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Luna de miel hasta con Jovic

Ancelotti, con un once muy marcado, encuentra soluciones incluso entre los desterrados

Jovic celebra, junto a Vinicius y Alaba, el segundo gol del Madrid ante la Real.
Jovic celebra, junto a Vinicius y Alaba, el segundo gol del Madrid ante la Real.Soccrates Images (Getty Images)
Lorenzo Calonge

Después de 30 años en los banquillos, Carlo Ancelotti cree que el proceso se repite en cada club por el que pasa. Él lo llama “arco de liderazgo”, y se refiere al trayecto personal de ascenso y caída que vive al frente de un equipo y que divide en cinco etapas: cortejo, luna de miel, éxito (si llegan los títulos), problemas y ruptura. Claramente, el italiano se encuentra ahora en la “luna de miel” con el Madrid, un periodo en el que todos, dentro y fuera, le dejan establecerse, pero que, según avisa en el libro Liderazgo tranquilo, no suele durar mucho. A la espera de ver si logra el “éxito” o pasa directamente a los “problemas”, la feliz fase inicial le está dando para hacer granero en la Liga y apañar el arranque de la Champions gracias también a que ha encontrado agua en pozos que parecían, en el mejor de los casos, limitados.

El italiano ha conseguido cuadrar un círculo muy complicado en su gremio: tener un once casi innegociable y que algunos de los suplentes más rezagados sumen a la hoguera común en instantes de necesidad. Del secarral más absoluto salió Luka Jovic en San Sebastián para relevar a Benzema, y acabó con una asistencia de mérito y un cabezazo que liquidó a la Real (0-2). Hace un mes, el que sustituyó al francés en Elche (1-2) fue Mariano, que dejó un pase de gol de espuela, litros de sudor y la nariz en el suelo. Ambos duelos los terminó resolviendo Vinicius con tres tantos, pero en la tarea de demolición encontró la alianza de los últimos de la fila.

Si el huerto ofensivo de Zidane no iba más allá del monocultivo de Benzema, en la finca de Ancelotti brotan hasta Jovic y Mariano al cobijo del repentino florecimiento, también con Carletto, de Vini. En este primer cuatrimestre, a lo que ya funcionaba solo (el medio y Courtois), el de Reggiolo ha ido incorporando soluciones de todo pelaje, y los casos del serbio e hispanodominicano son los más extremos. La campaña anterior, Zizou se vio tres partidos seguidos sin el francés en invierno y en las tres noches acabó angustiado, cambiando a toda la delantera. En esta, en los dos encuentros sin el galo, el hallazgo Vinicius ha liderado las operaciones con la colaboración de dos desterrados.

En este proceso de luna de miel, al técnico italiano nunca le ha faltado un brazo al que agarrarse. Rodrygo sentenció al Inter saliendo desde el banco cuando aún no era una pieza tan estimada; Asensio juega menos e igual de discontinuo, pero sus cuatro goles en Liga le sitúan a uno de todo el campeonato pasado, cuando sí era uno de los favoritos de ZZ; Camavinga metió a los cinco minutos del debut; y hasta Bale se apuntó un tanto en agosto. Entre descubrimientos estratégicos, como Vini, y remedios circunstanciales, como Jovic y Mariano, el Madrid ha ido resolviendo su socavón anotador. Las 37 dianas en Liga en 16 jornadas elevan la proyección en mayo a 87, 20 más que el curso pasado. Y, si nadie sale, siempre quedarán Courtois, Benzema, la fórmula del medio o el nuevo Vinicius.

En la contabilidad ya figura Luka Jovic (Bijeljina, Serbia; 23 años), que en Anoeta sumó su primer gol de verdad en el Madrid. Los dos anteriores habían sido el quinto del 5-0 al Leganés hace dos años y el cuarto del 1-4 a Osasuna justo antes de que el mundo se detuviera en 2020. El Madrid lo fichó en 2019 por 60 millones (el séptimo más caro de la historia) con la etiqueta de killer (27 dianas en el Eintracht), pero como blanco su mayor contribución habían sido dos taconazos ante el Sevilla y Villarreal. En Anoeta se apuntó otro pase decisivo.

Oportunidad ante el Inter

Y, en medio, una enorme sensación de fiasco: lesiones (22 encuentros de baja pese a su poca huella), falta de adaptación, el incumplimiento de las normas de confinamiento en su país, una cesión de vuelta a Alemania que tampoco resultó, y un aire inexpresivo que lo ha convertido en un futbolista inescrutable.

“Su frialdad extrema es lo que puede haberle ayudado a permanecer impasible ante el paso los días, de las semanas, de los meses y de los años. A superar no ser nada ni nadie”, apuntan fuentes del Real Madrid con acceso al vestuario. Un proceso de desplome en el que, aseguran desde dentro, contribuyó Zidane al “desaprovecharlo hasta decir basta”. “Aunque lo pareciera, nunca ha perdido el ánimo ni el entusiasmo ante la posibilidad de rascar su momento”, añaden. Este martes, contra el Inter, volverá a tener otra oportunidad y quién sabe si también el domingo ante el Atlético (las primeras pruebas a Benzema no han sido concluyentes). Él es el último en subirse al tren de Ancelotti. Aunque todo quede en algo episódico, el serbio ya tuvo su noche. En el andén sigue Hazard.

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