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El saque de cuchara, ¿táctica o irreverencia?

El descaro de la nueva hornada del tenis rescata el icónico servicio de Chang por abajo, reavivando el debate entre lo ético y lo estratégico.“Falta al respeto”, dice Bautista. “Pero es legal...”, recuerda Carreño

Alejandro Ciriza
McDonald sirve por abajo durante el partido contra Nadal en la central de Roland Garros.
McDonald sirve por abajo durante el partido contra Nadal en la central de Roland Garros.

El 5 de junio de 1989, una acción impactó a toda una generación de aficionados al tenis. Se medían en la arena de la Philippe Chatrier el fiero Ivan Lendl y el jovencito Michael Chang, entonces 17 años, pisando ya fuerte y que increíblemente consiguió lo que muy pocos han conseguido: desquiciar al hombre de piedra. ¿Cómo?

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'La repetición es la ruta hacia el éxito'

Los calambres le consumían en el set definitivo y estaba a punto de abandonar, cuando se sacó de la chistera un saque de cuchara que endemonió a su rival. Lendl dominaba, dos parciales arriba, pero fue deshaciéndose y en el definitivo se encontró con esa maniobra que le descentró por completo y Chang hizo historia. El aspirante remontó, ganó y unos días después se coronó en Roland Garros.

Estos días, la escena se ha repetido en París varias veces (Sara Errani, Alexander Bublik, Mackenzie McDonald…) y en los últimos tiempos no han sido pocos los jugadores (Nick Kyrgios, Jared Donaldson, Alejandro Davidovich o Pedro Martínez) que lo han intentado, reavivándose el debate: ¿Estrategia o irreverencia? ¿Astucia o falta de respeto? ¿Procedente o no? ¿Y cuándo y en qué circunstancias del partido es apropiado hacerlo?

La línea es muy fina: ética y reglas, fondo y forma. Momentos, intención. El manual de la Federación Internacional de Tenis (ITF) recoge en el punto 16, referido al saque, que “el servidor lanzará la pelota al aire con la mano en cualquier dirección y la golpeará con la raqueta antes de que toque el suelo”, de modo que técnicamente es legal. La mecánica del underarm serve (conocido así en el argot tenístico) es aparentemente sencilla, pero difícil de ejecutar; consiste en golpear la bola a la altura de la cintura, aplicándole poca fuerza, efecto y todo el retroceso posible, y suele hacerse cuando el rival resta más alejado de la línea de lo normal.

“Yo no he tenido nunca nada en contra porque forma parte del juego, está totalmente permitido y ahí no hay nada que decir. Si uno saca por abajo por un tema táctico porque cree que le va a venir bien para su juego, me parece perfecto, pero si lo hace con un 40-0 y con el objetivo de molestar o intentar humillar al rival, no me parece correcto”, introducía estos días Rafael Nadal, que en la segunda ronda adivinó la pillería de McDonald y sonrojó al estadounidense respondiéndole con un derechazo ganador.

“Estoy de acuerdo al cien por cien con estas palabras”, le secundó Novak Djokovic. “Definitivamente, es una táctica más. El problema es que si fallas parece un poco estúpido… Pero, ¿por qué no intentarlo?”, expone Roger Federer.

Se atreven hoy día, sobre todo, las nuevas hornadas que compiten con un punto más de descaro. Ninguno, en cualquier caso, como Bublik, el kazajo (23 años) impredecible que mejor domina el golpe. En la primera ronda dejó clavado a Gael Monfils, con un ace, y una semana antes de aterrizar en París repitió frente al chileno Cristian Garín, que no lo digirió nada bien. Tampoco le hizo ninguna gracia a Thiago Seyboth Wild la picardía de Davidovich en febrero, durante un duelo en Río en el que el español fue abucheado por el público al intentarlo dos veces. En las dos, el punto se saldó a su favor.

Unas semanas atrás, ya lo hizo ante Alexandar Zverev en Nueva York y suele insistir. “Es un recurso, puntualmente puede funcionar”, defiende el malagueño, inspirado en Nick Kyrgios. El australiano lo emplea con frecuencia y lo comprobó de primera mano Nadal el año pasado, tanto en Acapulco como en Wimbledon. En 2010 lo sufrió por primera vez Federer, contra Michael Llodra en Canadá. Midió fatal, pero el suizo, desorientado, restó a las nubes. “Tan solo quería hacer algo especial”, expuso entonces el francés.

“Yo no creo que saque por abajo porque creo que tengo más opciones de ganar el punto haciéndolo por arriba”, contesta Pablo Carreño a este periódico, “pero si la gente cree que haciéndolo así tiene más posibilidades, adelante. Es una táctica, es legal y se puede hacer”. No le gusta nada, en cambio, a Roberto Bautista: “No está muy bien visto, y creo que es raro que un profesional no sepa sacar normal, por arriba... Lo veo como una falta de respeto, aunque depende del momento: si uno está nervioso puedo llegar a entenderlo, pero si lo hace para cachondearse del contrario…”.

Creciente entre los chicos, se ve mucho menos en el circuito femenino. La italiana Errani ha recurrido a él numerosas veces y en la final de Roland Garros de 1999 entre Steffi Graf y Martina Hingis, la suiza lo intentó cuando ya se veía perdida. La grada le pitó y la campeona alemana reía irónicamente. Muy desafortunada estuvo Virginie Razzano al sacar por abajo para cerrar el duelo (5-2 y 40-30 en la tercera manga) con Veronica Cepede Royg en la ronda inicial de 2013. Erró, y se llevó la reprimenda de sus compatriotas franceses.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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