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Germán Burgos: “Los rockeros no lloran, da mala imagen”

Ante su decisión de retomar su carrera como primer entrenador, el todavía segundo entrenador del Atlético repasa en EL PAÍS sus años en el Atlético, las influencias ante su nueva etapa, y su eterna relación con Simeone

Ladislao J. Moñino
German Burgos, en la ciudad deportiva de Majadahonda.
German Burgos, en la ciudad deportiva de Majadahonda.Olmo Calvo

Germán Adrián Burgos (Mar del Plata, Argentina, 51 años) ha decidido volar solo cuando el Atlético finalice su participación en la Champions. Con su decisión, se rompe su pareja en el banquillo con Simeone, una de las más exitosas y peculiares de LaLiga en los últimos años. El Mono, sobrenombre que le puso uno de sus maestros, Carlos Griguol, por su envergadura, es un obseso del fútbol. Cuando dirigió al Carabanchel y al Alcorcón era capaz de ir a medir los campos de los rivales. Recientemente ha estado centrado en ver partidos antiguos del Atlético. “Quería ver cómo jugaban Luis Aragonés, Adelardo, Gárate”, dice. La música, su otra gran pasión, la tiene muy aparcada. Sólo piensa en fútbol y en el nuevo camino: “Siento que debía dar ese paso; si no, no lo haría”.

Pregunta. ¿Ha empezado a vaciar la taquilla?

Respuesta. No, porque faltan estas semanas de trabajo y la definición de la Champions.

P. ¿Piensa en ese momento?

R. No, uno está acostumbrado, vas cambiando de vestuario desde jugador. Ya he pasado por ahí, no me produce nada extraño.

P. ¿Es poco sentimental?

R.Soy más duro que una piedra… El otro día, en el homenaje, se movió un poquito el corazón, y empecé a masticar, aguanté y aguanté… Si hubiese habido gente, habría sido peor.

P. ¿Hubiera llorado?

R. No, llorar no iba a llorar, peleé, peleé...

P. ¿Los rockeros no lloran?

R. Nooooo, da mala imagen.

P. ¿Consentirá el reguetón en el vestuario?

R. Yo con la música no tengo ningún problema. Ahora, en mi auto la pongo yo.

P. ¿Cuántas veces ha ido al Cerro del Espino de madrugada a ver vídeos?

R. Un montón, no soy mucho de dormir.

P. ¿Es nocturno?

R. Sí, duermo poco. Por la noche me gusta mirar cosas, se me ocurre algo y me tengo que levantar para verlo otra vez, una jugada, algún partido, ideas que te vienen o cosas que he hecho y quiero constatarlas.

P. ¿Era necesario cambiar el look para ser primer entrenador?

R. Si repasa mis fotografías a lo largo de los años verá que cambié mucho, mi padre era peluquero [ríe].

P. Dice que tras su aspecto desaliñado, por el que la gente podía pensar que era un poco dejado, hay un obseso del fútbol.

R. Esa siempre fue mi ventaja, por ahí se quedan con la boca abierta diciendo: ‘¿Pero este de dónde salió?’. Con 19 años ya entrené una escuela de fútbol de niños de nueve años. Trataba de entender al entrenador para después bajar el mensaje a mis compañeros desde mi sector, la portería. Y eso es lo que quiero hacer con mis equipos. La columna vertebral, el portero, un central, el mediocentro y el delantero, esos cuatro, tienen que tener muy clara la idea. Tienen que ser entrenadores dentro del campo. Son fundamentales. Lo primero que he hecho para elegir el cuerpo técnico que me acompañará es que ellos ya tengan una identidad para trasladarla a los jugadores. Si no creas esa base es difícil acceder a los objetivos. Nosotros somos creadores de grupo. De cero a diez, somos un diez.

El portero, un central, el mediocentro y el delantero, esos cuatro, tienen que tener muy clara la idea. Tienen que ser entrenadores dentro del campo.

P. Ha sido segundo de un técnico con mucho foco.

R. He ocupado mi lugar. Le voy a contar cómo empecé a trabajar con Simeone. Sucede cuando él pasa de Racing a Estudiantes de la Plata en 2006. Antes, me llama y me dice que me quería. Hicimos un pacto tácito, le dije que aún no estaba preparado, que cuando volviera a Europa me llamara. Así ocurrió. Cuando le llaman del Catania, en 2010, aunque había pasado tanto tiempo, mantuvimos el pacto. Eso es lo bonito.

P. Ese paso por el fútbol italiano, ¿terminó por moldearlos?

R. Para mí fue como una universidad. Quisimos cambiar el sistema y el equipo estaba hecho para jugar 4-3-3. Perdimos muchos puntos por querer cambiar al 4-4-2. Cuando tomamos la decisión de jugar para lo que el equipo estaba preparado lo dejamos décimo. Fue la primera vez en su historia que alcanzó ese puesto. Hablando de táctica, fútbol, jugadores... sí o sí, todo es según cómo le llegues al equipo. No puedes luchar con una idea tuya, o con otra que le guste a la mayoría, si no tienes a los jugadores adecuados. Ahora, si los tienes, puedes variar. El entrenador tiene que salirse del yo y pensar en el nosotros, lo mismo que los jugadores. Esa es la primera señal para formar un equipo, pero todos tienen que hacerlo, cuerpo técnico, jugadores directivos y la afición, porque así consolidas las cuatro patas de la mesa. Si esas cuatro patas están sólidas, tienes que jugar, ¿dónde están los rivales? Porque eso avanza solo.

P. Pero a veces, ¿no es mejor generar otros contextos para jugadores como Lemar o João Félix?

R. Es lo que le digo sobre los gustos, pero tú ya tienes una idea y el jugador que viene tiene que adaptarse.

P. ¿Y si no se adapta?

R. Fíjese lo que pasó este año. Con tanta gente nueva la idea vuelve a salir adelante, por esa base sólida, impenetrable que va, va y va y consigue los objetivos. Ahora, si no consigues los objetivos, se verá si se puede cambiar. Pero conseguir una idea es lo más difícil y desarrollarla durante tantos años es más difícil todavía. Le pasó a Griezmann y a otros que tuvieron que dar el corazón. Pero eso se lo pide el grupo, nosotros también, pero cuando el grupo está sólido y ve que otro no va, dice ehhhh. Es ir de lo individual hacia lo colectivo.

P. João Félix no ha vuelto a jugar en la derecha desde que se quejó.

R. Son elecciones, tenemos un jugador excepcional y hay que luchar para no perderlo porque este chico es una de las joyas de la última generación de jóvenes talentos. Siempre intentamos recuperar esa situación para que esté bien.

P. Se le ha criticado, incluso internamente, que tire demasiado a puerta.

R. Son datos individuales, pero ¿y si hace gol? Es según cómo lo pienses. No le vamos a limitar, es un delantero.

El entrenador tiene que salirse del yo y pensar en el nosotros, lo mismo que los jugadores. Esa es la primera señal para formar un equipo.

P. Griguol, el Tolo Gallego, Bielsa, Aragonés..., sus influencias son variopintas.

R. Todos me han influenciado como jugador y me han preparado para la vida porque todo lo que me han dicho se ha cumplido. Griguol decía. “En vez de comprarse un coche, cómprense un apartamento, pero si no me hacen caso, póngale un váter atrás al coche por si reciben visitas”. Eso es fútbol y vida.

P. El Tolo Gallego llegó a juntar en River a Ortega, Gallardo, Francescoli...

R. Salimos campeones invictos, ese cúmulo de jugadores representa la historia y la genética de River. Cuando llegas a un club tienes que tener en cuenta su historia, cuántos campeonatos ganó... Ahí es donde tienes que encontrar el equilibrio para después armar el equipo.

P. ¿Bielsa?

R. Es uno de mis pilares sobre cómo afrontar el fútbol, la vida, y haberlo tenido durante mucho tiempo en la selección me sirvió para quererlo aún más. Lo suyo es un ataque voraz. Jugábamos 3-1-3-3. El Athletic jugó una barbaridad, Marcelo en estado puro.

P. ¿Aragonés?

R. Yo llegué al Atlético tras la sanción en el Mallorca [11 partidos por propinar un puñetazo a Serrano, delantero del Espanyol]. Luis no me conocía y pensaba que me manejaba así todos los días. Me sentó y me dijo: ‘Usted es el titular de la selección argentina, pero a la mínima que me haga se va a entrenar con el filial’. No me habló ni de jugar, solo de entrenar. Eso es marcar la cancha de primeras. Lo que nosotros hacemos ahora.

P. Con Diego Costa han tenido un miura en ese sentido.

R. Para manejar las voluntades, las alegrías o las tristezas de un grupo tienes que estar preparado... pero si tienes la idea armada y el grupo es sólido, se dejan el corazón. Por eso algunos se adaptan rápido y otros no, porque es entrar en una máquina que lleva funcionando mucho tiempo.

P. ¿Sienten como un fracaso personal cuando un jugador no entra en esa máquina?

R. No, porque la manera de respetar a un jugador es entrenándolo. En eso no fallamos.

¿Críticas a João Félix porque tira mucho? Pero ¿y si hace gol? Es según cómo lo pienses. No le vamos a limitar, es un delantero.

P. Ha preparado partidos contra Guardiola, Mourinho, Wenger, Klopp, Emery, Pochettino, Zidane, ¿a quién le costó más descifrar?

R. Lo que se lleva ahora son sistemas tácticos móviles, pero nosotros eso ya lo vimos en Italia en el 2010, lo hacía la Sampdoria. Aparecían con un sistema y luego se movían y cambiaban durante el partido. En eso, Bielsa, seguro que es el que mejor lo hace. Jugó ese 3-1-3-3-1 con Argentina, ahora juega un 4-2-3-1, ha jugado 4-3-3, ha utlizado zona y marca individual...

P. ¿Y usted qué quiere transmitir cómo entrenador?

R. Primero crear grupo, generar una identidad, eso seguro. Al ver tantos equipos y analizarlos durante tantos años y ver que no alcanzan sus objetivos, creo yo, que es por la conformación del grupo y de la identidad. Hay equipos que ves que si no están esas cuatro patas de la que le hablo les va a ser difícil. Uno siempre ve el fútbol, pero no está dentro de la cocina y te preguntas ¿cómo con estos jugadores no han llegado al objetivo o han descendido? Mi cuerpo técnico esta capacitado para resolver esos problemas y generar identidad.

P. ¿Se puede detectar esa falta de frialdad o de falta identidad de un rival?

R. Seguro, después de tantos años hasta en el calentamiento se detecta, yo ahí tengo la cabeza como el periscopio de un submarino. Según como caliente un equipo puedes intuir cosas.

P. Si no encontrara equipo, ¿irá a estudiar a otros técnicos?

R. En mi cabeza está encontrar equipo. En otra entrevista, lo mismo le tengo que decir: ‘La verdad es que tenía que haberlo preparado [ríe]. Pero estoy convencido de que voy a encontrar equipo.

P. ¿Siente el vértigo de demostrar?

R. No. Si es lo que busqué con esta decisión, me siento preparado. Necesitaba dar este paso.

P. ¿En qué momento empezó a abrir la puerta?

R. En febrero del año pasado se lo dije al Cholo.

P. ¿Tuvo algo que ver la llegada de Nelson Vivas?

R. No, él hizo lo mismo en su día. Ahora me toca a mí, es algo natural y depende de las aspiraciones que uno tenga.

P.¿Le afectaban las críticas a Simeone?

R. Si le critican a él, me critican a mí, somos un grupo homogéneo.

P. Ha llegado a aburrirse con el juego del Atlético?

R. No, para nada, porque nos ha dado muchas satisfacciones.

Bielsa es uno de mis pilares sobre cómo afrontar el fútbol y la vida. Futbolísticamente lo suyo es un ataque voraz.

P. Es más tranquilo que Simeone a la hora de dirigir, ¿no?

R. Es otra forma, que creo la voy a seguir conservando.

P. Ser el lateral que se desenvuelve por la zona del Cholo puede ser agobiante.

R. Si lo hace bien, no le va a decir nada.

P. ¿No le da pena la ruptura?

R. Somos dos amigos que se despiden, pero la amistad no va a cambiar, con solo mirarnos sabemos lo que piensa el uno del otro. Además, nos vamos a ver y nos vamos a enfrentar.

P. ¿Cómo le contrarrestaría si se enfrentaran?

R. No se lo voy a decir. Estaría dando pistas a los rivales de la Champions.

P.¿Con qué se queda?

R. Con los ocho años, mi recuerdo es positivo, y aparte del cariño que me han dado, no he visto una despedida a un segundo entrenador como la mía. Eso me lo llevo en el corazón, es maravilloso cómo en el Atlético despiden a la gente que se ha dejado parte de su vida aquí. Eso es lo lindo, que te despidan como un ídolo es maravilloso. ¿Qué recuerdo malo puedo tener si el final fue apoteósico? Pero no lloré, ¡eh!

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Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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