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Lukaku, un portento físico con mucho gol y que da mucho juego

En la Serie A lleva siete goles en siete partidos; en la Champions, dos en otros tantos encuentros. Sale a uno cada 79 minutos

Lukaku celebra un gol en su último partido con el Inter.
Lukaku celebra un gol en su último partido con el Inter.MATTEO BAZZI (EFE)

El Real Madrid está avisado. El gran peligro del Inter lleva el 9 y se llama Lukaku. Mide 191 centímetros y pesa 93 kilos. El domingo marcó dos goles, dio otro para empujar y estrelló dos balones en la madera. En la Serie A lleva siete en siete partidos; en la Champions, dos en otros tantos encuentros. Seis con la izquierda, su pierna dominante, y tres con la derecha. Sale a uno por partido. Uno cada 79 minutos. Solo uno de penalti. No jugó en Valdebebas hace tres semanas por culpa de una lesión, pero sí estará este miércoles en San Siro.

Con él sobre el campo el Inter amplía el horizonte ofensivo. Referencia absoluta. Tanto en los ataques posicionales como cuando el equipo busca un juego más directo atacando los espacios. Pocas veces el físico de un delantero-tanque ha estado tanto al servicio del conjunto. Su evolución resulta permanente. También con Bélgica, donde juega más centrado y marcó otros dos tantos en el último compromiso, la semana pasada.

A la sombra de Antonio Conte, el técnico interista, ha encontrado el ecosistema táctico perfecto para desplegar todo su potencial corporal y explotar unas condiciones técnicas que quedaban eclipsadas por su forro físico de jugador de rugby. Como demostró en el epílogo de la temporada pasada en el escenario de la Liga Europa, Lukaku es mucho más que un rematador.

Su zona de movimientos está bien delimitada. En el 3-5-2 del Inter es el delantero diestro. Busca colocarse entre el central y el lateral zurdo del rival y desde ahí da rienda suelta a su repertorio. Sus objetivos serán el recambio de Sergio Ramos y Mendy. El Borussia Mönchengladbach le dedicó un marcaje especial. Un hombre colgado de su cogote y otro por delante que disuadiera a sus compañeros de buscarle con la insistencia que lo hacen normalmente. Controlado en el aspecto físico, no se sintió cómodo. No lució, pero marcos los dos goles del Inter. Dos tantos de área pequeña.

Su juego de espaldas es su mejor virtud (27 pases entre Serie A y la Champions). Alterna acciones individuales y colectivas. Utiliza machaconamente el contacto con brazos y cadera para generarse espacios. Recibe, protege y se gira, casi siempre hacia su lado izquierdo, para orientarse de cara hacia la portería contraria. Otras veces recibe, protege y prolonga para dar continuidad al juego con el compañero que se le ofrece de cara.

El Inter carga casi un ochenta por ciento de su juego de ataque por su zona de influencia. La misma que ataca de manera constante Achraf Hakimi, el ex del Real Madrid, y Barella, el volante derecho, su mejor socio, quien más le surte de pases (29). Ese es el triángulo más efectivo y peligroso del cuadro interista en ataque.

Para su corpulencia no es lento en carrera larga. Coordina una buena conducción de balón —maneja las dos piernas— con un buen remate de media distancia, pero lo suyo es el área. Sabe colocarse. No es casualidad que cace tantos balones sueltos. Domina, evidentemente, el juego aéreo (2,5 duelos ganados de media) y en las acciones a balón parado busca el palo más alejado al lanzamiento o se pone delante del portero para obstaculizarle. Su entendimiento con Lautaro es mecánico y aprovecha los movimientos de arrastre del argentino para atacar los espacios centrales. Defensivamente se muestra lo justo. Solo en el balón parado en contra.

Nunca como en este último año se le habían visto detalles técnicos en espacios reducidos. La confianza acumulada le permite enhebrar lujos sutiles. Pisadas con la planta propias del fútbol sala; paredes en una baldosa o regates más propios de un delantero de 1,70, ágil y de tren inferior bajo. Si no es la competencia directa de Lewandowski, Haaland y Mbappé en el podio de los mejores delanteros del momento, está muy cerca.

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