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Una élite que no casa con una gris Liga Asobal

Los jugadores y entrenadores españoles proliferan en la escena mundial, pero el campeonato sigue en la mediocridad

Raúl González, entrenador del PSG, junto a Hansen.
Raúl González, entrenador del PSG, junto a Hansen.INA FASSBENDER (AFP)
Robert Álvarez

Los clubes españoles se codearon durante muchos años con el segundo escalafón europeo, desde que el Granollers ganó la primera edición de la Recopa en 1976. El Calpisa de Alicante tomó el testigo en 1980 y el Barça de Valero Rivera, con tres títulos seguidos entre 1984 y 1986, puso los cimientos para el salto definitivo con su primer triunfo en la Copa de Europa. Fue en 1991, cuando los equipos del Este, el Minsk, el Metaloplastika o el Magdeburgo, parecían de otro planeta por su enorme superioridad.

Tras aquel primer triunfo con Rico, Urdangarin, Masip, Serrano, Sagalés y Vujovic, entre otros, cayó el muro y el balonmano español sacó cabeza en la máxima competición europea con los éxitos del Teka Santander en 1994 y del Elgorriaga Bidasoa en 1995. Fue el preludio del Dream Team del Barça que, con Barrufet, Garralda, Guijosa, Chepkin, O’Callaghan y Lozano, impuso su hegemonía desde 1996 hasta 2000. Le arrebató la corona el Portland de Zupo Equisoain, con Richardson, Buligan, Garralda, Kisselev, Barbeito... en la final de 2001.

Desde entonces, el Ciudad Real, en tres ocasiones, se añadió al Barcelona, el más persistente, que contabiliza nueve coronas en la Champions, cuatro más que el Gummersbach alemán, el segundo en el palmarés. Los clubes españoles lideran la clasificación por países con 15 títulos en 28 finales. Los alemanes son segundos, con 10 títulos y 13 finales.

Entrenadores de club y seleccionadores

La exuberancia del balonmano español a nivel internacional se expresa también por el éxito de sus técnicos. Cuatro de los seis últimos campeones de Europa tenían entrenador español, además de Xavi Pascual con el Barça en 2015, Talant Duijshebaev con el Kielce polaco en 2016, Raúl González con el Vardar macedonio en 2017 y Roberto García Parrondo con este mismo equipo en 2019. De los cuatro equipos que han competido en Colonia, tres contaban con técnicos españoles: el Barça de Pascual, el PSG de González y el Veszprem de David Davis. Los jugadores españoles también aparecen en el equipo francés, con Ferran Solé y Viran Morros, y en el macedonio, con Maqueda y Corrales. Varias selecciones nacionales han optado por ponerse en manos de seleccionadores españoles como Qatar (Valero Rivera), Argentina (Manolo Cadenas), Egipto (García Parrondo), Serbia (Toni Gerona), Chile (Garralda) o, en categoría femenina, Brasil (Jorge Dueñas).

El éxito internacional contrasta con la precaria situación de la Liga Asobal. La hegemonía del Barça es absoluta. Ha ganado las últimas nueve ediciones y solo ha perdido un partido en los últimos siete años y medio. La diferencia de presupuestos es enorme. Frente a los más de diez millones del Barça, el Ademar León, segundo clasificado en la pasada edición, ha rebajado el suyo a 1,08 millones, un 20% menos que el año anterior. El campeonato, debido a que no se produjeron descensos por causa de la covid, se amplió a 18 equipos.

En agosto, después de muchas tensiones y de que el Barça y el Logroño presentaran una carta de renuncia a seguir en la Asobal, dimitió el presidente de la misma, Adolfo Aragonés, que había formado una junta sin representación de los clubes fundadores. “Hay diferentes modelos a la hora de concebir el futuro de la Asobal, de modernizar la estructura y la competición para hacerla más fuerte y no anclarnos”, explican fuentes de esos clubes. Se formó entonces una Junta Gestora con Servando Revuelta (Cantabria), David Barrufet (Barça) y Javier Palacios (Cuenca). El siguiente paso es elegir un presidente y fortalecer y proyectar una competición con escaso tirón.


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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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