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Taylor Swift hace historia en los Grammy de 2024 al lograr su cuarto galardón por el mejor álbum del año

La artista supera a Frank Sinatra o Stevie Wonder y establece el nuevo récord de premios. Phoebe Bridgers triunfa con cuatro gramófonos en una gala eminentemente femenina con actuaciones de Tracy Chapman y Joni Mitchell

Taylor Swift, al recibir el galardón a mejor álbum pop, en la 66ª edición de los Grammy en Los Ángeles, California, el domingo.Foto: MIKE BLAKE (REUTERS) | Vídeo: EPV
María Porcel

Taylor Swift se ha coronado en la gala de los Premios Grammy de 2024. No ha arrasado, pero sí ha logrado hacer historia de los galardones. Es la primera artista que consigue cuatro estatuillas en la categoría más importante de los reconocimientos musicales más poderosos del mundo: mejor álbum. Frank Sinatra, Paul Simon y Stevie Wonder habían ganado tres. La de Pensilvania ha superado a las tres enormes estrellas con solo 34 años gracias a su disco Midnights, después de llevárselo con Fearless (en 2010), 1989 (2016) y Folklore (2021). Aunque era la favorita de la noche, parecía tremendamente sorprendida, tanto que se olvidó de saludar en el escenario a quien le entregó el galardón, Céline Dion, ganadora de cinco grammys y apartada de los escenarios a causa de una enfermedad rara. Swift le dio las gracias a su “mejor amigo”, el productor Jack Antonoff, y a todo su equipo. “Me siento así de feliz cuando escribo una canción, o logro un estribillo, o ensayo con mis bailarines, o me voy a Tokio a cantar [esta semana]. Solo quiero seguir haciendo esto. Muchas gracias por darme la oportunidad de hacerlo. Me explota la cabeza”, comentaba incrédula. Swift ganaba dos galardones, Miley Cyrus otros dos y Billie Eilish otro par; sin embargo, la más premiada fue Phoebe Bridgers, que se llevó cuatro, aunque ninguno en la parte televisada de la ceremonia; tres de ellos con su banda, boygenius.

Como lleva pasando desde hace 66 años, muchos se preguntaron cuál es el premio más importante. ¿Una grabación excelente o un álbum redondo? Mark Ronson y su suegra, Meryl Streep, debatieron sobre el asunto al presentar el Grammy a la mejor grabación, el penúltimo galardón de la noche y, por pura lógica, el segundo más importante. La categoría de mejor álbum es para un disco completo, pero la de grabación del año premia al equipo que esté detrás de ella, tanto el cantante como el escritor, el productor, los arreglistas... En este caso, fue para Miley Cyrus, por Flowers, su segundo Grammy de la noche y de su carrera tras ganar el primero por la mejor interpretación en solitario de pop con el mismo tema. “Gracias. Pero no cambiaría nada. Mi vida ya era fabulosa ayer. Por favor, no penséis que esto es importante... es decir, sí que lo es, gracias, chicos”, bromeaba con su equipo, tras agradecérselo a todo el mundo. “Gracias, pero me voy, tengo que ponerme la ropa interior”, bromeó.

Una de las principales sorpresas de la noche fue para Billie Eilish, que se llevó el premio de mejor canción para What Was I Made for?, de la banda sonora de la película Barbie. “Esto es estúpido, yo no tenía ninguna oportunidad, era una lista de gente increíble, música increíble... Estoy como loca”, afirmaba en el escenario junto a su hermano Finneas O’Connell, al que se lo agradecía, al igual que a Margot Robbie y a Greta Gerwig, productoras, además de protagonista y directora de la película. El triunfo de Victoria Monét, mejor artista novel con 34 años, fue menos sorprendente. Igual que SZA, se alzó con tres estatuillas, aunque estaba nominada a nueve.

El encargado de presentar una gala eminentemente femenina fue Trevor Noah, que salvó los muebles de una emisión con muchos anuncios y actuaciones y pocas entregas de premios; la mayoría se hacen antes en una ceremonia no televisada, como los relacionados con cuestiones técnicas, bandas sonoras o los latinos, como los que ganaron Peso Pluma, Juanes y Natalia Lafourcade en empate a mejor álbum rock latino, y la guatemalteca Gaby Moreno a mejor álbum pop latino (categoría en la que estaba nominado Pablo Alborán).

Phoebe Bridgers posa con sus cuatro gramófonos.
Phoebe Bridgers posa con sus cuatro gramófonos.ALLISON DINNER (EFE)

La ceremonia televisada empezó a partir de las cinco en punto de la tarde del domingo, hora de Los Ángeles (las dos de la madrugada de este lunes en la España peninsular), y duró exactamente tres horas y media. De los ocho nominados a mejor grabación del año (la categoría estrella), así como a mejor álbum y canción, siete eran mujeres y solo uno —Jon Batiste— hombre, y muchas de ellas pasaron por el escenario. La fiesta arrancó con una poderosa Dua Lipa, que interpretó un mix de Training Season con Houdini. Meryl Streep fue la penúltima en sentarse, corriendo, justo antes de Taylor Swift; las dos acapararon buena parte de la emisión televisiva. “¿Veis? Ya está subiendo la economía de los asientos junto a los que pasa Taylor Swift”, bromeaba el presentador con respecto al poder económico de la cantante, milmillonaria. Y el primer premio vino de la mano de Mariah Carey, que presentó emocionada a las cinco mujeres que optaban a la mejor interpretación en solitario de pop y se llevó Cyrus por su éxito Flowers. “Por culpa del tráfico casi no llego, podría perderme el premio, pero no a Mariah Carey”, bromeaba, al recoger el primer galardón de sus 17 años de carrera.

Tras ellas tuvo lugar uno de los platos fuertes de la noche: una emotiva actuación por parte de Tracy Chapman —llevaba casi una década sin subir a un escenario—junto a Luke Combs interpretando su clásico de los ochenta Fast Car. El poder latino llegó con Karol G, que en su primera noche en unos Grammy agarraba fuerte su premio por el mejor álbum de música urbana. Tras las actuaciones de SZA (la más nominada de la noche, que optaba a nueve premios), con Snooze y Kill Bill, de Billie Eilish, con la ganadora What Was I Made for?, y de una superenergética Cyrus con Flowers, llegaron más premios: mejor álbum de country para Lainey Wilson con Bell Bottom Country, y mejor canción de R&B, para Snooze, de SZA. Al escenario subió Olivia Rodrigo con Vampire, y desde Las Vegas, en la descomunal esfera donde lleva cuatro meses tocando, apareció U2, en la única actuación grabada de la noche, y por tanto, bastante descafeinada. Desde allí anunciaron el mejor álbum de pop, que fue para Midnights, de Taylor Swift, el 13º de su carrera, su número de la suerte, como ella misma dijo. Fue ese el momento en el que por sorpresa Swift anunció la noticia de la noche: ha grabado un nuevo álbum, The Tortured Poets Department, y saldrá el 19 de abril.

El emotivo in memoriam corrió a cargo de cuatro poderosos vocalistas: Stevie Wonder (con un especial homenaje a Tony Bennett); Annie Lennox (con una emotiva versión de Nothing Compares To You, de Sinead O’Connor); Jon Batiste, que se marcó una especie de misa góspel con incluso una copa de vino tinto sobre el piano en honor a Bill Withers; y Fantasia Barrino (nominada al Oscar por su papel de Celie en El color púrpura), que bailó por Tina Turner. Después, siguieron los homenajes sobre el escenario. Primero a Jay-Z, Premio Dr. Dre por su impacto global, que subió a recogerlo junto a su hija mayor, Blue Ivy. En él criticó que su esposa, Beyoncé, nunca haya recibido el premio a mejor álbum del año. Después siguió Joni Mitchell. A sus 80 años, salió a cantar una interpretación de Both Sides Now acompañada de Brandi Carlyle, Lucius, Blake Mills, Allison Russell (que había ganado un Grammy en la pregala) y al piano Jacob Collier. El rapero Travis Scott, el cantante nigeriano Burna Boy y el superventas Billy Joel, con 160 millones de álbumes en el mercado y que estrenó un tema en la gala, siguieron poniendo música en una entrega de premios a la que le costó avanzar.

Los Grammy son una gala caótica. De hecho, ni siquiera son una gala como tal, sino un puñado de días, casi una semana, donde Los Ángeles se paraliza para recibir y festejar a las estrellas de la música. Ni la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a la ciudad el sábado, ni la inmensa tormenta que empezó a caer sobre la ciudad el domingo (que obligó a decretar el estado de emergencia en California y que durará hasta el martes) han quitado la atención de unos premios que, desde hace 66 años, marcan la pauta en la música y son un respiro en la temporada de galardones de cine, con otros rostros menos vistos. Además, al contrario que en los Oscar o los Globos de Oro, aquí es mucho más difícil prever qué va a pasar y quién se va a alzar con el gramófono. Los Grammy siempre dejan sorpresas y actuaciones como las de Chapman y Mitchell, o la aparición de Céline Dion, que puso al público en pie tras su intervención inesperada; hace años que no se la veía en directo: “Cuando digo que estoy muy feliz de estar aquí, lo digo con todo mi corazón. Nunca debemos dar por sentada la alegría que la música trae a nuestras vidas y a nuestros corazones”.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.
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