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River y Boca vencen en sus últimos partidos ligueros en Argentina antes de la final de la Copa Libertadores

Los dos equipos bonaerenses derrotan a Gimnasia La Plata e Independiente, a falta de siete días para el encuentro que decidirá en Madrid el campeón sudamericano

Piniola (i) y Benedetto, tras el partido de ida de la final de la Copa Libertadores entre River y Boca.
Piniola (i) y Benedetto, tras el partido de ida de la final de la Copa Libertadores entre River y Boca.M.- BRINDICCI (REUTERS)

En sus últimos partidos por la Superliga Argentina antes de viajar a Madrid para definir la Copa Libertadores, River y Boca parecieron darle la razón este domingo a Martín Fierro, la mayor obra literaria del género gauchesco, cuyo verso más célebre advierte: “Si entre hermanos se pelean, los devoran los de afuera”. Mientras el entrenador de Boca, Guillermo Barros Schelotto, pasó página cuando le preguntaron por la final fuera del país -“me hubiese gustado jugar en Argentina pero hay que aceptar, acatar y jugar”, dijo-, su colega de River, Marcelo Gallardo, consideró la medida de la Conmebol como “una vergüenza total": "Nos robaron la localía”.

Durante un partido intrascendente contra Gimnasia, que River ganó 3-1, el Monumental actuó como un foro abierto contra la Conmebol, el presidente del país, Mauricio Macri -expresidente de Boca entre 1995 y 2007-, y la barra brava del propio club. Mediante banderas y cantos, los hinchas gritaron su oposición a la mudanza al Santiago Bernabéu. Sus razones eran varias: no sólo porque la mayoría de ellos, socios del club, no podrán presenciarla (“le regalaron mi lugar en el Monumental a un abonado del Real Madrid”, dijo un simpatizante), sino porque también la consideran una desventaja deportiva. Boca jugó en su cancha, únicamente con público local, la final de ida que terminó 2-2.

La opinión de Macri

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, se ha referido también al polémico encuentro en el Bernabéu, durante la cumbre del G-20: "Fueron días muy duros, hay que reflexionar por qué nos pasan estas cosas. A mí me parece mucho peor que unos violentos que tiran piedras a un colectivo, los violentos que escupen a una persona que tienen al lado. Eso me parece inaceptable. Lo que pasó en el ingreso a la confitería de River con las autoridades del fútbol internacional es muchísimo más grave que lo que pasó en la calle".

“¡Jugalo en River!”, sonó toda la noche en las tribunas, en referencia a la final del domingo comercializada en Madrid, mientras en el césped transcurría un partido que quedaba en el olvido a medida que se jugaba. Las banderas estaban dadas la vuelta en señal de rechazo a la decisión de la Conmebol. “La final se juega acá o en ningún lado”, decía una. “En River o en nada, el sentimiento no se negocia”, coincidía otra. “¿Boca se puede caer más bajo?”, se preguntaba una tercera.

“La final es en casa. Metánsela en el culo. Conmebol=mercenarios. MMLPQTP”, cerraba otra, con las iniciales de uno de los cantos de protesta contra el presidente Macri, en este caso apuntado por los hinchas de River por el operativo de seguridad del sábado 24, el día en que debía jugarse la final. Los fallos de prevención que dejaron indefenso al colectivo de Boca a recibir los piedrazos que rompieron sus vidrios e hirieron a varios de sus jugadores fueron tan primarias que dejaron abierto un enorme terreno a las suspicacias.

En su bronca, los hinchas de River incluso se atrevieron a algo que suele verse y escucharse muy cada tanto en los estadios argentinos: manifestaciones en contra de la barra brava de su propio club. “Ohhh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, cantaron diferentes sectores del Monumental contra “Los Borrachos del Tablón”.

Gallardo, el entrenador de River al que sus hinchas idolatran como a un gurú, mostró su enojo en la conferencia de prensa posterior al partido. Después de un diagnóstico general por los incidentes –“Alguna vez recordaremos esto como una vergüenza total”, dijo-, apuntó a la venta de la sede que cerró la Conmebol: “Perdimos la localía, les robaron a los hinchas. Es una vergüenza total. Siento la misma indignación que los hinchas genuinos”. Cuando le preguntaron cómo haría para que sus futbolistas no perdieran la atención, Gallardo respondió, como si se mordiera los dientes: “Es Boca, Boca, Boca”.

Boca también ganó este domingo, 0-1 ante Independiente como visitante, pero sin la presencia de su público. Como ocurre en la enorme mayoría de los partidos de la Superliga, sólo pudieron acudir hinchas locales al estadio que curiosamente se llama Libertadores de América. Lo que no resultó tan curioso es que también los simpatizantes de Independiente apuntaran contra la Conmebol. El equipo de Avellaneda se sintió perjudicado por errores arbitrales en su cruce de cuartos de final de la Copa contra River y aprovecharon la visita de Boca para colgar banderas: “Conmebol corrupta”.

Más allá del formulismo declarado por Barros Schelotto, que los jugadores de Boca no hayan realizado otras declaraciones responde a la estrategia de los abogados del club. Boca considera que no debe jugar la final porque, según su interpretación legal, los incidentes de los que fueron víctimas sus futbolistas en la llegada al Monumental fueron similares a los que ocurrieron en los octavos de final de la Libertadores 2015, cuando hinchas de Boca rociaron con gas pimienta a jugadores de River. En ese momento, la Conmebol dio por finalizada la serie a favor de los millonarios. De perder en Madrid el domingo, Boca acudiría al TAS.

River viajará este martes a las 23.00 (hora local) hacia Madrid. Boca lo hará dos horas después, el miércoles a la 1.00 (también hora local). En la capital española estarán ubicados a 30 kilómetros de distancia: River en Valdebebas y Boca, en Las Rozas. Pero a la final más larga del mundo todavía le quedan varios capítulos y la prensa argentina mostró su recelo por lo que podrá ocurrir con los hinchas en los aviones, a la ida y a la vuelta. La poca diferencia entre el viaje de ambos equipos, que se presume serán despedidos por los hinchas, será otro desafío para la seguridad de dos equipos que cada minuto que pasa le dan la razón al Martín Fierro: hermanos peleados y devorados por los de afuera.

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