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Ronaldinho: “La vida es así”

El futbolista regresa a México y rechaza las críticas por su rendimiento en el Querétaro

Pablo de Llano Neira
Ronaldinho en México en 2014.
Ronaldinho en México en 2014.RONALDO SCHEMIDT (AFP)

Las relaciones de Ronaldinho Gaúcho con México son breves. En junio rompió su contrato con el Querétaro, cumpliendo sólo un año de los dos que había firmado a razón de dos millones de dólares por temporada. Este miércoles regresó por unas horas: llegó al aeropuerto de México DF a las seis de la mañana, participó en un acto de promoción de unos cereales y para las ocho de la tarde tenía programado su vuelo de regreso a Río de Janeiro, donde ahora juega para el Fluminense.

–¿No le cansan estos viajes exprés?  –se le preguntó a su hermano Roberto de Assís.

–Es trabajo  –respondió el mánager de la estrella.

Uno de los camareros del acto opinaba que el otrora fenómeno del fútbol no había cumplido con las expectativas que puso en él la afición mexicana: "Nomás nos vino a estafar y a divertirse".

Una azafata del evento terció en favor del "embajador" de sus cereales: "Vino a demostrar sus habilidades".

El camarero: "Muy poco, muy poco la mera verdad".

Previamente en la rueda de prensa Ronaldinho de Assís Moreira, conocido como Ronaldinho Gaúcho, de 35 años, Balón de Oro con el Barcelona, campeón del mundo con la selección de Brasil, uno de los talentos más espectaculares que ha dado el fútbol internacional, licencioso de fama y en absoluto estajanovista había respondido si le dolía que dijesen que vino a México sólo a cobrar:

–Llegué a la final, cosa que el club nunca había conseguido, o sea que los resultados son la respuesta para las críticas. La vida es así.

Así es la vida de Ronaldinho. Al inicio del acto entró a la carpa entre los flashes de los fotógrafos y la emoción de la mascota de los cereales, un muñeco de tigre con una persona dentro que movía sus brazos celebrando la breve visita del Gaúcho, presentado por el maestro de ceremonias como "uno de los magos más grandes del fútbol mundial". Si bien repartió alguna de sus sonrisas, Ronaldinho, relojazo de rapero, pantalón de chándal, tenis blancos sin atar, no parecía cómodo. No se le vio esa combinación de boca enorme y ojos brillantes que le sacó hace unos días el tremendo recibimiento que le hizo la hinchada del Fluminense en un estadio de Maracaná repleto.

Le dio las gracias a México por el "cariño" con que lo trataron, dijo que hasta el final tuvo muy buen "relacionamiento" con sus compañeros del Querétaro y con su entrenador Víctor Manuel Vucetich, a pesar de que el técnico se refirió a él terminando la temporada como un futbolista "en descenso", y que los mexicanos son "amables y simpáticos", pero reconoció que lo suyo es Brasil:

–Me ha venido la posibilidad de volver a mi país para pelear por la liga brasileña, un título que nunca he conquistado, en un gran club, y por eso decidí regresar.

Abstraído mientras en el acto de los cereales se hablaba de la importancia de que los niños "compitan en buena lid" o de "generar cambios positivos en la niñez", Ronaldinho sólo salió de su mundo y se echó a reir cuando el presentador retó a un funcionario del Gobierno del DF a que hiciese malabares con el balón en el escenario. El político, de traje oscuro, durmió el balón en la punta de su zapato de piel y el Gaúcho sonrió: "Miráaa...".

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