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Muere Paco Gento, la sexta velocidad del Real Madrid

El mítico extremo del club blanco, el único futbolista ganador de seis Copas de Europa y 12 Ligas, fallece a los 88 años

Francisco Gento, en 2007 en el Bernabéu después de recibir un homenaje.Vídeo: SANTIAGO CASTAÑEDA (DIARIO AS)

Prudente y sencillo. Extremadamente tímido. Hombre de pocas palabras, de carácter recio, socarrón y entrañable en las distancias cortas. Capaz de descolgar el teléfono de su casa y cuando preguntaban por él cambiar el tono de voz para concluir con un lacónico “no está en casa, está paseando al perro”. Así era a grandes brochazos Francisco Gento, nacido en Guarnizo (Cantabria) en 1933 y fallecido este martes en Madrid a los 88 años. El cántabro, uno de los futbolistas más laureados de la historia del fútbol, nunca presumió de nada.

Ni de sus seis Copas de Europa, aunque ningún otro futbolista haya ganado tantas como él; ni de sus 12 Ligas, también una marca personal e intransferible que será muy difícil de superar por los que vienen detrás y más después de la marcha de Messi (10) del campeonato español.

“No soy de los que saca pecho, nunca lo hice. Soy poco estirado de estatura y de carácter”, señalaba cuando le preguntaban por sus logros. Por la fortaleza que siempre tuvo la Liga española diría que es más difícil ganar esos 12 trofeos que las seis Copas de Europa, pero estoy tan orgulloso de una cosa como de otra”. No es para menos, solo el Real Madrid (13) y el Milán (7) acumulan más orejonas que él a título particular. Liverpool y Bayern tienen las mismas.

Para sus compañeros de fatigas siempre fue Paco, y como dice Amancio Amaro, terriblemente emocionado por su pérdida, “era un hombre bueno, nuestro gran capitán. Yo digo, yo mando, pero sin decirlo, sin que se notase. Cuando se fueron todos los grandes, él se quedó para educarnos a los que llegábamos de lo que era el Real Madrid y con él de capitán ganamos la Sexta”.

Nunca le importó estar muchos años a la sombra de Di Stéfano. Paco sentía verdadera admiración por su compañero y lo definía con gracia. “Tenía muy mala leche, pero era un tío cojonudo y fue el mejor futbolista con el que yo he jugado y que haya podido tener en contra”, decía de La Saeta. Llegaron juntos al Real Madrid en 1953 y compartieron vestuario 11 temporadas, hasta que Alfredo fue despedido y se fue al Espanyol. Él continuó otros siete cursos en el club blanco.

Gento nunca olvidó que al finalizar la primera temporada, cuando Santiago Bernabéu quería cederlo o traspasarlo a Osasuna porque no había rendido lo que se esperaba de él, Di Stéfano se presentó en el despacho y le dijo al presidente: “Gento no se toca, tiene que seguir aquí y aprenderá. Tiene unas condiciones innatas”. Y se quedó 18 temporadas.

Raymond Kopa, José Héctor Rial, Alfredo Di Stefano, Ferenc Puskas y Paco Gento, en el Santiago Bernabéu en 1977 con las seis Copas de Europa. Foto: GIANNI FERRARI | Vídeo: REAL MADRID

Sus comienzos en el Real Madrid no fueron fáciles. Llegó con 19 años procedente del Racing de Santander, con el que ya había debutado en Primera. La firma de su contrato en la capital cántabra fue una odisea. “Firmé en un garaje a escondidas. Los aficionados del Racing querían pegar al enviado del Real Madrid, un tal Bustamante. Nos persiguieron por toda la ciudad. No querían que me fuera de ninguna manera. Pasamos miedo allí metidos en un coche con los contratos para arriba y para abajo”.

Vivía en una pensión

Mal lo pasó también en sus primeros meses en Madrid. La capital se le hacía demasiado grande. Vivía en una pensión: “La ciudad me angustiaba por su grandiosidad”, decía. Además, no se sentía querido. “Uno de los peores días de mi vida lo pasé en el estadio. Estaba en la grada, porque ese día no jugué, y un aficionado, delante de mí, comenzó a meterse con el 11. Pensaba que era yo. ‘Este Gento que malo es, siempre hace lo mismo. A ver si le quitan de una vez. No sé para qué le ponen…’. Y todo a grito pelado. Y yo estaba allí, sentado a su lado, sin decirle nada. Me fui muy triste a casa. Pensaban que era malo hasta cuando no jugaba”.

Pero el 11 de verdad aprendió a toda velocidad. La suya. La sexta. Así describía su juego. “Siempre me gustó el fútbol y aprendí de todos. Si Di Stéfano la pegaba de tacón, yo lo intentaba. Si Rial, me metía un pase medido, yo lo intentaba también. Me atrevía a hacer paredes con ellos. Yo la velocidad la llevaba de fábrica. Cogía la pelota, corría y cuando miraba hacia atrás los demás venían por el centro del campo y yo ya estaba en la portería. Con la izquierda tenía un golpeo espectacular. Lo que aprendí fue a frenar y esa terminó siendo mi mejor arma. Iba a toda máquina y de repente pisaba el balón y el defensa pasaba de largo y se estrellaba contra la valla. Muchas veces me daba pena de ellos. Cuando me fueron conociendo muchas veces iban a por mí, pero era listo y daba un saltito cuando los oía venir, era como un zumbido en el oído, pero alguna vez me cazaban, claro”.

De memoria, puesto en faena, de tertulia con sus excompañeros en el local de los veteranos del club, siempre tenía una anécdota que recordar. “Que yo recuerde me expulsaron solo dos veces. Las dos en el norte, en Bilbao y en San Sebastián. Allí nos encharcaban los campos para que no pudiéramos correr. No llovía por la noche en la ciudad, pero sí en los campos. La primera roja fue en San Mamés, estaba Marquitos discutiendo con el árbitro y yo pasé a su lado y le dije: ‘Mándale a tomar por culo”. La segunda fue en Atotxa, Irulegui, que me estaba marcando, me estaba sacudiendo bien, me revolví y le di. Luego le pedí perdón”.

El Nodo inmortalizó sus carreras por la banda y mantiene vivas las imágenes en blanco y negro de casi todos sus triunfos, sobre todo de las Copas de Europa. Para Gento la mejor siempre fue la tercera, la que el Real Madrid ganó al Milán en Bruselas (1957-58). “Marqué el gol del triunfo en el minuto 107 de la prórroga. Recuerdo que Di Stéfano me dijo que estaban todos cansadísimos, que ese partido solo lo podía ganar yo. Lo primero que pensé es que me quería cargar el muerto, pero era verdad que me encontraba bien. Una de mis mejores virtudes fue la resistencia”.

También tenía un recuerdo especial para la sexta, ya con los ye-yés. “Era el abuelo del equipo. Todos españoles. Nadie nos daba ya como favoritos y nos metimos en la final y la ganamos. Fue cuando los más jóvenes se pusieron las pelucas como si fueran los Beatles y me pusieron en medio de la fotografía”.

Su longeva carrera profesional tuvo todo tipo de recompensas individuales, además de los 23 títulos conseguidos con el Real Madrid. El más importante a nivel internacional fue formar parte de la selección resto del mundo en el partido en el que la FIFA celebraba su centenario. Fue en Wembley contra lnglaterra (23-10-1963). Dos días después cumplió 30 años. La delantera de aquel equipo no tenía precio: Kopa, Law, Di Stéfano, Eusebio (Puskas) y Gento.

De su club recibió la prestigiosa Laureada (1971) que le supuso una gran emoción porque se cuentan con los dedos de las manos los jugadores que la tienen, y hasta tres homenajes. Un escenario inédito en la historia. El primero siendo todavía jugador (1965); el segundo al año de retirarse (1972) donde marcó de penalti su último gol con la camiseta blanca y el tercero ya como presidente de honor, en 2007, cuando tenía 74 años.

44 partidos con España

Entre tantos recuerdos agradables, Paco Gento solía mover la cabeza y cambiar el paso cuando tenía que repasar su carrera en la selección española. Aunque en aquellos tiempos se jugaran muchísimos menos partidos, los 44 que sumó (seis goles) siempre le supieron a poco. Se mordía la lengua cuando entraba en conversación lo sucedido en la fase final de la Eurocopa de 1964, que sus compañeros conquistaron en el Bernabéu contra la URSS. Él había formado parte del equipo en la fase de clasificación, pero José Villalonga, que había sido su técnico en el Real Madrid, no le seleccionó para la fase final, esgrimiendo que salía de una lesión. Sí disputó los Mundiales de 1962 en Chile y de 1966 en Inglaterra.

Una vez retirado, intentó mantenerse ligado al fútbol como entrenador, pero no era su verdadera vocación. Mató el gusanillo en el Castellón, en el Palencia, para echar una mano a sus hermanos, y Granada… pero los sufrimientos del banquillo le invitaron a dejarlo pronto y a regresar al Real Madrid en otros menesteres técnicos con menos dependencia de los resultados. En diciembre de 2015 fue nombrado presidente de honor del Real Madrid, ocupando el cargo de su hermano Alfredo di Stéfano.

En su intento de mantenerse lo más posible en el anonimato, Gento prefería acudir a su localidad en el estadio antes que al palco. Prefería la compañía de su nieta y bajar andando desde su casa, no muy lejana al Santiago Bernabéu. Él lo explicaba a su manera. “El fútbol lo ha sido todo en mi vida. A veces me despierto y me veo jugando al fútbol. Sueño que estoy jugando la Copa de Europa. Vivo de mis recuerdos. Es verdad. Mi padre, que había sido futbolista, volante en la Cultural de Guarnizo, no quería que yo lo fuese. Tuvimos nuestras broncas. Él quería que me quedase en el campo ordeñando las vacas y dando de comer al ganado. Se enfadaba cuando iba a jugar… pero yo me iba siempre que podía”.

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