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Pedalear es aprender. Y viceversa

Sócrates en bicicleta es un original y divertido juego que mezcla la filosofía con el deporte

Pedro Zuazua
Portada del libro Sócrates en bicicleta, de Guillaume Martin.
Portada del libro Sócrates en bicicleta, de Guillaume Martin.

La práctica deportiva tiene algo de conexión. También de desconexión. Conecta al practicante con su cuerpo y, realizada con la intensidad adecuada, lo desconecta de las cuitas del día a día. Si se trata de un deporte individual, puede que incluso se alcance un estado mental preclaro en el que se perciba la realidad y sus circunstancias con una nitidez que se aproxime al terreno de las ideas. Al comenzar un descenso en bicicleta, por ejemplo. Tras el esfuerzo de la subida, con el viento en la cara y las piernas pedaleando a favor de obra, pudiera parecer que pensamos. Es decir, que existimos.

Decía Nietzsche que “solo los pensamientos que tenemos en movimiento valen algo”. El ciclista francés Guillaume Martin propone en Sócrates en bicicleta (Libros de Ruta), un original y divertido juego que mezcla la filosofía con el deporte. Escrito desde el conocimiento de ambas disciplinas —Martin tiene estudios en filosofía— plantea un Tour de Francia en el que compiten Aristóteles, Pascal o Maquiavelo. “Ciclósofos” es el término elegido para estos personajes que combinan excelencia intelectual y deporte (una de las principales críticas del libro se dirige hacia el prejuicio que separa ambas disciplinas). Alternando el ensayo y la ficción, Martin va describiendo el día a día de los ciclistas profesionales y plantea un critérium de ases del pensamiento que le permite introducir debates de altura —bajados a tierra con la analogía ciclista—.

Ofrece escenas muy interesantes. Como la dialéctica entre el líder del equipo griego —Sócrates— y dos de sus gregarios —Aristóteles y Platón—. “¿Es que nunca vas a dejar de hacer preguntas, Sócrates? [...]Ya ves, contigo siempre es así: cuando “filosofas” no tratas de ser comprendido, ¡más bien todo lo contrario! Filosofas y pedaleas como un sofista, ¡en el vacío!”. Sócrates, tras escuchar a Platón que “pedalear es aprender a morir”, decide dejar el equipo. Sabe que sus gregarios están preparados para tomar el relevo. “Nada es demasiado difícil para la juventud”, es su último mensaje. Y se monta en la bicicleta para no volver. Sus discípulos gritan su nombre. Nadie contesta. Ya sienten sobre sus hombros el peso de la responsabilidad.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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