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Luan: “Cuando fui a Gremio no tenía ni las botas, las compré con el primer sueldo”

El mediapunta del Gremio, que empezó con el fútbol con 18 años después de dejar el fútbol-sala, charla sobre su infancia sin padre, sus ídolos y su posible salto a Europa

Eleonora Giovio
Luan (D) intenta llevarse el balón en la semifinal contra el Pachuca.
Luan (D) intenta llevarse el balón en la semifinal contra el Pachuca. Francois Nel (Getty Images)

En el hall del lujoso Park Rotana Hotel, al lado del estadio escenario de la final y del aeropuerto, los hinchas del Gremio se sacan fotos con Renato Gaúcho el técnico que busca pelearle el Mundialito al Madrid. En uno de los mostradores que hay cerca del comedor han dejado una camiseta de niño para que los jugadores la vayan firmando. El cocinero, Jaime Maciel, saluda amablemente. Es el de la selección brasileña, que el Gremio ha tomado prestado para el Mundialito. “Con nosotros siempre viaja una nutricionista. No hemos querido arriesgarnos en este viaje y le hemos traído también a él”, cuenta Joao, el responsable de prensa. “Es más que bueno”, dice riéndose Luan, que acaba de terminar la cena. El mediapunta de 24 años del Gremio recibe a tres periodistas españoles 24 horas ante la final, en una charla distendida y amable en la que enseña todos sus tatuajes. Además de niños jugando al fútbol, leones, rosas y el nombre de la madre, tiene tatuados salmos de la Biblia en el muslo. Hasta los 18 años jugó al fútbol sala.

Pregunta. Su padre murió cuando tenía cinco años. ¿Cómo fue crecer sin él? ¿Cómo hizo su madre para sacaros adelanta a su hermano y a usted?

Respuesta. Mi madre siempre me ayudó, intentó hacer de padre y de madre. Se lo debo todo a ella porque siempre me animó a jugar, siempre me apoyó. Gracias a ella conseguí llegar a donde estoy.

P. ¿En qué trabajaba?

R. De empleada doméstica, echaba muchas horas.

P. ¿Cuál el mejor consejo que le ha dado?

R. Seguir siempre mi corazón. Y que vaya donde me sienta feliz, que ella siempre está conmigo.

P. Con nueve años empezó a jugar en un equipo de fútbol sala entro del proyecto de una iglesia evangélica llamada Misión Rescate. ¿Cómo fueron esos inicios?

R. Me pasé la vida jugando al fútbol sala, no tuve mucho contacto con el campo grande porque me resultaba más difícil entrar ahí. No quería pasar por aquello, la competencia era mayor y eso me entorpecía un poco. Siempre me dediqué al fútbol sala porque era más fácil jugar y me salió bien. Comencé bastante tarde a jugar en campo grande.

P. ¿Cómo fue el salto al fútbol?

R. Con 18 años, fue muy rápido, en unos meses ya estaba el Grêmio. Hice la mejor elección.

P. ¿A qué le costó más adaptarse?

R. Lo más difícil fue el posicionamiento, porque la dimensión del campo es diferente. También al espacio, se juega más arriba y tenía más cancha para regatear y hacer jugadas. Pero con la pelota no tuve problemas.

P. ¿Qué compró con su primer sueldo?

R. Unas botas, de Adidas. Cuando vine para el Grêmio no tenía ni botas, usaba unas prestadas. Mandé a mi madre el resto del dinero.

P. Cuando era más pequeño, su sueño era comprar una casa a su madre. ¿Se la ha comprado?

R. Sí, cuando tuve recursos, fue lo primero que hice.

P. ¿Sus ídolos de la infancia?

R. Ronaldo Nazário y Ronaldinho Gaúcho. Para mí, dos fenómenos. De Ronaldo me fascinaba que no sólo hacía goles, sino también grandes jugadas.

P. Los argentinos dicen que usted es una especie de Riquelme pero con más instinto asesino; algunos brasileños dicen que les recuerda mucho a Kaká. ¿Cómo se definiría como jugador?

R. Creo que los dos son fantásticos jugadores. Los seguí a ambos, pero yo tengo mis propias características. Prefiero que sean los demás los que hagan esas comparaciones. Yo no puedo definirme en un estilo único, quiero estar allí cerca del gol y ayudando a mis compañeros. Eso es lo importante para mí.

P. ¿En qué cree que tiene que mejorar?

R. En todo. No puedo acomodarme con lo que estoy viviendo ahora, siempre hay que querer más. Siempre voy a entrenar y trabajar para perfeccionar mis cualidades.

P. ¿Qué le gustaba más del fútbol sala y qué le gusta más del fútbol?

R. En fútbol sala estaba todo el tiempo marcando goles, era un juego muy rápido. En el campo grande, la dimensión, la libertad y la proyección que te da, la posibilidad de estar siendo reconocido en todo Brasil.

P. ¿Qué recuerdos tiene de la infancia?

R. De jugar a la pelota en la calle, en la escuela. Faltaba a clases para jugar con mis amigos.

P. ¿Es verdad que una vez se rompió el brazo y jugó ocultándolo?

R. ¡Sí, caramba, pocas personas saben eso! Tenía 15 o 16 años, en la escuela. Un día antes del principal campeonato escolar me lo rompí. Fui al médico y me enyesaron el brazo entero. Volví, cogí un cuchillo y corté hasta el codo. Y jugué con una camiseta de manga larga. Ganamos con dos goles míos.

P. ¿Es el partido de su vida jugar la final contra el Real Madrid?

R. Sí, es el más importante desde que estoy en el Grêmio. Tengo muchas expectativas y espero que el equipo pueda hacer un gran partido. 

P. ¿Por qué no ha dado todavía el salto a Europa?

R. Siempre he tenido buena cabeza, no me ha preocupado eso. Tengo el sueño de jugar en Europa , pero no tengo prisa. Creo que iré en el momento adecuado. Tuve [una propuesta del Spartak de Moscú] ahora a mitad de temporada, pero tenía la convicción de que podríamos ser campeones de la Libertadores y poder jugar el Mundial. De ese modo podría alcanzar un nivel mejor y temer oportunidades en otros clubes.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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