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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A la caza de Bale

No ha habido día del verano en el que el galés no estuviera fuera del Madrid, pues así lo querían y lo quieren expertos, analistas, filtradores y escribientes varios

Bale, antes del partido de la Supercopa de Europa ante el United.
Bale, antes del partido de la Supercopa de Europa ante el United.PETER CZIBORRA (REUTERS)

Lean, lean con detenimiento lo que hace escaso tiempo se escribía en las más respetadas portadas deportivas de este país: “Bale es un cañón”. “Un rayo llamado Bale”. “Príncipe de goles”. “Aquí manda Bale”. Y, sobre todo, este titular, que es casi un incunable: “Hasta Bolt flipa con Bale”. Poco ha llovido desde que, día sí día también, se nos bombardeaba desde los medios de comunicación con elogios de este cariz dirigidos a Gareth Bale, ese futbolista malherido, obtuso, torpe y desdeñado que llegó al Madrid hace cuatro años a cambio de un dineral (101 millones), cantidad que hoy nos parece una bagatela comparada con la que se pide por jugadores que, déjenme que recuerde, sí, sin duda, han empatado un partido. Y no nos referimos a Neymar, por supuesto.

 En el periodo transcurrido desde que Bale aterrizó en Madrid el equipo ha ganado 10 títulos a los que, quizá, él haya contribuido en algo. Recordemos algunos de aquellos éxitos: Copa del Rey 2014. El Madrid gana la final al Barça gracias a un gol de Bale, que marcó tras una carrera de 50 metros en la que le dio tiempo a subirse a la grada, besar a su novia, hacerse unas fotos con un admirador, tomarse un café, ir al reservado y volver al césped por delante del defensa que le perseguía. Final de la Champions 2014. Bale marca de cabeza en la prórroga el 2-1 ante el Atlético. Supercopa de Europa 2014. Bale regala un pase de museo a Cristiano, que consigue el primer gol ante el Sevilla. Mundialito de 2014. Bale marca el 2-0 en la final. Champions de 2016. En las semifinales, logra ante el City el gol que lleva al Madrid a la final, en la que, cojo, transforma un penalti. Final de la Champions 2017. Solo disputa 14 minutos. Supercopa de Europa 2017. Da el pase a Isco, que consigue el 2-1 ante el United. En la última Liga, al indeseable galés no se le ocurrió otra cosa que lesionarse de gravedad y jugar solo 19 partidos. Da la sensación de que en esa carrera triunfal que lleva el Madrid en los últimos años Bale ha tenido algo que ver. Pero es solo eso, una sensación.

Porque nada de lo relatado sirve hoy. Véase si no lo que se decía la semana pasada, un día cualquiera en un programa deportivo cualquiera, de esos que nos hacen más grato el mediodía. “Bale tiene el cartel de transferible”. Y santas pascuas. ¿Quién le ha puesto esa especie de letra escarlata al coletudo delantero? Ni idea. ¿Qué dice el Madrid? Ni idea. ¿Qué dice el jugador? Ni idea. ¿Qué dice su representante? La voz en off que da la noticia no tiene ni idea.

No ha habido día en el verano en el que Bale no se fuera del Madrid. Y se iba porque así lo querían expertos, analistas, filtradores, escribientes y voces en off varias. Les ayudó, qué duda cabe, Mourinho, entrenador del United, que publicitó por tierra, mar y aire su deseo de fichar al galés pocos días antes de que su equipo se jugara la Supercopa contra, ¿adivinan?, el Madrid. Y todos sabemos que Mourinho no es precisamente un agitador, qué mente calenturienta puede pensar que el técnico portugués no intentara sino desestabilizar.

Pero acabó la pretemporada y Bale sigue en el Madrid, habrase visto el Madrid. Y mientras, Mbappé, ese chico que tantas noches de gloria iba a dar a orillas de La Castellana y cuya hoja de servicios cabe (hasta ahora) en un papel de fumar, pone rumbo a París a cambio de, qué sé yo, 180 o 200 millones de euros. Una gran noticia para el Madrid. Y no por Bale, sino porque no hay joven en el mundo capaz de aguantar un asalto a Marco Asensio, sencillamente un prodigio. Tendrá que conformarse pues el aficionado blanco con Asensio (casi nada) y seguir soportando a Bale, un futbolista que en los cuatro años que lleva en el Madrid no ha hecho otra cosa que arreglarse el moño y lesionarse. Porque los títulos, ya se sabe, los ganaron otros.

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