, resopla el vasco al final de la ronda, quitándose la gorra y tocándose la barba. “Los he jugado muy diferente a lo que me gusta a mí. En el 17 sabía que el rough a la izquierda no era un problema, pero he tenido mucha, mucha suerte. La suerte del siglo. Y encima en un US Open. En el 18 creo que mi bola acabó en las gradas y unos chavales se la han llevado. Gracias que alguien se ha dado cuenta. Yo les vi corriendo hacia mí con una sonrisa de cuidado. Han sacado la mano mágica. Me extrañó porque eran los únicos en esa dirección, el resto iba hacia green”.

La fortuna besó al campeón cuando el viento se había levantado en Brookline y las sensaciones ya no eran tan buenas como al principio. Después de cerrar el par cinco del ocho, Rahm sumaba -2 con tres birdies en los cuatro últimos hoyos y era colíder. Funcionaba el juego corto, desde el tee era un cañón que dejaba tirados a sus compañeros de ronda, Morikawa y Piot, y el campo estaba perfecto, una alfombra bajo un cielo calmado.

El guión empezó a cambiar cuando sopló con fuerza el viento y a Rahm le faltó algo de decisión con los hierros. En el hoyo 9 visitó el búnker de la derecha y la escapada se le fue larga: dos putts y bogey. En el 14, el segundo par cinco del recorrido, otro examen: calle fallada y un golpe de acercamiento antes de alcanzar una plataforma elevada rumbo a green. Un hoyo laberíntico. Par salvador en esa estación y un putt desviado en el 15 para quedarse en paz con el campo. El par era bueno. Con eso se contentaba hasta que llegaron esos dos diabólicos últimos hoyos, primero el temor a las bolas perdidas en el 17 y luego el misterio de los niños que salieron corriendo en el 18.

“Podía haber hecho algún birdie más”, suspiró Rahm, “pero cada vez que se da bajo par en un US Open, bienvenido”.

Clasificación del US Open.

Sergio García llega a última hora y firma +4

Un problema personal provocó que Sergio García no pisara el campo del US Open hasta el miércoles por la tarde, apenas 20 horas antes del comienzo de su primera ronda. El castellonense disputó la semana pasada el primer torneo de la liga saudí, en Londres, y su llegada a Boston se retrasó por un imprevisto. Sin apenas entrenamiento, El Niño firmó cuatro golpes sobre el par y tiene el corte cuesta arriba. Lo mismo le sucedió a Adri Arnaus,  que entregó una tarjeta de +6.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_