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Champions League - octavos - jornada 2Así fue
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El Liverpool supera un trámite con el Oporto para volver a la nobleza europea

Los dueños de Anfield regresan tras nueve años a los cuartos de final de la Champions con un equipo engrasado que ha reaccionado ante la marcha de Coutinho

James Milner, del Liverpool, controla el balón en un instante del partido contra el Oporto.
James Milner, del Liverpool, controla el balón en un instante del partido contra el Oporto.LEE SMITH (Action Images via Reuters)

Dejó atrás un trámite (0-0) el Liverpool para pasar ronda ante el Oporto y situarse entre los ocho mejores equipos de la presenta edición de la Liga de Campeones. Todo estaba sentenciado desde el final del partido de ida en terreno portugués, nada se movió en el inglés más allá de un intento de Sadio Mané que se fue al palo y un inocuo dominio local. Casillas salvó a su equipo con una excepcional parada a testarazo de Ings cuando el partido moría. El meta español, que no seguirá en el Oporto la próxima temporada, pudo despedirse de la competición de la que es el futbolista con más trayectoria (167 partidos), el Liverpool gestionó una ventaja de cinco goles que lo condicionó todo. Se dosificaron esfuerzos de cara a citas venideras. Para el Oporto resta el desafío, ya encarrilado, de volver a ser campeón de liga después de cuatro temporadas de ayuno; los dueños de Anfield se enfocan a garantizar su pase a la próxima edición de la Champions, pero también a soñar en la actual. Tras ocho partidos nadie les ha podido ganar. Es además el equipo que más goles ha conseguido y el que más ha tocado el balón en el área de sus rivales.

El Liverpool, que con cinco copas de Europa está en el palmarés a la par que Bayern y Barcelona y solo por detrás de Real Madrid y Milán, vuelve a la nobleza europea nueve años después de su última presencia en unos cuartos de final de la máxima competición continental. Fue tras una eliminatoria con el Real Madrid que liquidó con dos triunfos, uno por la mínima en el Santiago Bernabéu y otra con goleada (4-0) en Anfield aquella noche en la que el interino presidente blanco Vicente Boluda había pronosticado un “chorreo”. Rafael Benítez todavía mandaba el Anfield, donde aún estuvo una campaña más para cerrar un ciclo que devolvió al Liverpool a la élite. No ganó la Premier, de hecho nunca lo han logrado los reds desde que el campeonato inglés se salió del paraguas federativo: su último título de liga data de 1990. Pero alzó una Copa, una Supercopa y sobre todo reeditó la leyenda del club en Europa para llegar a una inolvidable Champions contra el Milan en 2005 y caer en la final ante el mismo rival dos años después.

El nivel de gasto del Liverpool no fue durante años el de los rivales con los que anhelaba medirse, pero su heráldica le empuja siempre a pelear la cima. Jurgen Klopp cree que tiene la fórmula. E incluso en un entorno tan profesionalizado tiene que ver con el sentimiento. “Hay equipos mejores que el nuestro, con mucho más dinero. Y nosotros no podemos convencer a ciertos futbolistas con un contrato mejor, pero sí con nuestra manera de jugar y con que sepan que vamos a tratar de progresar todos de la mano. Ese es nuestro proyecto”. El Liverpool ya se ha acostumbrado a ver partir a sus mejores futbolistas. Pocos meses después de aquel chorreo inverso, el club traspasó a Xabi Alonso al Real Madrid para poder cumplimentar una deuda. Luego Fernando Torres se marchó al Chelsea, que le aumentó el sueldo un cincuenta por ciento. Mascherano se marchó al Barcelona incluso con la perspectiva de ser, inicialmente, un suplente. Y ese mismo destino se vinieron en tiempo más reciente tanto Luis Suárez como el último en salir, Coutinho.

La partida del brasileño, que jugó su último partido de rojo el pasado 30 de diciembre, había despertado alguna recelo. En poco más de dos meses semejan disipados. Ante el Oporto el equipo se presentó tras marcar 28 goles en los once encuentros que había disputado tras la marcha del ahora futbolista del Barcelona. “Lo mejor de todo es que nadie puede decir que si está Coutinho hubiésemos jugado mejor”, apunta Klopp, que celebra el paso adelante que han dado sus futbolistas. “Perdimos a un jugador excepcional y dominante. A veces si nos atascábamos le dábamos la pelota a ver si tenía una idea. Sin él la responsabilidad se reparte, los chicos lo saben y han reaccionado muy bien”, completa el técnico germano. Nada disgusta más a un promotor del vértigo y el frenesí que los equipos previsibles. “Ahora lo somos mucho menos”, resuelve.

El Oporto ha marcado una interesante muesca en la temporada del Liverpool. El partido de O Dragao sirvió para recuperar la voracidad goleadora de Sadio Mané, que llegaba en mala racha y marcó tres goles a orillas del Duero. El balance global allí fue de seis tiros a puerta y cinco dianas. Tras aquella exhibición de puntería Klopp se llevó directamente a sus chicos a Marbella mientras en Inglaterra se jugaba una jornada de Copa en fin de semana. Allí durante cuatro días entrenaron, disfrutaron del sol, de una buena comida y fortalecieron el espíritu grupal con estrategias pergeñadas por el entrenador como la que sorteó el reparto de las habitaciones dobles entre los futbolistas, acostumbrados a no compartir ese espacio en las concentraciones.

El pasado sábado Rafael Benítez regresó a Liverpool y se confesó impactado tras jugar contra su exequipo. “Cuando encuentran su ritmo para jugar al contragolpe son muy difíciles de parar. Este equipo actual es mejor que el que ganó la Liga de Campeones contra el Milán”. Y recuerda como aquel que dirigió en 2009 era más maduro. “Torres, Gerrard, Mascherano o Lucas Leiva estaban en un gran momento. Estábamos construyendo algo para que durase años, atacábamos y teníamos un estilo agresivo similar al de este Liverpool”. Ahora Anfield sueña con la sexta orejona.

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