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Putin hará olímpico a Chaikovski

Ante la prohibición de su himno en los Juegos, Rusia hará sonar en las ceremonias de Tokio el concierto para piano de su músico nacional

Carlos Arribas
Vestimenta oficial del equipo del Comité Olímpico Ruso para Tokio 2020.
Vestimenta oficial del equipo del Comité Olímpico Ruso para Tokio 2020.MAXIM SHIPENKOV (EFE)

Un día de finales del año 2000, decepcionado y frustrado porque consideraba que sus deportistas triunfadores en los Juegos Olímpicos de Sidney no podían gozar enteramente de la experiencia de su victoria, el presidente Vladimir Putin decidió que había que cambiar el himno de Rusia. La canción patriótica, de Mijaíl Glinka, adoptada como himno por su antecesor Boris Yeltsin solo 10 años antes, carecía de letra, lo que impedía a los campeones expresar plenamente su alegría y su patriotismo desde lo más alto del podio, así que Putin rescató el himno soviético de Sasha Aleksándrov que estuvo en vigor hasta la perestroika, ordenó a su letrista, Serguéi Mijalkov, que compusiera unos nuevos versos y desde entonces, los rusos podían gritar a todo pulmón con la medalla de oro al cuello su Rusia, nuestra patria sagrada, Rusia nuestro amado país.

Pero el himno oficial, y la experiencia que le acompaña, les estará vetado en los Juegos de Tokio, que comienzan el 23 de julio, como castigo a sus prácticas dopantes generalizadas y sus trampas en los Juegos de Invierno de Sochi 2014. Como el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) le permitía elegir una música de sustitución, el Comité Olímpico Ruso (ROC) decidió que en el podio sonara Katusha, canción de amor en tiempos de guerra, lo más patriótico y ruso que pueda haber. Tan rusa, tan himno popular, tan sentida es su letra, que el TAS no la autorizó. Y actuando así el tribunal suizo, tan grande como el posible perjuicio causado a los deportistas rusos quizás sea el favor que hace a los oídos de los pocos espectadores que podrán asistir a los estadios olímpicos y a los miles de millones que los verán por televisión, pues Rusia ha elegido como música definitiva el concierto para piano número uno que Piotr Illich Chaikovski compuso en 1874, una de las cumbres de la música romántica.

Será el soberbio inicio de las trompas en fanfarria descendente el que invada el estadio y lo inunde del inconfundible e intenso, como el café, aroma a Rusia, y no el ritmo tan parecido al kazachok de Katusha. Y no sonará pocas veces en los Juegos de la XXXII Olimpiada. Tanto en Londres 2012, con 20 medallas de oro, como en Río 2016, con 19, Rusia ocupó el cuarto puesto en el medallero general. Y en la capital japonesa competirá como mejor composición clásica con el himno alemán, con música compuesta por el austriaco Franz Joseph Haydn en 1797 para honrar en su cumpleaños al emperador Francisco.

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Aunque las condiciones fijadas por el TAS en diciembre pasado para permitir la participación de deportistas rusos incluyen la prohibición de usar el nombre de Rusia justamente (el equipo no representará nominalmente a Rusia país, sino a su comité olímpico, y figurará como ROC en los resultados y medallero), el escudo y la bandera (sustituida por la olímpica en las ceremonias), la habilidad de los mandatarios de Moscú logrará que el tricolor nacional blanco, azul y rojo sea omnipresente en desfiles y competiciones. Lo hará gracias al sutil arte de convertir a los propios deportistas en banderas andantes, pues eso simulan los chándales y camisetas que vestirán en Tokio y que fueron presentados el 14 de abril.

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La presencia de Rusia será así extraña, pero muy sonora y colorida en unos Juegos cuya celebración y desarrollo es aún una incógnita a tres meses de su inicio debido a la pandemia de la covid. Justo este domingo, el primer ministro japonés, Yoshihide Suga, declaró el estado de emergencia hasta el 11 de mayo en Tokio debido a un rebrote de casos. Las medidas de prevención, aumentadas porque del 29 de abril al 5 de mayo transcurre la llamada Semana Dorada, vacaciones de primavera en Japón, incluyen la celebración a puerta cerrada, sin público, de todas las actividades deportivas, comenzando por la Liga de béisbol, y la prohibición de servir alcohol en bares y restaurantes.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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