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El Real Madrid no puede esperar a la decimoquinta Champions

En el club blanco, donde la única contraseña es ganar, la 14ª Copa de Europa ya remite al paleolítico, y bien lo saben Ancelotti y sus jugadores pese a la excelencia del curso

Los jugadores del Real Madrid celebran su triunfo en la Champions junto a la afición, en el Santiago Bernabéu.Foto: VINCENT WEST (REUTERS) | Vídeo: EPV / REUTERS
José Sámano

Es tal su avidez, que a estas horas el Real Madrid ya llega tarde a concebir la 15ª. Algún solemne patricio madridista se lo plantearía en la misma festividad de Saint-Denis, morada de Mbappé, tan historia por ahora como la 14ª Copa de Europa. Sin Mbappé a la vista, el Real a lo suyo. Como diría Jesús García Velasco, el inolvidable abuelo de Majaelrayo (Guadalajara): “¿Y el Madrid, qué, otra vez campeón de Europa?”. El Real llevaba 30 años seco, pero el popular anuncio tuvo miga.

En el imaginario de este ganadero en Marte, el Madrid triunfaba hasta cuando perdía. Poco después del lanzamiento del spot llegó la anhelada Séptima, que de nuevo puso en órbita al Madrid. Hasta hoy. Aunque un amplio sector dé la matraca con Mbappé meses y meses. Como si Benzema fuera un paria, Modric un pelagatos y Courtois un pinchaúvas.

El Real es capaz de imponerse por encima de lo que supuestamente vale. Para muestra esta Copa de Europa, de la que ya no reniega el madridismo por aquel sorteo por partida doble que alteró un pulso ligero con el Benfica por un duelo esgrimista con el PSG. Al Madrid le quedaron vidas para jugársela con el Chelsea... Y otra más con el Manchester City. Lo del Liverpool ya se veía venir. Guiños del destino para quien ha ganado sus últimas ocho finales de la Copa de Europa. Pasmoso.

Estrellas como Mbappé iluminan, claro. Pero es el Real el que da de vencer, como admitió sin tapujos Carlo Ancelotti, el entrenador más glorificado de la Liga de Campeones. “Con el Madrid es más fácil ganar, es un club especial”. Al contagio de Di Stéfano, brazo armado del cósmico ideario de Santiago Bernabéu, no lo dudan Amancio, Butragueño, Raúl o Cristiano, retenes de leyenda en Chamartín. Su huella es imperecedera, pero todos tuvieron, en mayor o menor medida, un sucesor. Quien nunca ha tenido réplica es el Real, que se hizo legendario en blanco y negro (seis coronas) y más ilustre en color (ocho oros). Con los del No-Do, de Puskas a Pirri, y con los más contemporáneos, de Mijatovic a Vinicius.

En este club el ayer solo remite al mañana. No hay respiro cuando tu contraseña por excelencia es ganar. El Madrid huye de empollones congresos sobre estilos y otras gaitas. Es su táctica. Si no está Casillas, pues Courtois. ¿Añoranza de Ramos-Varane? Militão y Alaba. Que se mosquea CR, pues que golee Benzema. Si lo de Bale es de traca y Hazard no pasa una revista, vuelo para Vinicius y Rodrygo. Y que no se amodorren Casemiro, Modric y Kroos. Valverde y Camavinga van para más que teloneros.

Los últimos alistados no tuvieron alfombra galáctica a su llegada. Se sugirió que el club apostaba por la austeridad en favor de la catedralicia obra del Bernabéu. Mientras, otra Orejona al cesto. Parecía que también el Madrid había puesto el tiempo entre paréntesis a la espera de Mbappé. Mientras, una y otra Champions, con Zinedine Zidane y con Ancelotti. Uno inspiró lo mejor del madridismo como jugador. El italiano estuvo de paso hasta con la agónica Décima en la pasarela. Desde el propio club se hizo calar un eco justificante: es un maula.

Ancelotti fue víctima de una entidad que no favorece el arraigo de los entrenadores, colegio profesional sin alta reputación por La Castellana. En el Real siempre prevalecieron los futbolistas y los presidentes. Por ello, causó desazón el regreso del italiano, como si fuera un emplasto de entreguerras. Otro desmentido.

La campechanía de Ancelotti ha seducido a amigos, enemigos y neutrales. Con su pública y nada impostada llaneza, ha logrado la camaradería en el vestuario y la grada. Nadie conjeturó con mala uva por la presencia de su hijo en el cuerpo técnico. Como tampoco hubo conflictos con los inversores en Bale y Hazard. En un camerino en el que no lucen los abdominales y los ombligos, hasta un clásico sangrante (0-4) tuvo su remontada. La excelencia del curso no se entiende sin Benzema, Courtois, Modric, Vinicius... Y, desde luego, sin la tutoría de Ancelotti. Que nadie lo olvide: la 14ª fue en el paleolítico. La Decimoquinta no puede esperar.

Es el Real Madrid.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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