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Dembélé, una patata caliente para el Barça

El club pretende darle el finiquito después de que el francés no aceptara renovar ni marcharse, aunque Xavi quiere contar con él

Jordi Quixano
Dembélé conduce el balón ante Jutglà en uno de los entrenamientos del Barcelona.
Dembélé conduce el balón ante Jutglà en uno de los entrenamientos del Barcelona.LUIS SEVILLANO

Cualquiera que lo viera durante las dos últimas semanas creería que su vida era una balsa de aceite, pues se entrenaba con denuedo, risueño a más no poder. Se podía pensar que Ousmane Dembélé (Vernon, Francia; 24 años) pasaba por uno de sus mejores momentos desde que llegó al Barça. “Es muy buen chico, pero vive en su burbuja”, señalan desde el vestuario. Una burbuja que puede explotar porque desde la directiva se plantean rescindirle el contrato, enfurecidos por cómo ha gestionado —él y sus agentes— la oferta de renovación que rechazada. El atacante acaba contrato en junio, no ha aceptado renovar ni tampoco salir en este mercado de invierno. Una patata caliente que tratarán de resolver esta semana junto al área deportiva y el técnico, aunque la última palabra la tendrá Joan Laporta.

Hace un par de meses, la junta directiva le pidió a Xavi que no alineara a Dembélé. Era una medida de presión para que el futbolista estampara su firma, pues todos en la entidad entienden que Dembélé es un futbolista distinto. “Es de esos que cuando lo ves entrenar te sorprende. Es de esos que sabes que está entre los cinco mejores del mundo en su posición, por más que decida muchas veces mal”, le reconocen desde los despachos de la ciudad deportiva; “y ya no hay muchos de esos en el vestuario ahora que no está Messi, ni Suárez, ni Neymar”. Pero Dembélé no cedió. “No aceptaré el chantaje”, expuso en las redes. También se mostró reacio Xavi porque entendía que con lo que tenía no le daba para competir y ganar, al punto de ascendió a Abde y Jutglà, que han dado más de lo que esperaba pero que aún no están asentados en la élite.

Laporta aceptó la petición de Xavi porque también estaba la Supercopa a la vuelta de la esquina con el Madrid enfrente. Pero el día antes de medirse al Athletic en la Copa ya no hubo vuelta atrás. Dembélé no volvería a ponerse la camiseta del Barcelona a no ser que renovara. Y eso no entraba en los planes de Dembélé. “Ni en las de sus agentes porque él hace lo que le dicen”, señalan desde el club, ofendidos y molestos porque después de pactar unos términos se descolgaron pidiendo 45 millones de prima de fichaje o renovación, 15 para la agencia y 30 para el futbolista, además de un salario de 30 millones por curso. Desde el entorno del jugador también alegan que el club no respondía siquiera a los correos electrónicos, además de que la última oferta que le hicieron era a la baja. Seguramente porque tenían cerrado a Adama y puede que a Aubameyang.

Una mala imagen

Así que el extremo llegó al último día del mercado invernal sin estar convocado en los dos últimos encuentros y sin intención de cambiar la situación. “Alguna vez le hemos preguntado por su futuro y no se moja, está a verlas venir”, reconoció Piqué en una charla con Ibai Llanos en su canal de Twitch. Pero sí que lo hizo en el último entrenamiento antes del cierre del mercado. Resulta que desde el club le explicaron claramente que no jugaría más. Postura a la que sus agentes restaron importancia. “Estuvo meses sin jugar por lesión y no pasó nada”, vinieron a decir. Algo similar a lo que soltó Dembélé, que dijo que cuatro meses pasan rápido. Por lo que ni se pensó la oferta postrera del Tottenham, quizá porque como piensan en el club tiene un acuerdo con el PSG. “Ha preferido seguir aquí seis meses. No es bueno ni para él ni para el club, porque su renovación nos daba margen salarial”, reconoció Laporta; “es de difícil comprensión. Hemos hecho todo lo posible. Actuaremos en interés del club”.

Durante esta semana o la próxima decidirán qué se hace con Dembélé. La directiva entiende que antes está la dignidad del Barça que un resultado. Se pretende darle el finiquito y que se marche. El problema está en que el jugador no acepte, porque entonces el club no puede despedirlo y debe darle las condiciones para que se entrene. Y Xavi no quiere llegar ahí. Primero porque entiende que es un jugador que le puede ser útil para cambiar partidos u oxigenar las piernas de los extremos. Segundo porque no quiere que se genere mal ambiente en el vestuario. Y tercero porque cree, como dijo en su día, que daña a la imagen del club, pues puede ser señalado de hacer mobbing [acoso laboral] y no conviene ahora que tiene en el punto de mira a jugadores como Azpilicueta, Rüdiger, Kessié y Christensen. Aunque lo más importante para eso es jugar la Champions, condición que por ejemplo pone Haaland para pensarse la oferta azulgrana.

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