La carta de los 514
Lo mejor que podemos hacer todos es discutir sobre un probado asesino y el documental que protagoniza cuando todos los que quieran y puedan lo hayan visto
El sanguinario historial de Josu Ternera y el dolor de las víctimas es el principal argumento contra la exhibición en el festival de San Sebastián del documental No me llame Ternera que ninguno de los 514 firmantes de la carta de protesta titulada Contra el blanqueamiento de ETA y de Josu Ternera ha visto todavía. El recelo preventivo —o la condena adelantada— de los 514 se multiplica porque su responsable y codirector es Jordi Évole, personaje capaz de sacudir con sus preguntas, sus silencios, sus enfoques y su propensión al lío las convicciones mayoritarias. Ir por libre, como ha solido hacer Évole, significa meterse en problemas: lo hizo en un fantasmagórico documental de ficción sobre el golpe del 23-F que clavó en la silla a multitud de espectadores que escuchaban testimonios de personas reales, con cargos reales, involucrados en una historia contada como real, pero que era pura ficción. Pero solo la intuición más o menos informada permitía detectar el engaño, la fábula o el trampantojo a medida que se veía… hasta que al final del metraje un texto en pantalla advertía de la naturaleza ficticia del falso documental.
Con Josu Ternera no ha habido ocasión de llegar ahí porque la inmensa mayoría no lo ha visto, pero la inmensa mayoría ya sabe que existe, y lo sabe fundamentalmente por el rechazo preventivo que han agitado personalidades relevantes con su firma en una carta de rechazo. El objetivo inmediato es la protección de las víctimas ante la potencial revictimización que significa prestar atención a un psicópata y ofrecerle una plataforma de exposición pública extraordinaria: su estreno en el festival de San Sebastián es un escaparate propagandístico gratuito y cruel con las víctimas. La segunda lectura imposible de evitar es la activación del prejuicio sobre la orientación del documental: explícitamente denuncian los firmantes el blanqueamiento del etarra, contra lo que los responsables del documental afirman y contra lo que defienden quienes lo han visto (incluida al menos una víctima).
Lo mejor que podemos hacer todos es aprovechar la brutal resonancia que ha favorecido la carta de los 514 para discutir sobre un probado asesino y el documental que protagoniza cuando todos los que quieran y puedan hayan empezado a hacer cola para verlo y después condenar, absolver o aplaudir a Jordi Évole por un documental que previsiblemente se mete hasta las cejas en el corazón del proceso de sutura del dolor.
Babelia
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