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PAISAJES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

VAR en el sorteo de la Champions

Si uno se saca una vena paranoica puede llegar a pensar que esta situación ha podido darse otras veces pero que no nos hemos enterado

El vicesecretario general de la UEFA, Giorgio Marchetti, durante el sorteo de Champions.
El vicesecretario general de la UEFA, Giorgio Marchetti, durante el sorteo de Champions.Harold Cunningham / UEFA HANDOUT (EFE)
Andoni Zubizarreta

Para los que dicen que el poder está lejos del pueblo, el fútbol les acaba de traer un ejemplo que desmiente esta tesis. Veamos, el fútbol y sus aficionados sienten que eso del VAR le ha quitado humanidad y ritmo a esto del fútbol. Hay una convicción de que la tecnología no ha eliminado ni los errores ni las polémicas, es más, se dirían que estas se han sofisticado más incluyendo en ellas ingenieros que nunca estuvieron interesados en este deporte pero que son enormemente capaces de definir una línea exacta entre fragmentos de una imagen de vídeo.

Pues cuando todo eso está en las discusiones, va una de las que se dicen propietarias del fútbol, hay quien dice que es la dueña del monopolio, aunque no he llegado a esas profundidades empresariales para decirles mi opinión de si están en lo cierto, o sea, va la UEFA y se aplica el VAR en uno de sus sorteos más seguidos como es el de octavos de la Champions: tira la línea en forma de bolas y de nombres de clubes, revisa si hay algo punible y desde la sala VAR de los sorteos se decide que la jugada/sorteo no ha sido válida y hay que volver a efectuarlo. Y como en toda buena decisión del VAR, hay quien se siente perjudicado porque esa línea no le incumbía o no estaba ya participando del juego cuando sucedió la acción penalizada.

Y parece que el software del sorteo ha sido el responsable de todo el espectáculo, más tal vez algún error humano. Vaya, que es igual que en el campo cada fin de semana, una parte de tecnología y otra cucharada de humanidad. Para que luego digan que las altas instancias no saben lo que sucede en la calle o, aún peor, no son capaces de ponerse en el lugar de los que están en la calle y lo resuelven todo con tecnología, algoritmos y encuestas.

Ya les puedo contar que he tenido el privilegio de participar en algún sorteo de estos y siempre tienes una sensación de que algo va a salir mal: una bola mal abierta, otra que se cae y rueda por el escenario, un nombre mal leído y que no se corresponde con el que está escrito en el papel. Pero lo que nunca se me hubiera ocurrido es que las bolas que están en la copa no son las que deberían ser. Y si uno se saca una vena paranoica puede llegar a pensar que esta situación ha podido darse otras veces pero que no nos hemos enterado porque los nombres que se abrieron eran buenos aunque las bolas podrían no corresponder a las que deberían estar. Supongo que si algo así se hubiera dado, seguro que la UEFA tiene los mecanismos adecuados para detectarlo, nos lo hubiera hecho saber con la misma humildad mostrada al aceptar el error del lunes.

El caso es que el sorteo nos ha dejado rivales difíciles y partidos maravillosos para disfrutar del fútbol, el juego y los jugadores. Y fíjense si las bolas del sorteo andaban locas que al Barça, que por una vez iba al segundo sorteo, el de Europa League, le mandaron al Nápoles, un rival de Champions pero en el otro torneo. Ese sí que es un auténtico homenaje a Maradona y no la escaramuza de partido celebrado el martes en Arabia Saudita.

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