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El balonmano español, en ERTE

Quince de los 16 clubes de la Liga han aplicado medidas de recorte que agudizan las estrecheces en este deporte

Lorenzo Calonge
El portero del Benidorm Roberto Rodríguez trata de detener un penalti del Bidasoa en la pasada Copa del Rey.
El portero del Benidorm Roberto Rodríguez trata de detener un penalti del Bidasoa en la pasada Copa del Rey.rfeb

El 8 de marzo, en la otra vida, se disputó el último encuentro por ahora del balonmano español. Fue la final de la Copa del Rey y dejó un campeón, el Barcelona, el de siempre; y una historia de éxito, la del Benidorm, que en diez años ha pasado de las divisiones más bajas a luchar por un título y clasificarse para Europa. Un mes después de aquel hito, sin embargo, nadie puede asegurar que la siguiente campaña el equipo alicantino vaya a viajar por el continente. “Iba a ser nuestra fiesta y ahora no puedo garantizar nada. Estoy preocupado”, se lamenta su presidente, Javier Abínzano. “Nos costaría entre 150.000 y 200.000 euros, según los desplazamientos que nos toquen, y estábamos buscando ya nuevos patrocinadores para hacer frente a este gasto, pero lo cierto es que ni siquiera sé si cobraremos todo lo de esta temporada. Nuestro principal sponsor es un grupo hotelero que ha tenido que cerrar. Así que imagínate la próxima con ese desembolso extra”.

En ninguna competición española se han aplicado hasta ahora tantos ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) por la pandemia como en la Asobal. Al menos, entre las ligas más importantes. Quince de los 16 clubes se acogieron hace ya días a esta posibilidad para evitar males mayores y salvaguardar su futuro. Empezó el segundo clasificado, el Ademar León, y el resto fue cayendo en cascada. Ni siquiera se ha librado el Barcelona, afectado por un recorte general en toda la entidad. Un escenario que explica la gravedad del momento para todo el deporte y las conocidas estreches económicas de un torneo que quedó muy tocado hace una década por el derrumbe financiero del país.

La Galia que resiste, de momento, es el Bidasoa de Irún, un histórico que viene de las catacumbas (ocho temporadas en la segunda categoría de las últimas 13) y que este curso volvió a la Champions un cuarto de siglo después de tocar la cima. “Hacemos las cuentas todos los días y, por ahora, nos salen. Pero si dentro de una hora o mañana recibimos una llamada de un patrocinador o una institución que retira parte del dinero, nos trastocará todo”, reconoce su presidente, Gurutz Aginagalde, hermano de Julen, que a partir de septiembre regresará a su equipo de origen. “En el balonmano tratamos de generar nuestros propios recursos, pero todavía dependemos mucho de la ayuda externa”.

El club de Artaleku, con 1,2 millones de presupuesto, se encuentra, junto al Ademar, en el segundo escalón de la Asobal, aunque a galaxias del Barça (casi diez millones). “No nos hipotecaremos por no hacer el ERTE”, advierte su máximo dirigente. Hasta la fecha lo están pudiendo esquivar gracias a una partida que tenían reservada para profesionalizar el organigrama. “Los dirigentes somos también mano de obra y queríamos contratar a gente externa para podernos dedicar solo a nuestras tareas como directivos. Ahora esos planes se ralentizarán”.

“Dejamos de existir”

Como en toda la sociedad, en esta ciudad fronteriza con Francia únicamente se puede vivir al día desde hace un mes. Las certezas desaparecieron. Al menos, las positivas, porque una cosa sí tiene clara el presidente del Bidasoa: “Si no se reanuda la competición esta temporada en las mismas condiciones, habrá bastantes pérdidas”, asegura. “En los cinco partidos que nos quedan en casa pensábamos ingresar entre 20.000 y 25.000 euros en taquillas y en algún otro concepto más ”, detalla.

Idénticas previsiones para las 11 jornadas pendientes tenía el Nava, recién ascendido a la Asobal, un equipo surgido en un pueblo de 3.500 habitantes de Segovia, en mitad de la España vacía, y que de momento aguanta noveno en la clasificación. “Solo este Sábado Santo, contra el Ademar, hubiéramos metido 10.000 o 12.000 euros en caja por ser el día del club”, apunta su presidente, Julián Mateo. “Nosotros no dudamos en solicitar el ERTE porque nuestro deporte dejó de existir al no poder ni entrenar. Debíamos proteger también a los jugadores. El suelo bruto mensual de estos oscila entre los 1.000 y 1.800 euros, así que no pierden mucho en esta situación”, desvela.

Toda la entidad cuenta con un presupuesto de unos 550.000 euros y en las oficinas se reconocen incapaces de anticipar cómo se cerrará el ejercicio. “Tenemos 150 patrocinadores, al margen del principal [Viveros Herol, del que es dueño el presidente], y estos días muchos han dejado de ingresar. Las subvenciones públicas se aprobaron, pero a ver qué pasa de aquí a diciembre. A nuestros socios [1.020 en un un pabellón de 1.150 personas] habrá que compensarles de alguna manera si no pueden asistir en directo. Y el dinero de la televisión llegará a finales de la temporada, aunque si no retransmite partidos...”, relata Mateo. Más inestabilidad para un deporte que vivía al día.

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